El Gobierno checheno pro-ruso ha comenzado a cerrar los centros de acogida temporal donde viven miles de desplazados chechenos por la guerra, sin tener en cuenta que la gran mayoría de ellos no tienen adonde ir y se resisten a dejar sus moradas provisionales.Autobuses y camiones llegaron ayer a la calle Derjavine, en el barrio Staropromyslovski de la capital, Grozni, en el que fuera un jardín de infancia reconvertido en refugio para decenas de familias de refugiados. Representantes del Gobierno, escoltados por soldados rusos, ordenaron a los refugiados abandonar el centro, con la excusa de que será reconvertirlo en una maternidad.
El hombre fuerte de la Chechenia ocupada, Ramzan Kadirov, ordenó recientemente estos desalojos aduciendo que estos centros de acogida temporal «son nidos de espías extranjeros y de enfermedades contagiosas». El hijo de Ahmed Kadirov, ex presidente pro-ruso muerto en atentado de la resistencia hace dos años, aseguró que los desplazados insisten en quedarse por la distribución de ayuda humanitaria extranjera.
Sólo en el barrio de Staropromyslovsk viven actualmente 13.000 desplazados por la guerra y la gran mayoría de ellos subsisten en estos centros temporales.
Liouda Latyrova vive en uno de estos centros en la calle Derjavine desde mayo de 2003 pero es originaria de otro distrito. «Me han anunciado que me trasladarán a otro centro temporal pero no me dan ninguna garantía de que mi problema de vivienda vaya a ser resuelto», se queja esta desplazada.
Muchos de los ocupantes de este centro provisional rechazan abandonarlo y acusan al Gobierno pro-ruso y, en concreto a Ramzan Kadirov, de no haber cumplido las promesas que realizó en su día para forzar el regreso de los campos de refugiados en Ingushetia hace ahora dos años.
Varios campos que albergaban a decenas de miles de refugiados en la república hermana fueron forzados a abandonarlos. Los que pudieron se quedaron en casas particulares, apelando siempre a la tradicional hospitalidad y a las relaciones clánicas entre estos dos pueblos hermanos y, en general, entre los pueblos norcaucásicos.
«¿Por qué nos hicieron venir de Ingushetia y nos prometieron que nos iban a rehabilitar nuestras casas y apartamentos, para al final instalarnos desde el primer día en estos tugurios y olvidarnos?, denuncia Kadijt Khamzatova. «Que nos paguen las compensaciones que nos prometieron, que reconstruyan nuestas casas... Entonces, y sólo entonces, estaremos dispuestos a salir de aquí», añade esta chechena. -
DONOSTIA