GASTEIZ

El análisis, considerado un hito por la propia OMS por su metodología y su representatividad del panorama mundial que ofrece esta lacra, arroja una conclusión muy clara. «Desafía la percepción de que el hogar es un lugar seguro para la mujer, mostrando que las mujeres corren mayores riesgos de experimentar la violencia en sus relaciones íntimas que en cualquier otro lugar», en palabras de Yakin Ertürk, relator especial sobre violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias de la Organización Mundial de la Salud. Y va más allá, al asegurar que resulta «difícil responder con eficacia a esa violencia» porque demasiadas mujeres aceptan esa actitud violenta como «normal».

Bangladesh, Brasil, Etiopía, Japón, Namibia, Perú, Samoa, la antigua Serbia y Montenegro, Nueva Zelanda, Tailandia y Tanzania, un abanico de estados que pretende dibujar cuál es la realidad más allá de las estadísticas que de manera habitual se manejan en los países más desarrollados. Porque no han sido sólo números lo que ha tratado de buscar la OMS, sino vivencias.

Una revisión de estudios realizados antes de 1999 en 35 países arrojaba unos porcentajes de mujeres víctimas de algún maltrato en su vida de entre el 10 y 52%, y de entre el 10 y 30% en los casos de víctimas de violencia sexual por su pareja. Pero los datos de las regiones empobrecidos seguían siendo escasos.

Por primera vez, un estudio ha indagado en esta realidad menos conocida, que, sin embargo, ha revelado un panorama ya sabido. «Los resultados indican que la violencia infligida por la pareja se halla extendida en todos los países donde se realizó el estudio», señala el documento que se puede consultar en la web de la OMS desde la pasada semana. Eso sí, las variaciones de unos lugares a otros son significativas, algo que no impide concluir a los autores del informe que en la mayoría de los entornos analizados se registraron índices comprendidos entre el 24 y el 53% de mujeres víctimas en alguna ocasión de violencia física o sexual.

Las mujeres japonesas, por ejemplo, eran las que menos habían experimentado este tipo de violencia. Su caso se contraponía al de las experiencias recogidas en zonas rurales de Bangladesh, Etiopía, Tanzania o Perú. Y, sin embargo, la OMS advierte de que incluso en Japón, cerca de un 15% de mujeres admitieron haber sido objeto de violencia por su pareja en algún momento de su vida. En el último año lo fueron un 4% de mujeres japonesas o serbias; en el caso de Etiopía lo habían sido un alarmante 54%.

Algunos de los datos que arroja este informe son ciertamente estremecedores. En las zonas rurales de Etiopía, hasta un 71% de las mujeres han sido víctimas de violencia física o sexual a lo largo de su vida ­una de cada tres mujeres etíopes fue obligada a mantener relaciones sexuales por su pareja en el último año­, un porcentaje que en la zona rural de Perú es del 69%, en la de Bangladesh del 62% y en la de Tanzania del 56%. Es decir, miles de mujeres a las que nadie presta atención ni están amparadas por ley o derecho alguno.

El acto de violencia más común manifestado por esas 24.000 mujeres entrevistadas era la bofetada propinada por su pareja, seguida del puñetazo, una agresión esta última que había recibido entre el 10 y 20% de las mujeres de la mayoría de lugares analizados. «Al principio se limitaba a pegarme en casa, pero poco a poco ya no le importó. Me abofeteaba delante de los demás... Cada vez que me pegaba, era como si estuviera poniendo a prueba mi capacidad de aguante, para ver cuánto era capaz de soportar», contaba una licenciada tailandesa de 27 años.

Los insultos, la humillación y la intimidación son otras formas de maltrato que igualmente están presentes en elevados porcentajes. Entre un 20 y un 75% dependiendo de las zonas estudiadas. «El maltrato síquico es peor. Cuando te dicen que no vales para nada», detalla una mujer montenegrina, en una respuesta que se antoja universal entre quienes hayan vivido esa humillante experiencia.

El documento de la OMS también aporta algunos datos interesantes, quizá sujetos a la cultura de cada región. En Etiopía, por ejemplo, sólo un 4% de las mujeres mayores de 15 años víctimas de maltrato físico o sexual lo habían sido por alguien ajeno a la pareja. Sin embargo, en Samoa, ese porcentaje se disparaba hasta el 65%. Quizá ayude a entender esta cifra el hecho de que un 86% de las mujeres maltratadas consideran esa violencia como algo normal o trivial. La mayoría de encuestadas aludía a sus padres o familiares como los abusadores, aunque en entornos de Bangladesh, Namibia, Samoa o Tanzania también fueron mencionados con frecuencia los profesores.

Un apartado, sin duda, delicado es el que indaga en el tema de los abusos sexuales antes de los 15 años. Delicado y con cifras que llaman a la reflexión. EnJapón un 14% de las mujeres encuestadas admitieron tales abusos, un porcentaje sólo superado por Perú y Namibia.

Una cuestión más planteada en el informe de la OMS tiene que ver con la primera relación sexual. En la mayoría de lugares, más de 5% de las mujeres declararon haber sido forzadas a tenerla. «En todos los entornos examinados, con la excepción de Etiopía, cuanto más joven era la mujer en el momento de tener su primera experiencia sexual, más probabilidades había de que hubiera sido forzada a tenerla», señala el documento.

La ONU llama a acabar con la impunidad

«Acabar con la impunidad en la violencia contra la mujer es crucial», enfatizó ayer el secretario general de la ONU, Kofi Annan, tras presentar un informe que hace énfasis en que la violencia contra la mujer, proceda de donde proceda, es una violación de sus derechos, y la causa y a la vez la consecuencia de su desigualdad con el hombre. El dossier sostiene que la violencia de género empobrece a las familias y comunidades, reduce los recursos gubernamentales y coarta el desarrollo económico. Annan reclamó, por otra parte, la acción inmediata y concertada de los gobiernos, después de constatar que «la impunidad con la que se permite que continúe es un claro indicador del fracaso de los estados para proteger a las mujeres». -