La precampaña del PSC puede considerarse de muy buena, a pesar de las lecturas que desde fuera del país se realizan de la realidad política del Principat. Los socialistas catalanes pusieron en marcha una intensa renovación que supieron vender muy bien, al tiempo que la elección de Montilla les permitía compactar el partido, uniendo las dos principales sensibilidades del mismo.

El nombramiento de Montilla como candidato a la presidencia suponía la elección de una figura nueva, en sintonía con la renovación generacional del partido, que conectaba con la línea menos catalanista del partido, pero que con la designación de Antoni Castells como número dos de la lista electoral (hasta ahora conseller de economía en el gobierno de Maragall), un hombre de los sectores históricos del socialismo catalán, lograba esa necesitada conexión de intereses.

Además, la renovación generacional, uno de cuyos exponentes más claros es el relevo de Clos al frente del Ayuntamiento de Barcelona, ha permitido que surjan nuevas figuras, de momento poco conocidas, pero fuentes locales no dudan en anticiparles unas prometedoras carreras políticas.

Sin embargo, ha llegado el inicio de la campaña y parece que el PSC ha desaparecido, que se mantiene a remolque de CiU en todos los temas, dándose la impresión de que es la coalición conservadora la que mantiene la iniciativa política absoluta (vídeo de propaganda, votación presupuestos estatales, emigraciónŠ).

Encuestas

Los convergentes se han situado en el escenario político de campaña como «una verdadera apisonadora», muy seguros de su victoria, ahora su objetivo es lograr el mayor distanciamiento posible de escaños frente a los socialistas, lo que impediría posiblemente la reedición del tripartito y se abriría la puerta a otro tipo de maniobras o alianzas. El margen sobre el que especulan es en torno a los diez parlamentarios de diferencia, que hagan invendible ante la opinión del Principat el pacto actual de gobierno.

Mientras tanto, ERC está descolocada, la bipolarización del debate político le ha situado «fuera de la fotografía». El partido republicano se ha decantado por el tripartito, a pesar de las reticencias de algunos sectores de coaligarse con un político como Montilla. En estas elecciones el papel de ERC también puede ser clave, pero probablemente se dan otros factores que pueden relativizar su peso y perder la llave de este proceso. Y sobre todo, necesita unos resultados que permitan justificar su gestión, un poco en entredicho tras la nefasta campaña del Estatut.

La mayoría de las encuestas hablan del triunfo de CiU (entre 50-52 escaños, ahora tiene 46), de una caída del PSC (40-42, tiene 42) y de una bajada de ERC (18-21, tiene 23). También se apuntan en esos estudios que los trasvases de votos entre partidos no serán muy reseñables (algunos maragallistas descontentos pueden votar a Iniciativa, mientras que votos populares pueden acabar en CiU esperando tocar poder).

Una de las claves también está en la participación. La abstención parece favorecer a CiU, que parece tener asegurados la mayor parte del millón y medio de votos que le apoyó en 2003. Los partidos de izquierda parecen ser los que pueden ser más castigados con la abstención (la mitad de los que votaron a ERC en 2003 no garantizan ahora su voto y en el caso del PSC es el 35%). De ahí que tanto PSC como ERC busquen activar la participación.

Especulaciones

Es pronto para anticipar el futuro gobierno de la Generalitat, pero aún concretándose el panorama de las encuestas, un factor que cobrará importancia será la «especulación del calendario». Con diez o más diputados de diferencia de CiU al PSC, se abren las expectativas de un gobierno convergente. No es probable que la fórmula sociovergente (pacto PSC y CiU) se materialice en la formación conjunta del gobierno, probablemente la fórmula sea un gobierno de CiU en solitario, con el apoyo parlamentario del PSC.

Ese paso depende de las «órdenes» de Zapatero de cara a mantener los apoyos convergentes en Madrid. El reciente apoyo de CiU a los presupuestos estatales, que veinticuatro horas antes «no cumplían el Estatut», sería la antesala de ello, de la vuelta a la política del pasteleo, aunque bajo el pomposo nombre de «gestión de la autonomía». Esta maniobra significaría el hundimiento del PSC, y el futuro de Montilla estaría lejos del Principat (se habla de la presidencia del Senado español), así como la entrada de CiU en el gobierno estatal. Para ello se apunta el posible nombramiento de Duran i Lleida como «ministro de Exteriores». A su favor tiene su larga experiencia en la comisión parlamentaria de Exteriores, los importantes lazos de CiU y el laborismo británico, la conexión directa con la canciller alemana Angela MerkelŠ

Sin embargo conviene enmarcarlo en la especulación del calendario de las elecciones generales. Ese pacto podría durar hasta las elecciones generales en el Estado español. Entonces, si Zapatero logra la mayoría absoluta o la roza, no necesitaría a CiU, y pondría al partido catalán en una difícil situación para mantener el gobierno, pues el PSC tendría libertad absoluta para atacar a sus rivales. Por ello la llave podría volver estar en el tejado de ERC que podría forzar un acuerdo con los convergentes para entrar en el gobierno.

La foto actual nos muestra la importante subida de CiU, que ya ha provocado que algunos de sus dirigentes hayan recuperado su tono de prepotencia, que puede acabar por perjudicarles y por ello Mas ha evitado seguir esa línea, consciente de que pueden «morir de éxito». El PSC sigue cayendo y con su futuro en juego, ERC se ve fuera de juego y está intentado resituarse. Por su parte, el PP ha radicalizado su discurso y al mismo tiempo quiere evitar las fugas a CiU, por eso el nombramiento de la independiente Montserrat Nebreda, como número dos de sus listas. ICV, finalmente, espera recoger las migajas de los descontentos del PSC y subirán, ya que tampoco se han mojado en las polémicas del tripartito. De todas formas el papel de estas dos formaciones puede verse totalmente relegado a tenor de los resultados del resto de partidos políticos.

Finalmente, el movimiento independentista parece que tras el revés electoral de las elecciones europeas apuesta por esperar tiempos mejores y comenzar a preparar las importantes elecciones municipales del próximo año, donde les aguarda un importante reto donde consideran que tienen que impulsar y materializar sus esfuerzos. -

(*) Txente Rekondo: Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).