Martin Garitano - Periodista
Ma�ana tambi�n es 26
Fidel Castro, a punto de cumplir los ochenta a�os de edad y despu�s de casi medio siglo al frente del Gobierno cubano, ha delegado el poder en su hermano Ra�l por razones de salud. Hasta ah� todo pudiera parecer id�ntico o parecido a lo que ocurri�, por ejemplo, en Espa�a cuando Franco, llamado a morir, design� a Juan Carlos Borb�n sucesor �a t�tulo de Rey�. O cuando al designado le toque rendir cuentas ante la parca y sea el marido de Letizia Ortiz el que rija los destinos de los espa�oles. Nada m�s lejos de la realidad. Fidel Castro Ruz, con las luces y las sombras que a todos los humanos iluminan y ensombrecen, dirigi� con coraje la insurrecci�n armada contra las tiran�as. Contra la de los yankees que convirtieron su patio trasero en un casino y un burdel, y contra la tiran�a de los ignorantes que, como Batista, pusieron su pataner�a al servicio del yankee y la impusieron a la mayor parte de la poblaci�n de Cuba. Fidel Castro, d�gase lo que se diga, comand� el asalto del 26 de julio contra el m�tico Moncada; purg� prisi�n por ello; encabez� a los supervivientes en el Granma; comand� a h�roes de la humanidad como el Ch�; colabor� con las fuerzas de la libertad en el medio mundo aplastado por el otro medio; organiz� la erradicaci�n del analfabetismo en su tierra y, por todo ello, se granje� el odio eterno y enfermizo de los poderosos del planeta. Gan� con su firmeza la fobia purulenta de quienes se cre�an con el derecho a manejar vidas y bienes de toda la humanidad. Fidel Castro, iluminado en su afiche por sus obras y ensombrecido, sin duda, por las carencias a las que nadie escapa, ha delegado el primer puesto de la Revoluci�n Cubana en Ra�l, su primer seguidor en la Sierra Maestra. Nada hay menos razonable que el r�gimen din�stico, pero no creo que nadie pueda explicar este recambio en t�rminos de monarqu�a revolucionaria. Fidel, para quien conozca Cuba, es insustituible. Como lo fue el Ch� para las generaciones que le seguimos recordando. Pero hoy, en Cuba, saben que la obra de la Revoluci�n sigue viva, activa. Saben lo que hubo y lo que hay. A mis cuarenta y dos a�os, nac� con Fidel Castro entregado a la liberaci�n de las mujeres y hombres cubanos, y al que hoy reina en Espa�a lo recuerdo comiendo, bebiendo y brindando con el sanguinario Franco. Esa es, entre otras, la diferencia. Hoy, sin duda, tambi�n es 26. Y ma�ana, tambi�n. -
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