Imágenes sobre la matanza que tuvo lugar en la playa de Sudania en la localidad de Beit Lahia al norte de Gaza se podían ver en las grandes pan- tallas instaladas en los distintos cafés y restauran-tes de Ramallah durante el intermedio del partido que inauguraba el mundial de fútbol en la ciudad de Munich. Cinco minutos de desgracia e indignación es a lo que equivalen esas imágenes en las que se muestra cómo una niña en completo shock despierta de repente de su trance rodeada de cadáveres y corre gritando por la playa hasta una duna cercana donde yace muerto su padre por el impacto de un misil israelí. El ensordecedor sonido de las ambulancias que se puede escuchar de fondo agudiza la agonía y la angustia de las sangrientas y obscenas escenas.
El Ejército de Ocupación Israelí (EOI) bombardeaba una playa repleta de familias el viernes a media tarde, día de la semana festivo según el calendario musulmán. Primer balance: más de quince muertos y alrededor de cuarenta heridos.
Estas imágenes que representan la oferta mediática diaria sobre la ocupación israelí en Palestina no llegarán a retransmitirse íntegramente en nuestras pantallas (y difícilmente lo harán de forma parcial), debido puramente a cuestiones de una «lógica» política mediática que filtra a placer nuestro consumo diario de noticias y lo edulcora o ensalza según sus intereses.
En esta ocasión los chefs de la cocina mediática internacional han preparado un estupendo potaje con la noticia que nos ocupa y vemos cómo finalmente el asesinato colectivo que ha tenido lugar en la playa y la dureza de los ataques israelíes en Gaza durante los últimos meses pasan a un segundo plano, al poner el énfasis en la ruptura de la tregua del brazo armado de Hamas, que duraba ya dieciséis meses. Más enrevesadas son las salsas mediáticas que acompañan sistemáticamente esta noticia con referencias al comunicado del egipcio Ayman al Zawahiri consi- derado el número dos de Al Qaeda sobre el referéndum propuesto por Mahmud Abbas o el asesinato de Al Zarqaui en Irak. Como si Al Qaeda y la guerra en Irak tuvieran algo que ver con la lucha y la resistencia del pueblo palestino a la ocupación israelí. Un claro ejemplo de esta cocina se puede encontrar en la página web de CNN+, donde el video que acompaña la noticia de lo sucedido en la playa no sólo no menciona los hechos, sino que narra exclusivamente informaciones relacionadas con el asesinato de Al-Zarqaui.
Y es aquí donde nos encontramos con la degradada y miserable realidad de un pueblo que finalmente termina por hacer el juego a la retórica barata del terrorismo y de los ejes del mal que proponen los Estados Unidos de Israel y que tan buena aceptación tiene en nuestra irresponsable clase política europea. El mensaje que lanzan Israel, EEUU y Europa a Palesti-na es claro: «vais a jugar a nuestro juego según nuestras reglas, y no olvidéis que esas reglas las ponemos nosotros y que pue-den cambiar en cualquier momento. ¿Aceptáis o no? Si lo hacéis, tendréis vuestro estado en forma de queso emmental; si no aceptáis, os matamos de hambre y apoyamos incondicionalmente la continuidad del boicot y otras medidas de presión políti- co-económicas, la ocupación y los asesinatos colectivos (selectivos o no) del Estado de Israel».
Paralelamente no se cansan secretarios generales, ministros, diplomáticos y embajadores de hablar de Paz al unísono reclamando a los palestinos acabar con el terror. Kofi Annan parece que se encuentra profundamente afectado tanto como el ministro de Defensa israelí y ha exigido una investigación a Israel sobre lo sucedido; el mismo secretario general de la ONU proponía prohibir la entrevista a terroristas alegando que la sociedad civil y los medios de comunicación deberían contrarrestar los «mensajes hipernacionalistas y xenófobos que glorifican el asesinato masivo y el martirologio». La idea que proponía era una guía del buen periodismo que dicta cómo se ha de hacer en realidad el buen trabajo de reportero.
Pero, ¿y qué pasa con Israel? ¿Cuándo llegará el momento de exigir explicaciones? No por hoy, sino por más de cincuenta años de ocupación ilegal y genocidio silenciado. Hablemos del holocausto, sí, hablemos en voz alta, pero hablemos también del genocidio en Palestina, seamos justos con todos o con ninguno.
A la hora de escribir estas líneas, en los noticiarios digitales y televisiones de este nuestro mundo globalizado, tan sediento de velocidad y de noticias en vivo y en directo, la noticia del asesinato colectivo en la playa se encuentra ya relegada mucho más allá de un segundo plano, ahora entra en escena el comunicado del brazo armado de Hamas sobre la ruptura de la tregua, ahora le ha vuelto a llegar el turno a los terroristas y al «eje del mal».
Vergüenza ajena.