Comparto reacciones familiares sobre las elecciones como un ejemplo de lo que muchos mexicanos sentimos en estos momentos. Una de mis hermanas, abogada especializada en Derecho laboral, piensa que el PRD no ha tenido un buen equipo de abogados para impugnar o reclamar adecuadamente el recuento de votos y que se dejó escapar la oportunidad de que ganara la izquierda. Mi hermano participó activamente en la campaña de López Obrador y quedó muy decepcionado, critica las pésimas estrategias políticas y sociales del partido, piensa que esto ha provocado que el partido se divida y cree que en México no existe un verdadero frente de izquierda. Dos de mis hermanas, profesoras y fanáticas PRDistas, fieles a López Obrador en todo tipo de manifestaciones, están rabiosas e indignadas, dicen que Calderón no lo va a tener nada fácil, que seguirán en pie de lucha y en protestas continuas por la forma tan sucia en que está actuando el PAN. Otra de mis hermanas, junto con mi madre, ha dejado de creer desde hace mucho en la política y, sobre todo, en los políticos; piensan que la esperanza es poner más credibilidad y energía en la propia familia para que el mundo mejore o se enderece.

Desconozco con detalle lo que está sucediendo en mi país, pero lo que me queda muy claro es que, gane quien gane y pierda quien pierda, los perjudicados somos como siempre el pueblo mexicano. Una vez más somos utilizados, humillados, traicionados y víctimas de ambición y corrupción política.

Seguramente que en el País Vasco hay muchos mexicanos y vascos que pueden hacer un buen análisis político sobre la situación que ahora vive mi país, yo sólo puedo hacer una apreciación muy limitada sobre lo que observo de la reacción y diversidad de opiniones y sentimientos que genera el proceso fraudulento de nuestras elecciones.

Soy producto de esta familia; abuelos revolucionarios, abuelas vascas, que participaron en la Revolución Mexicana, padre líder de campesinos, quien colaboró con la guerrilla de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, madre fundadora de escuelas primarias, quien participó en la lucha de Rubén Jaramillo, hermanos que vivieron una guerra sucia, secuestrados, torturados y presos políticos.

Ahora me encuentro aquí en el País Vasco como inmigrante mexicana, empatizando y solidarizándome con el pueblo vasco, indignada por las injusticias que se cometen aquí y en todo el mundo, queriendo hacer mucho y consciente de que puedo hacer muy poco o casi nada, y aun así no quiero perder la esperanza de un mundo mejor. -