Hace aproximadamente dos años nuestras retinas se vieron conmocionadas con la visión de una manifestación de Hamas en territorio palestino: en primer plano, un niño vestido de verde con capucha negra y un cinturón a manera de cartuchos de dinamita en miniatura rodeaba su cuerpo. Una especie de kit señorita Pepis del pequeño terrorista-suicida. En la prensa del jueves pasado, otra foto: esta vez alegres niños y niñas israelíes sin capucha escribían dedicatorias en misiles que iban a ser lanzados sobre el Líbano. La apuesta, ya desde pequeños, es terriblemente desigual. Unos poseen la técnica, otros únicamente su cuerpo. La primera imagen indignó a no pocos intelectuales, la segunda no ha removido apenas conciencias. ¿Cuál de las dos es más cruel?
En 1940, en el campo de concentración de Auschwitz, existían tres clases de presos; la menos desfavorecida era denominada «prominencia del campo», el 2% aproximadamente constituido por presos veteranos especializados (médicos, ingenieros, etc...); la «clase media», el 8 o 9 % de los cautivos (enfermeros, kapos, etc...) que disponía de mejores condiciones que la mayoría reclusa que constituía la tercera clase, los denominados musselman, es decir, musulmanes, en situación infrahumana.
A día de hoy, aquel pueblo perseguido y masacrado por ancestrales prejuicios europeos que lo llevaron casi a la extinción goza de una inmejorable salud. Convertido en un Golem aquella figura mítica judía, una especie de criado bobo hecho de arcilla al servicio de su amo, esclavo de los USA, alimentado por la religión más sectaria del planeta se ha convertido en sus antiguos perseguidores.
Erich Fried lo describe en los primeros versos de su poema “Escucha Israel”: «Al ser perseguidos/ fui yo uno de vosotros/ ¿Cómo podía dejarlo estar/ al convertiros en perseguidores?/ Vuestro anhelo era/ llegar a ser como los pueblos que os asesinaron/ Y ya sois como ellos».
Los misiles que los niños judíos dedicaron ya han caído en territorio libanés, ya tenemos centenares de muertos. Ahora preparan la invasión por tierra. Otro nuevo Auschwitz se creará en Oriente Medio, esta vez los musselman serán de verdad musulmanes. Otra vez los niños palestinos y libaneses sólo dispondrán de su cuerpo para oponerse a los tanques. Nosotros, mientras, pararemos la guerra con el mando a distancia. -