MADRID
Oscar Patricio Manteluna Peña era corresponsable de un programa de erradicación de desempleo del Gobierno de Salvador Allende en Chile, y tras el golpe militar del dictador Augusto Pinochet fue detenido, torturado y expulsado de su país. Fue a parar a Iruñea, donde promovió la solidaridad de Euskal Herria con la sociedad chilena y en contra de la dictadura pinochetista.Con el tiempo fue uno de los creadores en la capital navarra del Comité de Solidaridad Internacionalista, organismo que luego se unió a otros grupos internacionalistas de Euskal Herria y que después pasarían a llamarse Askapena. En el marco de su trabajo en esta organización conoció a David Soto, que se encuentra imputado en la pieza de Ekin.
Mateluna explicó que el joven iruindarra participaba, y lo sigue haciendo, en las asam-bleas de Askapena «como uno más», tanto antes de que se formara Ekin como después, y rechazó que hubiera tratado nunca de imponer ninguna línea política o directriz.
«Somos mayorcitos»
Declaró que esta hipótesis sería imposible en una organización de carácter asambleario como Askapena y afirmó que «somos mayorcitos como para dejarnos influir por consignas que no tengan que ver con nuestra actividad». «Los grupos que nos proclamamos asamblearios no nos gusta ser utilizados y creo que David comparte esta postura ideológica», insistió.A preguntas de defensa y Fiscalía negó cualquier tipo de relación orgánica entre Askapena y Ekin, y respecto a la implicación de Soto en esta organización, la consideró «lógica». «Es normal que alguien que trabaja por la solidaridad con otros pueblos se preocupe por el suyo apuntó, lo que no es lógico es que una persona que se solidariza con otros pueblos no se preocupe del suyo».
Recordó que Ekin se presentó en el pabellón Anaitasuna de Iruñea y señaló que con Soto abordó más de una vez temas como «la precariedad en el trabajo o las desigualdades entre hombres y mujeres», que situó en el marco de actuación de esta organización.
Justo antes que Manteluna Peña compareció Enrique Miranda, que además de ayudar como arquitecto a movimientos sociales y asociaciones vecinales en temas de urbanismo y en contra de grandes infraestructuras, lleva también casi un cuarto de siglo trabajando en el ámbito de la solidaridad internacionalista.
Así, desde 1982 colaboró con el Comité de Solidaridad Internacionalista y, por ejemplo, en 1984 fue director de un proyecto de construcción de escuelas en Nicaragua en el que se implicaron sindicatos y otros agentes y en el que colaboraron hasta cien profesores y profesoras vascas.
En ese contexto, en 1997 conoció a Soto cuando ambos trabajaban con Askapena y, al igual que el militante internacionalista chileno, él también descartó que el joven hubiera tratado nunca de imponer unas determinadas ideas. «Es imposible imponer directrices a los movimientos sociales de Euskal Herria» afirmó, añadiendo que «si alquien tiene esa idea está completamente equivocado».
140 habitantes: 2 asociaciones
A renglón seguido, Miranda hizo una breve descripción de la realidad organizativa y asociativa de este país, y como ejemplo explicó que Undiano, pueblo del que él es alcalde, tiene unos 140 habitantes y cuenta con dos asociaciones: «Una cultural y otra deportiva-gastronómica». «Esa es la tónica en todos los pueblos de Euskal Herria, donde si no hay una asociación es que hay más» relató, afirmando que en treinta años de trabajo con el movimiento social nunca ha visto que la izquierda abertzale tratara de imponer su criterio. Preguntado sobre si Ekin es ETA, respondió que «no creo que haya nadie en Euskal Herria que lo crea».