El 22 de julio de 1936, en plena celebración de las fiestas patronales de Santa Marina, se produjo un hecho sin precedentes y que cambió de manera repentina la vida de la villa de Otxandio, en Bizkaia.

Era un miércoles festivo y soleado, poco más tarde que las 9.00. A diferencia de otras jornadas similares, la novedad para pequeños y mayores se centraba aquel día en la ubicación de las cocinas de campaña que una unidad del acuartelamiento bilbaino de Garellano había desplegado en la plaza Andikona. Tal y como recuerdan fuentes del Ayuntamiento, la sublevación militar acababa de empezar hacía solamente cuatro días y todavía eran momentos de confusión e incertidumbre sobre lo que acabaría convirtiéndose en una larga guerra. Pero, el bombardeo aéreo de esa mañana despejaría todo tipo de dudas al respecto.

Un elevado número de víctimas entre muertos y heridos convertiría a Otxandio en «todo un hito»: «La primera población peninsular en ser bombardeada ­dos o tres días antes la aviación republicana bombardeó un barrio de Tetuán­ y una de las primeras ciudades bombardeadas en Europa donde las víctimas civiles superaban en mucho cualquier objetivo militar».

La magnitud desbordó los medios disponibles con los que contaban las autoridades. Los cadáveres fueron trasladados directamente al cementerio e inhumados en un fosa común habilitada en la zona central del camposanto. Los heridos, graves y leves, fueron llevados al hospital de Durango y al de Basurto en Bilbo, mientras que algunos que no pudieron llegar fueron enterrados en Mañaria, y otros murieron horas más tarde de la evacuación.

Tras el desastre, la guerra continuó y Otxandio también siguió manteniendo el papel de «bisagra entre la Araba rebelde y la Bizkaia leal hasta el 4 de abril de 1937, en que las tropas franquistas ocupan la villa, no sin haber dejado terribles huellas de destrucción», relatan.

Simples menciones

Tan sólo la prensa escrita durante los siguientes días se hizo eco del desastre, ya que, tal y como lamentan desde el Ayuntamiento, el bombardeo de Otxandio «no ha pasado jamás de la mención en líneas o párrafos de historia general sobre la Guerra Civil, ni tan siquiera en las obras de historia de Euskal Herria». Y es que lo de Otxandio pronto quedó eclipsado por otros sucesos, como el inicio de la ofensiva de Mola en el norte con el bombardeo de Durango el 31 de marzo de 1937, y también el tan conocido bombardeo de Gernika, el 26 de abril del mismo año. «Estos dos hechos sirvieron mejor al Gobierno de Euzkadi para exponer al mundo las atrocidades de los franquistas y sus aliados», cree el Consistorio, que también apunta a la posibilidad de que Otxandio fuera el ensayo de esas posteriores atrocidades similares.

5.000 cuerpos al olvido

Este verano se cumplen 70 años del inicio de la Guerra, «en la que un golpe de Estado puso en jaque al legítimo Gobierno re-publicano de España», y Otxan-dio, debido a su posición geo-estratégica, no sólo no perma-neció ajena sino que desde los primeros días del conflicto se vería directamente inmersa.

Según los datos facilitados por el Consistorio otxandioarra, en Euskal Herria la Guerra del 36 arrojó más de un total de 5.000 cuerpos al olvido y un número aún sin cuantificar de desaparecidos, «conjugándose la cruenta guerra y una violenta represión: decenas de miles de personas vagaron por todo el territorio y muchos no tuvieron otra solución que el éxodo, que incluso ha llegado a nuestros días».

Durante la dictadura de Franco se recuperaron de for-ma programada y oficial los cuerpos de aquellos fallecidos pertenecientes al bando de los sublevados y se colocaron pla-cas y monumentos conmemora-tivos que todavía persisten.

En tiempo de la denominada transición, en muchos lugares, como Nafarroa, Gipuzkoa y Biz-kaia, los familiares de los re-presaliados desaparecidos tras ser ejecutados en la Guerra re-cuperaron sin contar con apo- yo institucional y sin asesora-miento técnico un número in- determinado de cuerpos que se encontraban en fosas en distin- tos lugares del monte o cunetas.

En octubre de 2000, la Asocia- ción para la Recuperación de la Memoria Histórica promovió la apertura de una fosa en la que se encontraban los restos de 13 civiles republicanos ejecutados en el 36 que fueron enterrados en Priaranza del Bierzo (León). En esa actividad participaron varios miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y de la UPV, en calidad de expertos en la materia. Y esta circunstancia volvió a repetirse en el verano de 2002, con intervenciones en Piedrafita de Babia (León) y Candeleda (Avila).

Así, en otoño el Ayuntamiento de Otxandio fue requerido por los de Zaldibia y Arrasate para proceder a la investigación de otras fosas comunes en esos municipios. Ante el interés que diversas instancias de la Admi-nistración de la CAV mostraron por el tema, mantuvieron varias entrevistas que se concretaron en el acuerdo adoptado por La- kua al crear una Comisión in- terdepartamental que pretende dar apoyo a los que reclamen la búsqueda de sus familiares desaparecidos en fosas comu- nes durante la Guerra. En setiembre de 2003 se firmó el convenio de colaboración con Aranzadi a fin de proseguir con las investigaciones realizadas. -

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