Siempre he creído que los políticos deberían intentar resolver conflictos y conseguir la paz, y no provocar discordia y enfrentamientos como lo está haciendo el PP con los demás partidos ahora que, por fin, por primera vez en muchos años de la historia vasca, los partidos intentan un diálogo para conseguir acuerdos que puedan compensar a unos y a otros y que puedan resolver los conflictos del presente.

Hay un tema difícil de abordar porque toca la sensibilidad de muchos. Aun así, me atrevo a dar mi opinión muy personal respecto a algunos de estos asuntos.

Tengo más de dos décadas trabajando terapéuticamente emociones, tales como dolor, rabia, frustración, impotencia, resentimiento, tristeza y desesperación, así como, también, ilusión y esperanza, por lo que hablar de emociones y sentimientos, es un tema del que sí puedo hablar con conocimiento de causa.

Se habla del dolor de familiares de las victimas del terrorismo, y es un dolor que no se puede negar, pero no acabo de entender por qué queremos negar el dolor de la otra parte, no entiendo ni acepto que los políticos nieguen que haya dos partes lastimadas y heridas. El dolor, la rabia y la impotencia no son exclusivos de unos o de otros.

¿Por qué nos limitamos a ver sólo el dolor de unos y no queremos ver, ni hablar ni denunciar los motivos del dolor de los otros? Estoy segura que el llanto de una madre a quien le matan o torturan a su hijo es igual de sentido y doloroso, igual de intenso.

Entre los vascos hay presos políticos, hay torturados, hay macro-juicios absurdos e injustos, hay familiares de presos accidentados por desplazamientos, presos alejados ilegalmente de su pueblo y su familia, presos políticos jóvenes empujados al suicidio, hay desesperación, rabia e impotencia de familiares y amigos.

Yo no so soy intelectual, peco de ignorante e inculta, pero entiendo perfectamente que las emociones no tienen dueños exclusivos. En todos los pueblos y culturas existe el dolor y la tristeza por diferentes razones, y si somos tan sensibles para reconocer nuestro propio dolor y el de los nuestros, deberíamos ser también sensibles para reconocer el dolor de los otros. Es por eso que no puedo aceptar que se hable sólo del dolor de una parte, cuando hay dos y más partes que sufren de pérdida y dolor.

Como ciudadana de segunda o tercera categoría por ser una inmigrante insignificante, hago responsable del fracaso de una tregua definitiva al PP, responsable de dificultar un diálogo con todas las partes y responsable de querer patentar el dolor de algunos vascos. -