"Fidel, Fidel, FidelŠ los pueblos te agradecen palabras en acción y hechos que cantan""Por eso desde lejos te he traído una copa del vino de mi patria..."
Así inicio el gran Pablo Neruda, el poema que le dedicó a Fidel en ocasión de su primera visita a Cuba revolucionaria. Ese agradecimiento no sólo perdura, sino que se ha acrecentado de manera especial.
Fidel se ha convertido en una de las personalidades más queridas y respetadas del siglo XX y de lo que va del siglo XXI. Un liderazgo realmente impresionante. Querido por una gran parte de la humanidad. Respetado hasta por una parte de sus adversarios y enemigos. Odiado exclusivamente por la mafia cubano-americana de Miami, por los halcones de Washington y la ultraderecha mundial.
Las razones de ese enorme afecto y especial reconocimiento son claramente identificables: talento cultivado, carisma, dignidad, honestidad, genialidad política, sensibilidad social y humana, espíritu solidario, capacidad de comunicación, valor personal, firmeza inconmovible, coherencia político-ideológica; y, sobre todo, sentido de patria y humanidad.
Fidel es el primer y gran precursor de la segunda independencia de nuestra América y el líder de la primera revolución de orientación socialista en el Hemisferio Occidental.
Fidel ha encabezado durante 50 años, desafiando innumerables riesgos y penurias impuestas, la resistencia antiimperialista continental contra la superpotencia mas poderosa y agresiva de la historia mundial. ‘‘Palabras en acción y hechos que cantan’’, ¡a sólo 90 millas del súper-imperialismo estadounidense!
En víspera de sus 80 años de edad en medio de una desgarradora lucha entre un imperio pentagonizado, decadente e intoxicado con la droga del proyecto de la conquista militar de las riquezas del planeta, y los nuevos e intensos vientos liberadores Fidel está padeciendo de un serio problema de salud que lo ha llevado a proclamar su retiro provisional de todas sus funciones de Estado y partido. A la llegada del ALBA, después de un largo periodo de oscuridad, se produce este significativo tropiezo, producto de fallas físicas-biológicas provocadas por al intensidad de sus trabajos y compromisos.
Fuerza y ánimo todavía le sobran para plantearse la recuperación a relativamente corto plazo.Ojalá lo logremos, porque en estas «horas de los hornos», como decía Martí, se necesitan mas que nunca su sabiduría, su firmeza y su experiencia. Lo necesita Cuba para facilitar, aun más, el traspaso de un liderazgo inmenso a las nuevas formas de conducción de un proceso que tiene el récord de resistencia y la hazaña de haber sobrevivido a la agresión imperialista, y también al cataclismo del «socialismo real»escenificado hace casi dos décadas.
Sería muy conveniente para el paso paulatino a nuevas formas de conducción y para ampliar las bases de la renovación estructural y generacional dentro de la propia revolución, como avance al nuevo socialismo, al socialismo del Siglo XXI; cada vez mas posible luego de los cambios alentadores en la correlación de fuerzas y las promisorias perspectivas revolucionarias relanzadas desde el Norte de Sur América y desde la nueva revolución en Venezuela; cada vez más posible dada la resistencia a la guerra global desatada por EEUU y, evidente, el empantanamiento de su estrategia militar y el fracaso de sus imposiciones neoliberales.
Fidel ha tenido que hacer un alto en el camino y en su reciente Proclama ha anunciado un relevo provisional ajustado a las normas institucionales cubanas. En ese contexto anhelamos vehementemente su recuperación, porque lo mejor sería que pudiera aportar más aún a las promisorias perspectivas del proceso cubano y de los cambios continentales y mundiales.
De todas maneras este momento doloroso, por encima de su posible y deseable carácter temporal, apunta en dirección a la necesidad de pensar y actuar en función de la continuidad de la revolución cubana y sus perspectivas socialistas más allá de la vida física de Fidel. La inmortalidad física de los seres humanos no se ha inventado y Fidel lo sabe mas que nadie, tanto que desde el año pasado viene hablando de la necesidad de superar los problemas acumulados que eventualmente podrían afectar a la perdurabilidad de la revolución más que la agresión de su propios enemigos.
Ese es también parte de su legado trascendente y de los desafíos que deberán afrontar las generaciones de revolucionarios que habrán de sucederle en forma más permanente.
Específicamente, al componente de la dirección histórica revolucionaria que sobreviva a la muerte de Fidel, en el momento que esto ocurra, y a las generaciones más jóvenes, les tocará enfrentar el reto de llenar el vacío que plantea la ausencia física de ese gran liderazgo, para emprender, con nuevas modalidades de conducción, las nuevas tareas de la revolución.
A tres generaciones de la Revolución les tocará articular las capacidades y las modalidades de dirección que posibiliten la continuidad ascendente del proceso revolucionario y el relevo de la generación histórica que se agota por el peso de los años, y garantizar el rumbo a un socialismo cada vez más participativo.
Creo, en verdad, que las potencialidades y valores para triunfar de nuevo abundan en esa sociedad. Todo dependerá de la sabiduría y creatividad revolucionaria que sean capaces de desplegar los(as) dirigentes de esa fase por venir. Pero creo también que las asechanzas perversas del imperio se incrementarán y que por eso habrá que multiplicar la firmeza y la solidaridad. -