BILBO
Los montañeros Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Ferrán Latorre regresaron del Himalaya «apenados» por no haber conseguido su objetivo de alcanzar la cima del Everest por la denominada vía Horbein en estilo alpino, pero también «muy satisfechos» por la planificación y el trabajo desarrollado hasta los 8.500
metros, el punto en el que desistieron de su intento.
«La aventura puede ser loca, pero el aventurero debe ser cuerdo» fue la frase, atribuida al escultor Jorge Oteiza, con la que respondió Iñurrategi cuando se le cuestionó si pensó en seguir hacia la cumbre cuando Latorre y Vallejo se dieron la vuelta a menos de 400 metros de la cima.
«Ni se me pasó por la cabeza. En el momento en que decidieron que no subían empezaba el terreno de más dificultad», recalcó el alpinista guipuzcoano, quien aseguró
que «con buenas condiciones» aún hubiese necesitado «unas ocho horas más» para hollar el techo del planeta.
Vallejo, por su parte, fue el encargado de relatar los puntos claves de una expedición que, de haber alcanzado su meta, hubiese sido la segunda en la historia de las 3.000 que han logrado el Everest en hacerlo por ese corredor Horbein sin ayuda de oxígeno, cuerdas fijas ni campos intermedios.
El alavés explicó que el proceso de aclimatación a la altura, a 6.000 y 7.000 metros, se desarrolló sin contratiempos. Fue a partir de entonces cuando empezaron a acumularse una serie de factores externos negativos que acabaron provocando un desgaste físico extra decisivo en el momento clave de la ascensión.
El primero de ellos fue la gran nevada caída sobre el campo base en las fechas próximas al asalto a la cumbre. «El 30 de septiembre, lo que era una morrena de roca muy cómoda se convirtió en un camino glaciar desde el campo base. Tuvimos que salir abriendo huella y lo que antes costaba 3 horas ahora eran 6 ó 7 horas hasta la base de la pared», explicó.
«El día siguiente decidimos ir a probar y encontramos la pared en muy buenas condiciones. La idea era llegar a 7.200 metros y allí colocar un primer vivac. Nos costó muchísimo poner esa primera tienda. Pasamos una noche mala y nos desgastó bastante», agregó Vallejo.
«El 2 de octubre salimos desde la base del corredor Horbein, a 7.900 metros. A los
8.200 Ferrán se dio la vuelta. Nosotros seguimos hasta los 8.500, pero entonces yo no me encontraba en condiciones. En otro tipo de montaña, con equipamiento mas clásico, hubiéramos apurado más, pero quedaba un descenso muy comprometido», explicó el himalayista vasco.
