Raimundo Fitero
El lenguaje
Obviamente, todo es cuestión de lenguaje. Lo del Líbano o lo de Le Tour. Digamos las cosas claras. Terrorismo es crear terror en la población civil con la intención de cambiar su visión de los hechos por miedo y es lo que está haciendo el ejército mandado por el gobierno de Israel. Un terrorismo de máxima intensidad. Que todavía se quiera decir que lo de Hezbolá es “esa mierda”, significa que el señor Bush es la escoria histórica más redundante. Que no puede existir Paz cuando hay tanta agresión desde una parte y que si miramos con atención cuanto sucede en estos momentos nos debemos poner a descifrar muchos lenguajes tibios de los países árabes, especialmente. ¿A qué esperan? Beirut quedará como una ciudad de guerra para varias generaciones. Algunos habíamos conocido el Líbano como al Suiza árabe. Y hoy vuelve a ser una ciudad de miedos y escombros, maltratada, invadida. El lenguaje oficioso y el oficial nos quieren dejar orilladas la realidad de sus habitantes. Es como si vivir allí no te dé ningún derecho humano, eres simplemente una circunstancia histórica, y los bombardeos del ejército israelí se deben aceptar como resultado de unas acciones de grupos minoritarios. Es una de las perversiones del lenguaje. Una vida sesgada por una bomba de fabricación industrial o casera, es una vida. Y muchas vidas un genocidio. Relajémonos. “He hecho todo cuanto he podido y estoy satisfecho”. Este es el lenguaje del buen perdedor. Es un lenguaje honesto. Otro ha sabido aprovechar mejor sus oportunidades y ha corrido sobre su bicicleta más veloz que tú en el momento adecuado. Hoy veremos un paseo triunfal y una foto final sin mucha historia. Pero es el triunfo de las segundas opciones. Un Tour que empezó bajo todas las sospechas, que arrancó judicializado, que ha transcurrido sin previsiones certeras y que ha deparado emociones. Los datos de audiencia de La 2 subieron, pero se quedaron a larga distancia de los mejores tiempos. La remontada de estos últimos días debe entenderse como una clave para descifrar el dopaje, las presiones para lograr resultados inmediatos. Es un lenguaje perverso de su propio pragmatismo. -
|