Sobre el río Yalu, que separa a China de Corea del Norte, la atmósfera es festiva. Los turistas norcoreanos se solazan, bien lejos de la atmósfera de crisis en el contexto del anuncio por parte de su Gobierno del primer ensayo nuclear en el país. En Corea del Norte, ayer fue festivo.

El Partido de los Trabajadores, en el poder, celebró los 61 años desde su fundación y miles de norcoreanos aprovecharon para realizar excursiones a bordo de viejos y oxidados cargueros. Habituados a una vida austera, los barcos se acercan lo más posible a la frontera china para observar la creciente pujanza económica de sus viejos vecinos.

«La frontera está situada justo en la mitad del río, pero los barcos no pueden atravesarla si no quieren ser abordados», explica Wan Chuanjiang, capitán de un navío turístico chino.

«Esta gente es tan pobre que quiere ver cuanto más cerca mejor la riqueza de los chinos», asegura con un indisimulado aire de suficiencia. «Los chinos, al contrario, quieren ver hasta qué punto los norcoreanos siguen atrasados», añade.

Los norcoreanos, la mayoría de ellos jóvenes y vestidos con chándal, saludan y sonríen a los turistas chinos que viajan también «en crucero» sobre el río Yalu, tras haber embarcado en Dandong, una localidad puerto-comercial china.

Soldados norcoreanos uniformados fuman tranquilamente cigarrillos en la ribera y matan el tiempo pescando en compañía de civiles. De tanto en cuanto, los norcoreanos lanzan pequeños guijarros hacia las embarcaciones chinas. Uno de ellos, amenazante, muestra su puño a los turistas occidentales que participan en el crucero del lado chino.

Patrullas militares, tanto norcoreanas como chinas, están presentes en la zona, oficialmente para impedir el flujo de emigrantes del norte de la Península a la vecina China. «Esta parte del río es particularmente peligrosa, por lo que son pocos los que se atraven a intentar cruzarla a nado», asegura Wang, quien añade en su tono ya habitual que «si te atrapan, te meten en una campo de trabajo seis meses».

Llegada la noche es el imperio de los contrabandistas chinos, que venden cobre y aluminio en el mercado norcoreano.

«Hay tráfico de bienes, pero no de personas. Si te pillan tratando de pasar gente vas directamente a prisión», añade el capitán del barco chino. «De todas maneras, los norcoreanos no disponen de dinero para poder pagar un pasaje», insiste en el mismo tono el marino.

En Dandong, el célebre «Puente de la Amistad» aparece cerrado pero un responsable de la aduana llamado Huang precisa que esta circunstancia «no tiene nada que ver con lo que pasó ayer», en referencia a la prueba nuclear subterránea realizada por el Ejército Popular norcoreano.

«La frontera está cerrada del lado norcoreano porque allí es fiesta. Desde nuestro lado está abierto», insiste.

Un vendedor de souvenirs de Dandong evoca el ensayo nuclear del lunes. El líder norcoreano, «Kim Jong-il es verdaderamente un tipo especial. No tiene empacho alguno en mostrar a todo el mundo que no se deja intimidad por EEUU, Japón y Corea del Sur». «Y nosotros sabemos que la prueba no está dirigida contra nosotros», añade tranquilo. -

DANDONG (CHINA)