Martin Garitano
Dodotis
Lo peor de ponerse farruco es no saber estar, a la hora de la verdad, a la altura de la farrucada y tener que recurrir al dodotis como único medio de no ensuciar la ropa interior, el pantalón y hasta los calcetines. Les suele pasar, además, a los necesitados de dodotis a los precisados por razón de chulería y no por enfermedad que la humillación es tal que se sienten en la necesidad de acogotar a su vez a quien creen o sienten más débil, más indefenso. Pregunten en los colegios, observen a los niños que, ya creciditos, se siguen haciendo sus necesidades encima cuando les reprende el maestro. Son los más violentos, los más agresivos con los pequeños. Cualquier psicólogo les explicará el porqué. Los actuales responsables de la Ertzaintza, cuentan, han difundido una circular para que sus agentes actúen sin violencia ante los actos públicos de la izquierda abertzale. O sea, para que si usted ejerce su derecho a la libertad de expresión, reunión y asociación de forma absolutamente civilizada y pacífica, un energúmeno no le parta un palo en la cabeza, le rompa un brazo o le dispare un pelotazo al bajo vientre. Cuentan que se pretendía limitar la actuación de los ertzainas a identificarle y contárselo luego a la Audiencia Nacional. Para que le procesen, encarcelen o multen. Pero sin el porrazo previo. Un alivio, sin duda. Sucede, sin embargo, que la valentía y la capacidad de contención de cada cual tiene un límite y los necesitados de dodotis tienen valentía limitada y un inquietante grado de incontinencia. Por eso ha bastado un exhorto del juez Grande Marlasca el que firma, como los árbitros de fútbol, con sus dos apellidos para que la debilidad del farruco quede a la vista de todos. Ha bastado que un magistrado del tribunal que la inteligencia denuesta les amenace con un bofetón para que la arrogancia se torne descomposición y, mien-tras se ajustan el dodotis, se vuelvan a mostrar dóciles ante el fuerte. Supongo que es legítimo ser cobarde. A nadie se le puede exigir valentía. Ni siquiera suponérsela. Pero la experiencia es un grado y mucho me temo que los responsables que firmaron esa circular sean los que, a partir del exhorto del juez, exijan mano dura contra las víctimas de sus dictados. Disimularán el dodotis bajo un caro traje italiano pagado en parte por los aporreados y justificarán la brutalidad con verborrea pseudojurídica. Lo hemos visto tantas veces... -
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