Desde que un periódico de Colonia tuvo la idea de vender no sólo la negirrojigualda con su logotipo sino incluso con un bastoncito que permite su colocación en las ventanas laterales del coche, un considerable número de conductores ha optado por izar la bandera de la República Federal de Alemania (RFA) en sus vehículos.Otras personas han puesto el símbolo nacional en sus balcones o ventanas. Debido a los antecedentes históricos de la sociedad alemana el nuevo afán de mostrar la insignia del país llama la atención. Los comentaristas estudian el fenómeno que algunos llaman «El regreso del patriotismo». Durante décadas, en la RFA estaba mal visto mostrar la tricolor alemana.
Más que ser alemán valía ser «europeo», «transatlántico» o «internacionalista», siempre según las preferencias ideológicas. El problema que mayor revuelta causó entre los jóvenes alemanes que en 2005 visitaron los Festivales Mundiales de la Juventud en Caracas fue si la delegación debía entrar en el recinto enarbolando la bandera nacional o no. Mientras que algunos intelectuales buscan argumentos para explicar el nuevo amor de muchos alemanes por sus colores nacionales, al observador no se le escapa que ante todo se trata de una nueva moda aún sin connotación política alguna.
Por ejemplo, una empresa que mantiene una red de panaderías en franquicia ha obligado a sus empleados a llevar eslóganes para apoyar a la selección germana. La idea tiene su gracia teniendo en cuenta que en su mayoría son extranjeros los que regentan estas panaderías en franquicia.
Según un reciente estudio, cada quinto ciudadano alemán tiene un fondo migratorio. Es decir que de 100 alemanes 20, o no nacieron en este país, o por lo menos uno de sus progenitores es de origen no alemán. Ante este fondo surge la pregunta: «¿Qué es ser alemán?» La respuesta llegará en todo caso mucho después de los Mundiales.
Por el momento la política alemana quiere aprovecharse del exitoso inicio del campeonato, las buenas perspectivas del equipo de Jürgen Klinsmann y del agradable ambiente para poder hacer tragar a la sociedad una serie de nuevas «crueldades sociales». En este clima no cabe ningún debate sobre «patriotismo» ya que es un tema que durante décadas se ha dejado exclusivamente en manos de la ultraderecha y del neonazismo. Estos últimos tienen la intención de aprovechar la cita para sus fines propagandísticos.
Neonazis
El fin de semana, 200 neonazis se manifestaron en Gelsenkrichen, custodiados por miles de policías ya que se enfrentaron a entre 5.000 y 7.000 manifestantes que querían impedir el desfile de los bisnietos de Hitler.
Aunque los mass media alemanes celebraron este triunfo de los demócratas sobre los ultras sigue siendo un cruda realidad que en el este alemán el partido neonazi NPD es un factor político que cuenta con un grupo parlamentario en el hemiciclo de Dresde. Cerca de la capital sajona se halla Leipzig donde se disputará el partido entre las selecciones ucraniana y española. Las autoridades alemanas harán todo lo posible para que no se produzca ni transcienda a la opinión pública ningún incidente racista.
Con la perfección que se atribuye a los habitantes de estos lares se quiere hacer cumplir a rajatabla el lema de esta edición de la Copa: «El mundo entre amigos».
Una acción que rompería con esta imagen sería si neonazis lograsen colocar, por ejemplo, una pancarta negando el holocausto en un partido que disputa Irán. Ya no importa lo que el presidente iraní Majmud Ajmadineyad dijo en su día realmente porque el mensaje que difunden los medios occidentales es que negó el holocausto y que puso en duda la existencia de Israel. La guerra psicológica y propagandística contra el ejecutivo de Teherán sigue también durante este campeonato. La pauta la marcan las comunidades judías en Alemania.
Holocausto
La recién elegida presidenta del Consejo Central de los Judíos de Alemania, Charlotte Knobloch, advirtió: «Tenemos que evitar que se fusionen los enemigos de la Constitución con el dictador iraní creando una explosiva alianza antisemita». El horror del Ejecutivo de Berlín es que Ajmadineyad, conocido por su afición al fútbol, podría hacer uso de su pasaporte diplomático para estar presente en uno de los partidos de su selección. Si se diera el caso, el moderador de TV Michel Friedmann, también judío, anunció que denunciaría al político iraní por el delito de «negar el holocausto».
El clima antiiraní es tan generalizado en la política alemana que en un mismo mitin hablaron el ministro de Interior de Baviera, Günter Beckstein, «hombre duro de la ley» de la conservadora Unión Cristianosocial, y la copresidenta de los verdes Claudia Roth. En el acto Friedmann calificó a Ajmadineyad como el «Hitler del Siglo XXI». Para el día 17 de junio varios grupos judíos han convocado otra manifestación antiiraní en Frankfurt.
A orillas del Meno tendrá lugar el partido entre Irán y Portugal. Aunque tras el encuentro Irán y México (1-3) no se registró incidente alguno, hay muchos en la Berlín oficial que están deseando que la selección iraní no pase a la segunda fase. Hasta el momento el campeonato ha transcurrido sin mayores problemas. El fútbol calienta los ánimos pero las fuertes temperaturas cansan los cuerpos. -
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