Me pilló de resaca, probablemente como hoy. Otra virgen que va a resultar no ser. Pero en este mundo donde currar es sinónimo de ser persona, por no currar, lo que sea. Así, festejamos San Fermín, navidades, el día de la Constitución... Seguro que hasta el Aberri Eguna cae en un día santo.

El tema es que ayer, día de la Hispanidad, nos lo pasamos txupi, ¿eh, peñita? Bueno, los que estaban en Iruñea, puede que no tan bien, pero el resto... Aunque quien mejor se lo pasó, ya me imagino quién es, hasta el punto de que me la juego y simulo en letras realidades que, casi seguro, darán de lleno en la diana de la realidad.

Puedo imaginarme Leitza, pueblo extraño donde los haya, semidesiertas sus calles y algún despistado que otro tomando café en uno de los muchos bares que hay en tan misterioso lugar. Taza en mano, sorbito a sorbo, consume las horas ahorradas quien, a través del hueco de la puerta sin cerrar, puede ver cómo un vehículo para en la carretera y sin ni siquiera apagar el motor, los dos individuos que lo ocupan descienden de él. Entran al bar. ­Dos cubatas de larios. La camarera, al igual que quien sostenía la taza, los reconoce. Una mirada cómplice es suficiente confirmación: Son los del otro día. Los que vinieron de uniforme el viernes. Un trago largo al cubata de larios sirve de intro, y mientras uno ojea el GARA el otro se acerca a las fotos de los presos que adornan una de las paredes del local. ­¿ Estos perros quiénes son? La camarera se hace la sueca, la taza, ya no tiene dueño; se ha ido. ­¿Qué, no sabes quiénes son? Lo de ser sueca dura poco y la chica tras la barra comienza a sentir una incomodidad interna a la que, hablando en plata, se la llama miedo. El otro tío, GARA en mano, arranca media página que lleva la foto de Permach y Arnaldo. ­Estos, ¡me hacen a mí... los recaos! (Que es lo que nos dijo una noche a mí y dos colegas Juli(t)o Ibarra por Matías Prats).

En este momento, una cuadrilla de una media docena de jóvenes entra al bar. Los dos, digamos señores, preguntan cuánto es, pagan y se van. Para resaca, la de la camarera, que aún tiembla.

Pero lasai, el año que viene, más y mejor. -