Las fuertes tormentas y granizadas que se produjeron a principios del mes de julio en algunas zonas de Euskal Herria han provocado importantes daños en extensas masas de pino radiata (también conocido como pino insignis), sobre todo en la zona más oeste de Bizkaia, concretamente en Enkarterriak, y en Zornotza. Los efectos de aquellas granizadas se han visto ahora, después del verano. Las «heridas» causadas por el granizo en los árboles han facilitado la entrada de la diplodia, una enfermedad que ya ha afectado en otras ocasiones a los pinares vascos y que provoca su enrojecimiento, no por la granizada en sí, sino por las afecciones de hongos.

Cuando las granizadas caen en épocas de elevada humedad y temperatura, como ocurrió en julio, los hongos se multiplican con mayor celeridad y los daños suelen ser mayores, aunque también depende del vigor del árbol para defenderse.

La Asociación de Forestalistas de Bizkaia ha calculado que habrá que talar unas 500 hectáreas de pinares. Otras 1.500 han sufrido afecciones de diverso nivel, si bien confían en que se puedan recuperar con tratamientos puntuales.

Los daños todavía no han sido evaluados con precisión, pero las primeras estimaciones apuntan a unas pérdidas de al menos dos millones de euros, que se paliarán en parte con las ayudas oficiales previstas a partir de noviembre.

Forestalismo intensivo

El resurgimiento de la diplodia lleva a plantearse una vez más el porqué de la existencia de grandes extensiones de pino en Bizkaia y Gipuzkoa, en detrimento de otras especies. Desde organizaciones ecologistas se apunta a la erosión y el empobrecimiento del suelo como algunos de los aspectos negativos del forestalismo intensivo del pino. Por su parte, Mario Michel, doctor ingeniero de Montes y autor de la primera tesis sobre la historia del pino en Euskal Herria, ha indagado en los 150 años de presencia de esta especie y ha sacado a la luz las razones de su masiva presencia. «Antes de la implantación del pino, en los montes vascos predominaban especies como el roble y el haya, pero era un arbolado deficiente ­precisa­, porque había estado durante casi 400 años cortándose para obtener sobre todo carbón vegetal para las ferrerías y la industria. En algunos casos ya había desaparecido ese arbolado, y de hecho se estima que la mitad de la superficie arbolada actual era entonces arbolado deficiente, y de la otra mitad ya sólo quedaban matorrales».

También indica que el hecho de priorizar el pino, en detrimento de especies autóctonas, estuvo motivado por cuestiones económicas, «pero no de grandes empresas, sino de los caseros, que obtenían así unos ingresos muy interesantes».

«En aquel momento no le veían una salida al roble y al haya, porque eran especies que estaban ya muy deterioradas, y además surgieron enfermedades que afectaron a los robles. Por eso ­explica Michel­ introdujeron el pino, una especie que veían más idónea para la construcción, para los barcos, etcétera, y más tarde para la industria papelera».

El autor de esta tesis recuerda que «los propietarios forestales vendían a la industria el producto de los trasmochos de roble y haya, y el carbón vegetal lo vendían a las ferrerías. Pero llegó un momento en que las ferrerías se hundieron, dejaron de necesitar carbón vegetal, y los montes se quedaron sin uso. Fue entonces cuando surgió la posibilidad de introducir el pino para otros usos».

La industrialización de los años 60-70 también provocó el abandono de zona rurales, «y fue entonces ­apunta este ingeniero­ cuando los propietarios de los campos y montes optaron por plantar los pinos».

Recuperación de frondosas

A su juicio, la reforestación con pinos ha creado una «economía forestal» en torno a esta especie. «Es cierto que grupos ecologistas han hecho críticas, pero yo veo como ventaja que se ha generado un sistema forestal. Ahora tenemos el reto ­agrega­ de mantener un sistema forestal en equilibrio, bien gestionado y sostenible».

En este sentido, se muestra partidario de recuperar las frondosas en las zonas que gozan de figura de protección, y constata que «ya se van poco a poco recuperando« y que «cada vez hay más bosque atlántico».

Por último, aclara que «el pino en sí no empobrece el suelo, porque aunque saca nutrientes del suelo también aporta nutrientes y genera biomasa; el empobrecimiento llega por problemas de erosión». -