A la XXX Cumbre ordinaria del Mercosur (llevada a cabo el miércoles y jueves pasados) asistieron los jefes de Estado de los socios plenos (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, y ahora, Venezuela), de los miembros asociados no plenos (Chile y Bolivia), representantes de los países invitados (Ecuador, Perú, Colombia y México) y los de Cuba y Pakistán. Estos dos últimos firmaron sendos tratados comerciales con el bloque sudamericano.

La esperanza que se crea en muchos sectores sociales de Argentina y del resto del continente surge del carácter social y político que los presidentes parecen querer darle al Mercosur, más allá de la unión aduanera. En la Sala de Deliberaciones, donde las delegaciones expresaron sus posturas oficiales, se mostró un clima informal y de fraternidad política, donde en muchos momentos hubo chistes y guiños amistosos entre los presentes, principalmente entre el brasileño Lula, el anfitrión Kirchner y el venezolano Hugo Chávez.

Sin embargo, quien más atención cosechó fue el legendario jefe de Estado cubano, el comandante Fidel Castro. Fiel a su tradición, Castro se extendió sobremanera en su exposición, cautivando a los presentes. En ella remarcó que los pueblos latinoamericanos están «más unidos que otras regiones» y que «esta integración tiene enemigos de siglos que no son felices cuando escuchan noticias de esta unión». Incluso bromeó sobre su propia seguridad, diciendo que «ésta debe ser la única reunión en la que no me hicieron un plan de atentado».

La reaccion de la izquierda

Muchos sectores del Cono Sur vislumbran en el fortalecimiento del Mercosur, y especialmente en la sintonía política progresista de los presidentes de los países que lo conforman, una esperanza para combatir el neoliberalismo que en esta región dejó heridas profundas.

Los líderes que mayor simpatía provocan entre los argentinos de izquierdas son Hugo Chávez, y el histórico Fidel Castro. Este último, en su visita a este país en 2003, convocó en una conferencia que brindó en la Universidad de Buenos Aires a alrededor de 20.000 asistentes, en su mayoría jóvenes estudiantes.

Si bien también amplios sectores de la dirigencia política y de la sociedad argentina critican las violaciones los derechos humanos en Cuba o el personalismo estrafalario de Chávez, muchos son los que prefieren ignorar aquello y resaltan su retórica contra el imperialismo y neoliberalismo y a favor de una construcción latinoamericanista, como paraguas ante las presiones de la globalización económica y las potencias industrializadas.

Uno de los colectivos sociales que más enfáticamente apoyan a los líderes de izquierda de América Latina es el de las Madres de Plaza de Mayo, encabezadas por Hebe de Bonafini. El presidente Hugo Chávez, por ejemplo, mantiene unas relaciones preferenciales con el sector de las Madres liderado por Bonafini (no así con el sector aglutinado en otro colectivo, denominado Línea Fundadora). Han tenido numerosos encuentros tanto en Venezuela como en Argentina y Bonafini lo defiende y alaba públicamente.

La asociación Madres de Plaza de Mayo colocó en las calles de Buenos Aires afiches de propaganda de bienvenida a los presidentes asistentes a la Cumbre con la consigna “La integración latinoamericana es nuestra bandera contra el imperialismo”.

A su vez, organizaron un encuentro con Castro, Chávez y el presidente de Bolivia, Evo Morales, una vez terminada la reunión oficial del Mercosur. El acto, en donde hubo discursos de Bonafini y de los tres presidentes, se llevó a cabo en un escenario armado en la Universidad Nacional de Córdoba, y contó con la presencia de miles de trabajadores, estudiantes y delegaciones de diferentes organizaciones sociales.

La otra Cumbre

Pero la acción popular más relevante durante estos días fue la III Cumbre de los Pueblos, realizada también en la ciudad de Córdoba durante los días 18, 19 y 20. Este evento convocó a diversos grupos sociales, como centros de universitarios, sindicatos y colectivos de indígenas.

Esta reunión buscó, como otras veces, instalar el debate de muchos temas que tocan de cerca a la sociedad latinoamericana. La diferencia de este encuentro con el realizado en noviembre pasado en Mar del Plata (como respuesta a la reunión de mandatarios de toda América para negociar sobre el ALCA), es que no se presentó, como en aquella oportunidad, como la contra-cumbre, sino que busca apoyar y acelerar el supuesto impulso progresista y de solidaridad política que existe hoy entre los líderes sudamericanos.

La «cumbre popular» contó con diferentes foros, talleres y mesas de debates, donde se trataron temas como la distribución de la riqueza, las relaciones de género, la precariedad laboral y las empresas recuperadas por sus trabajadores en forma de cooperativas, entre otros.

También hubo una Marcha de la Cumbre de los Pueblos, donde 5.000 personas se manifestaron por las calles de la ciudad de Córdoba, encabezados por los dirigentes de la Central de Trabajadores Argentinos y la Asociación de Trabajadores del Estado. La manifestación concluyó con un acto frente a la Casa de Gobierno provincial, donde se leyó un documento elaborado tras dos días de deliberaciones que fue entregado a los presidentes. En él se reclamó por la distribución del ingreso, se repudia la militarización del continente y las malas condiciones laborales y se pide la defensa a la salud pública, el agua y la tierra como derechos fundamentales. -

BUENOS AIRES