Karolina ALMAGIA
Risas, lagrimas, muchos canapes y algunos recuerdos
Si el cine sirve para emocionar, el Zinemaldi ha tenido un buen comienzo. Ayer reímos y lloramos, y entre tanto, degustamos quesu asturiano y escuchamos buena música. Hubo también lugar para el recuerdo, el de Pilar Miró, una mujer habitual de este certamen, amada y odiada a partes iguales, cuyo hijo se ha convertido en un fenómeno mediático.
Reír y llorar. Eso es el Zinemaldia. Empezamos el día riendo con ganas en la peli «Sleeping dogs lie», esa de una chica perfecta que la caga cuando le cuenta a su novio un secreto sexual inconfesable ¿a quién se le ocurre, loca? y seguimos sonriendo, ya a la salida, cuando vimos al salao del director, vestido con faldas y enseñando la pantorrilla a los fotógrafos. El tal Bobcat Goldthwait, además, aprovechó la rueda de prensa para llamar idiota a Bush todo un detalle y para contarnos que el culo que aparece en una de las escenas sexuales del film es suyo. Pues me alegro.Y llorar. ¿Cómo no te vas a emocionar reviviendo lo sucedido el 3 de marzo de 1974 en Gasteiz, escuchando las conversaciones de los policías que asaltaban la iglesia «¡A por ellos!», mientras suena la música de Lluis Llach y reconoces las caras de los que salen en pantalla... Total, que los primeros cleanex del paquete ya han caído tuve que darle uno a la espectadora de al lado, que conste que no soy yo la única blanda y los que caerán. Que para vivir emociones hemos venido hasta aquí, que la peli que te deja indiferente no merece ni reseñarse. Emociones las que se sintieron en el Velódromo, donde no faltó la gente de la asociación 3 de Marzo, con su portavoz Andoni Txasko a la cabeza, apaleado y detenido horas antes del concierto de Lluis Llach, en ese otro 3 de marzo, el de 2006, con el que cierra su película Lluís Danès. No se llenó el Velódromo ayer por la noche, y a mí se me hace difícil de entender, pero así son las cosas. En todo caso, los que asistieron aplaudieron de pie a un Llach que interpretó cuatro canciones de la época entre ellas “L’ staca” y “Abril 74” y que se mostró encantado de haber servido de «excusa» en el documental de Danès para rememorar una historia que no debemos olvidar. Reír, llorar y... comer. Yo no sé cómo será en otros festivales, en otros países, pero en éste les aseguro que no se presenta nada sin el consabido cocktail. Canapé por aquí, pintxo por allá. Andaba yo perdida en el María Cristina buscando los Encuentros de Zabaltegi los han cambiado de sitio y nadie sabía decirme dónde estaban; allí presentaba Marc Recha una película protagonizada por su hermano David cuando fui a parar a una de esas presentaciones sobre algo de Asturias. ¿Sobre qué? No sé, sólo sé que ahí corrían los canapés de quesos asturianos, que estaban buenísimos, y que David Trueba puede dar fe de ello. El marido de Ariadna Gil, que andaba ayer saludando a diestro y siniestro a colegas y fans, presentó en Especiales Zabaltegi “La silla de Fernando”, una jugosa conversación con el siempre interesante Fernando Fernán Gómez. Pero si de mover el bigote hablamos, los jugos gástricos andaron ayer como locos durante la presentación del libro “Cocinar de cine” (Everest). Escrito por los hermanos Xabi y Juan Miguel Gutiérrez, el libro relaciona películas y gastronomía, ofreciendo recetas de platos que quedaron inmortalizados por el séptimo arte. Durante la presentación, Juan Mari Arzak siguió atentamente las explicaciones de los Gutiérrez, quienes mamaron desde la cuna la pasión por la cocina y el cine, pues su padre era cinéfilo y su madre muy buena cocinera, según contaron. Y hablando de libros, ayer tuvo lugar en la Fnac la presentación de “Pilar Miró. Nadie me enseño a vivir” (Plaza & Janés). «Todo esto es por Gonzalo, no te creas que es por mi libro», oí que le decía Diego Galán a un amigo, minutos antes de comenzar el acto. Y es que en el Fórum de la Fnac se agolpaban decenas cientos, exagerando un poco de cámaras, amén de tropecientos curiosos. Y allí que apareció Gonzalo Miró, que este año parece que no ha venido con la duquesita, y recibió el agobiazo mediático sin inmutarse una pizca. El hijo de la Miró se fundó en un abrazo con Antonio Gasset, que acompañaba en la mesa a Diego Galán, junto a Antonio Pérez Estremera. Resulta que el presentador de “Días de cine”, se nos reveló como un tímido enfermizo, que lo pasa fatal hablando en público y casi no pudo acabar su pequeño discurso, colocándose apuradamente las gafas oscuras para ocultar el sofocón. ‘¡Pero si tú hablas ante la cámara!’, soltó Galán, también sorprendido. ‘Sí, pero grabado, en directo lo llevo fatal’, confesó él. Muchas señoras, muchas jovencitas y también las consabidas caras conocidas: Marisa Paredes dolida aún de la torcedura de pie que sufrió en la gala inaugural al bajar las escaleras, que digo yo que igual por eso no dio pie con bola en la presentación, el actor Pedro Armendáriz junior, el productor Agustín Almodóvar o el alcalde Odón Elorza, entre otros. Diego Galán recordó la forma en la que se gestó todo. ‘¿Por que no escribes un libro sobre mi madre y así me entero de quién es?’, le espetó Gonzalo durante una comida. Y él contestó rápidamente que «ni hablar». Pero luego se lo fue pensando y acabó viéndolo como un «reto apasionante». Y se sumergió en los diarios y recuerdos que había dejado la cineasta, hasta el punto de que muchas noches no pegó ojo sintiéndose un «profanador de la intimidad» de su amiga. Pero lo que escribió lo hizo con sinceridad, porque como él dijo, «éste no es un libro sobre Santa Pilar Miró». El ex director del Zinemaldia definió a la realizadora madrileña como una persona peculiar, una mujer «terca, absurda maniática, insoportable muchas veces, pero extraordinariamente valiosa y muy peculiar dentro de este país por su coraje y su talento». Galán se mostró satisfecho de que hoy todos hablen bien de esta mujer de la que «en algún momento de su vida se dijeron atrocidades». Pilar Miró. Yo la recuerdo bien paseándose por el María Cristina, altiva, seria, como recuerdo la mirada fulminante que le lanzó a Joaquín Sabina en una rueda de prensa en la que compartían mesa, hace años, cuando éste osó hacer un comentario jocoso sobre la «película» que la Miró había hecho sobre la boda de la Infanta. Otros tiempos. Por cierto, ¿me lo parece a mí o este año hay muchos menos caza-autógrafos en la puerta del hotel? Los que persisten, ayer consiguieron las firmas de José Coronado, Federico Luppi o Jonathan Demme, que fueron llegando a lo largo de la tarde.
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