ESTOCOLMO
Orhan Pamuk se ha convertido en el primer escritor turco que recibe el Premio Nobel de Literatura, una circunstancia que, en su opinión, le confiere al galardón un «carácter político» que podría convertirse en una carga adicional para él. Desde Nueva York, donde se encuentra actualmente, aseguró sentirse sumamente honrado con el galardón y considera que representa un mensaje contra quienes defienden la existencia de la teoría del «choque de las culturas».
Añadió que «la imagen del Oriente y Occidente y su choque es una de las ideas más peligrosas de los últimos años». Al mismo tiempo, lamentó que la existencia de la teoría de los dos polos culturales ha sido corresponsable «de la muerte de muchas personas». El, en cambio, cree que cualquier cultura necesita de la mezcla de muchas influencias. «Mi trabajo es la mejor muestra de lo fructífera que puede ser la mezcla de culturas», señaló.
«Hay pocos autores en la literatura mundial que den un retrato tan fascinante de la ciudad como Pamuk», dijo Horace Engdahl, secretario de la Academia, al dar a conocer el premio, para destacar la «fascinante fantasía que teje el autor en sus novelas».
El autor, de 54 años de edad, simboliza el puente entre Oriente y Occidente y tiene una sólida obra literaria que indaga en las raíces para contar la realidad de hoy. «Llevo 30 años escribiendo ficción. Hace 30 años decidí que no podía hacer ninguna otra cosa. Ni ser arquitecto, ni nada más, yo quería ser novelista y empecé a escribir novelas por impulso propio». Así explica Pamuk las razones que lo impulsaron a escribir.
Nacido en Estambul, puente entre Europa y Asia y ciudad en la que vive y de la que tan sólo se ha separado desde 1985 hasta 1988 para ir a la universidad de Columbia de Nueva York y luego a la de Iowa.
Traducido a 34 lenguas, Pamuk es el escritor turco más internacional y un claro defensor de la libertad y de la entrada de Turquía en la Unión Europea. Durante la entrega del Premio de la Paz de los Libreros Alemanes, el año pasado, se refirió a la adhesión turca a la UE, y también criticó la actitud de algunos estados miembros por una reticencia que Pamuk considera que va más allá de la deficiencia democrática de su país, desacreditando la cultura y el pueblo turcos.
Laico, de una gran cultura, con estudios de arquitectura y periodismo, y pintor antes que escritor, una faceta que de alguna u otra manera impregna sus libros, el nuevo premio Nobel pertenece a una familia estambulí de clase acomodada. Así lo cuenta él mismo en el libro “Estambul, ciudad y recuerdos”, un volumen de memorias, en donde habla de su infancia, de su familia, y sobre todo de su relación con Estambul, la ciudad que considera «un destino incuestionable». Una ciudad que ha forjado su carácter: «Lo que me ha determinado ha sido permanecer ligado a la misma casa, a la misma calle, al mismo paisaje, a la misma ciudad. Es lo que ha formado mi carácter», ha reconocido en alguna ocasión. Autor de títulos como “El libro negro”, “Me llamo rojo”, “El astrólogo y el sultán”, “Nieve”, o “La vida nueva”, Pamuk está considerado como un gran humanista, y algunos críticos le han llegado a denominar “el Erasmo contemporáneo”.
Se estrenó como escritor con “Cevdet y sus hijos” (premio Orhan Kemal de Novela en 1983), a la que siguió “La casa del silencio” (1983), que obtuvo el Premio Madarali (1984) y cuya traducción al francés recibió en 1991 el Premio del Descubrimiento Europeo.
ANKARA
Los círculos literarios turcos mostraron ayer su alegría por la concesión del premio a Pamuk y aseguraron que se lo merece y que el premio significará la apertura de la literatura turca al mundo.
El crítico literario Dogan Hizlan, dijo que se encontraba feliz por dos razones. «La primera porque un muy buen escritor ha obtenido el premio y la segunda porque lo ha conseguido un escritor turco», aseguró. Hizlan agregó que hay muchos otros escritores turcos que podrían ganar el Nobel, pero que «dan el premio a una sola persona». Otro crítico literario, Ferit Edgu, calificó de «fenomenal» la obtención del premio por un escritor turco y añadió que «esto ayudará a la literatura turca a abrirse al mundo».
Por otra parte, el escritor Tugrul Eryilmaz afirmó: «Es un buen escritor. Es una buena persona. Es un buen ciudadano. Tenía muchos enemigos que especulaban que hacía espectáculo político. Este premio es una buena respuesta a esa gente», dijo. «Es un hombre de Oriente y de Occidente. La Academia ha tenido en cuenta eso», agregó.
Otro crítico de literatura, Metin Celal, comentó que «Pamuk es importante para la libertad de expresión en Turquía. Espero que el estado se dé cuenta ahora de que debe evaluar a un escritor sólo por lo que escribe».
En Alemania también se recibió con alegría el premio. Entre otras voces, se escuchó la del ministro de Cultura, Bernd Neumann, quien dijo que es una «señal para la libertad del arte y la palabra» la concesión del premio.