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Gara > Idatzia > Iritzia > Ezbaika 2006-06-21
Alberto Muñoz Zufia - Militante de EAE-ANV
Mirada hacia atrás. Pasos a futuro

El derecho de decisión en un principio es individual. Es la expresión del libre albedrío. A medida que el indi- viduo se une a otros va tomando conciencia de grupo.

Cuando los grupos se encuentran y forman colectividades, se llega a lo que el escritor Mario Salegi definió como tribu. Al trasladarse la percepción del derecho individual al de los grupos y de éstos al de la tribu, surge lo que hoy conocemos como derechos colectivos o de los pueblos.

Así que hoy el individuo, los grupos y la tribu vasca son plenamente conscientes de la existencia del derecho de decisión y de que éste les pertenece como sujetos individuales y como colectivo, esto es, como tribu o pueblo. Una vez alcanzado este importante convencimiento de la posesión del derecho a decidir, el siguiente y natural paso ha de ser su ejercicio o la exigencia del mismo, en su caso, con plenas garantías de ser respetado, sea cual fuere su resultado. Si éste fuera acorde con los anhelos mayoritarios de la tribu o pueblo, satisfaría plenamente los deseos naturales de libertad tanto individuales como colectivos. Y en este estadio de la exigencia del derecho de decisión colectiva creemos que nos encontramos en este inicio del siglo XXI.

Para llegar a esta situación, como se comprenderá, se han necesitado cientos o quizás miles de años de evolución del pensamiento, con avances y retrocesos, revueltas y ríos de sangre, hasta que, tras un gran proceso de maduración en los siglos XIX y XX se inicia, al principio con fuertes resistencias, lo que conocemos como descolonización.

En Euskal Herria nos encontramos al final del proceso descrito tan sucintamente, o lo que es lo mismo «en plena exigencia del ejercicio del derecho de decisión colectiva». Y si hoy nos hallamos en una situación tan avanzada, ha sido después de recorrer un largo y tortuoso camino, cuyo inicio podríamos situar en el entorno de las guerras carlistas.

Sería injusto no citar, aunque sólo sea de forma pasajera e incompleta, a algunos de los grandes pensadores que con su trabajo a contracorriente, fueron poco a poco despertando los adormecidos sentimientos nacionales de una ciudadanía que se encontraba totalmente desorientada y desmontada: Xaho, Campión, Iturralde, Arana, Ortueta, etc.

Este lento inicio del largo camino, tuvo su «explosión» con la llegada al Estado español de la II República, marea de afirmación nacional que tuvo que ser frenada a sangre y fuego por los militares golpistas españoles, traidores a su República y a sus pueblos. El resurgir del sentimiento nacional durante la larga dictadura y su amplio y veloz desarrollo, ha demostrado la inutilidad del golpe militar, al menos en una de sus pretensiones: acabar con Euskadi, en cuanto Pueblo Vasco, diferenciada y con personalidad propia.

Situándonos en esta última etapa debemos reconocer que el resurgimiento ha sido posible a pesar del nacionalismo hegemónico, pues su apuesta de los años setenta por la gestión de un tercio del territorio, se ha demostrado fracasada. Si hoy nos hallamos en la fase de exigencia del ejercicio del derecho de decisión es por el sólo esfuerzo y penosa lucha de todo el sector de la sociedad vasca conocida como izquierda abertzale y no por las aportaciones del PNV, cuya labor ha sido totalmente ralentizadora, cuando no obstruccionista. De ahí sus actuales esfuerzos para evitar la extensión de la evidente conclusión de que su apuesta de los setenta fue equivocada. Hay que reconocer que en los últimos tiempos, ante el evidente fracaso del Estatuto y el Amejoramiento, otros sectores de la sociedad han ido asumiendo, colaborando en el avance de posiciones hacia el ejercicio de nuestros derechos individuales y colectivos.

Para concluir esta pequeña aportación, deseo plantear unos temas como desarrollo práctico del ejercicio de nuestros derechos como pueblo. El primero para todas nosotros será la elaboración de uno o varios borradores de la futura Constitución vasca o navarra. El segundo es el nombre con el que designaremos a nuestro país libre y soberano. Por mi parte propondría, ya lo he plasmado en alguna otra ocasión, República de Nafarroa, Nafarroako Errepublika. El tercero, y muy peliagudo, es definir quién tiene derecho a la nacionalidad vasca y qué requisitos debe cumplir y, por último, y no por eso menos complicado, quiénes tendrán derecho a voto en el futuro referéndum de la autodeterminación. En este punto soy de la opinión de que las fuerzas de ocupación no suelen ejercer este derecho (27.500 unidades se encuentran acantonadas en nuestro país). -


 
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