Helen Groome - Geógrafa
Ocho minutos
«¡Oye! ¿Alguna vez tu madre juega contigo?», preguntó Maite a Mikel en el patio escolar. «Pues... responde Mikel el lunes me lleva a fútbol, pero, claro, ella no juega. El martes me lleva a particulares, pero no se queda. Y el jueves me lleva a natación, pero no se mete en el agua conmigo». «Entonces insiste Maite, ¿los otros días juega contigo?» Mikel tiene que pensarlo, pero menea la cabeza e insiste: «No. A veces se sienta conmigo a ver un video, pero eso no cuenta, ¿no?». «Pues no dice Maite, está contigo, pero no está haciendo nada contigo, como jugar o hablar». «Pero ¿qué? dice Mikel a Maite ¿es que juegas con tu madre? ¿Y tu padre?». «Bueno responde Maite, el otro día me contó mi prima, la que está en la ESO, que había visto una cosa graciosa en la pared del Metro. Un graffiti, o algo así lo llamó. Dijo que ponía: ‘¿Hoy has hablado con tus hijos?’. Me lo contó con una de esas sonrisas de mayores que hacen las chicas de la ESO. ¿Tú entiendes por qué es gracioso? Porque yo no. Y eso. Decidí calcular cuanto tiempo estaba mi madre conmigo en una semana (y mi padre), quiero decir haciendo cosas conmigo. Sé que estuvieron charlando conmigo unos minutos sobre qué hice en el cole el viernes durante la cena (la del viernes es la única noche que mi padre cena con nosotras), mi madre estuvo conmigo diez minutos andando en bici el sábado, el lunes mi padre jugó un parchís conmigo y duró la partida 15 minutos, y todos los días de cole mi madre me lee algo de Narnia durante unos cinco minutos. ¿Recuerdas lo de las medias que la profe intentó explicarnos en mate? Pues parece que mi madre gasta unos ocho minutos conmigo cada día, contando lo de mi padre». «¿Es que trabajan mucho?», dice Mikel, a quien le pareció bien poco lo de los ocho minutos. «Mi madre trabaja en el mismo sitio que la tuya responde Maite, lo que pasa es que cuando quiero estar con ella siempre tiene algo que hacer: la comida, ir a una reunión, hablar con mi padre. No es que no esté haciendo cosas, pero no las está haciendo conmigo...» «De todos modos interrumpe Mikel-, no creo que llego yo a tener ni ocho minutos. ¿Cuenta el beso que mi padre me da cuando voy a la cama? Bueno, aún así, son quince segundos». «Es una pena sentencia Maite, mi tía, que no es una tía, ya sabes, una amiga de mi madre, lleva años que quiere tener un bebé. Supongo que ella pasaría más tiempo que ocho minutos con una hija. Quizá le diga a mi madre que me regale a mi tía». -
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