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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-10-21
Jurgi San Pedro Guillem - Licenciado en derecho y diplomado en Urbanismo
Hemerografía, tranvía de nuestra historia

La ausencia de una hemerografía completa desde Jorge Oteiza, accesible al público, me lleva a esta reflexión dedicada a la memoria de Oteiza en su 98º anirversario. Y qué mejor manera de comenzar este escrito, que por medio de un genérico alegato por la sustantividad de las hemerografías completas, como complemento imprescindible en cualquier proceso investigador que se precie.

La hemerografía es la constante conciencia, más o menos compartible; el ininterrumpido flujo de intelectualidad viva, puesta al día; manantial de discurrires vitales en los ires y venires, individuales o colectivos; fuente de sentido de incontables opciones silenciosamente imaginadas, en solitario o en grupo. La heme- rografía se concibe por tanto, como estimulante de variados procesos intelectuales; como articuladora de discursos en todos los campos y direcciones.

El recurso a la hemerografía es el recurso a lo acontecido, a la vida palpitante en el aquí y ahora; la memoria colectiva, en continua, animada y rápida construcción. Una hemerografía incompleta es una memoria incompleta. Pero quizá haya dejado de tener importancia ya la memoria, o para nada es importante profesarle fidelidad sin ambages. Si así fuera, estaríamos ante el final de lo cierto; la victoria de lo incompleto.

En fin, las referencias a determinadas ediciones de prensa son sinónimo de referencia a la realidad, a la cruda, desnuda realidad. Son fundamento de argumentaciones, reacciones; iniciadores de procesos creativos ­o no­ de respuesta, en diferentes ordenes y ámbitos, desde los más íntimos a los más superficiales; desde lo interior al exterior; para organizar a un colectivo ante la realidad reflejada a partir de ese día D determinado; para iniciar una praxis investigadora a partir de ese artículo publicado ese mismo día D.

¿Quién no guarda entre sus «cosas» más personales, recortes de prensa sobre determinadas noticias, eventos y/o acontecimientos? ¿Quizás como modo de dar respuesta a ese instinto de la conciencia de responderse a sí misma? «Sí, esto es lo que pienso»; «sí, esto es lo que intuía»; «sí, esto es lo que corrobora mi opinión»; «sí, esto me puede servir»; «sí, esto es lo que buscaba»; «no, esto no es así». En definitiva, todos ellos son asertos mono o dialógicos que contribuyen, de algún modo, a afirmarnos, a alimentar las convicciones más propias, a definirnos en nuestro ser y estar, en el marco de este presente continuo, con pasado documentado y futuro abierto.

Pero, ¿por qué guardar retazos del consumo de prensa diaria? ¿Acaso implica ello cubrir esa infinita necesidad de apropiarse, de saberse parte consciente del presente de algún modo? ¿Quizás el acto de recortar y guardar en sí es un modo de construir nuestra más íntima memoria, como si así nos anticipáramos a esa previsible necesidad de ella, en cualquier momento posterior donde triunfe el olvido? ¿Se puede decir que la dimensión personal del apego a las referencias hemerográficas, a la información periodística, es más fresca e instintiva que el apego profesado a las referencias bibliográficas, a los libros? ¿Quién no ha visto su curiosidad abordada por la lectura de fragmentos de prensa? ¿Su interés investigador instado por la lectura de un artículo de prensa?

Planteada así, en esos términos, la trascendencia de la disponibilidad o no de una hemerografía completa, - desde Oteiza, y para mi interés-, apunto las circunstancias que me llevan a proclamar la ausencia de una hemerografía completa desde Jorge Oteiza, ya que entiendo que, cualquiera que trate retrospectivamente sobre su pensamiento, infravalora el compromiso político y humano cotidiano del hombre de acción que fue Oteiza, cuando obvia el espectro total de sus intervenciones periodísticas.

Empezando por los apéndices dedicados a la obra escrita de Oteiza y contenidos tanto en el proyecto editorial a cargo del ilustre Félix Maraña (Bermingham, 1999), como en el proyecto del prolífico Elías Amezaga (Txalaparta, 2003), y así también, siguiendo la pista sobre los apéndices del catálogo preparado y mimado bajo la responsabilidad de Soledad Alvarez (Nerea & FMJO, 2003), y por los apéndices contenidos en el catálogo retrospectivo comisariado por Margit Rowell y Txomin Badiola (FMGB, 2004), hasta el apéndice contenido en el reciente trabajo de Pilar Muñoa (Alberdania, 2006), las ausencias a una completa y total relación de las intervenciones periodísticas de Oteiza son un hecho, una verdad. Cuando no se reproducen erratas relativas a las fechas de publicación, se omiten títulos de artículos publicados, y en casi todos los casos se dan parciales alusiones a la totalidad de medios en los que los mismos fueron difundidos, como si aludir al medio fuera objeto de examen de conciencia.

Más allá de esta comprobación realizada sobre la mesa de estudio, se le añaden las observaciones anotadas después de la visita atenta a diversos centros de documentación dispersos en la geografía vasca donde a priori, el interés por semejante hemerografía completa no es ningún disparate. Hablo de la propia Fundación Museo Jorge Oteiza (Alzuza), y también de la Fundación Sancho El Sabio (Vitoria-Gasteiz), como insignes valedores del pensamiento total de Oteiza, el primero por ser Oteiza su razón de ser y el segundo, por ser el material aludido, parte integrante de su temática documental.

Y sin relación directa con la disponibilidad de una hemerografía completa pero sintomática de la situación de parcial ocultamiento y divulgación de la obra y pensamiento del genio, qué decir tiene comprobar la carencia de recursos bibliográficos y mediáticos disponibles sobre Oteiza en su tierra, y supuestamente accesibles en los diferentes centros de documentación de los centros de Arte Contemporáneo de la CAV y Navarra, y sobre todo cuando hablamos de recursos audiovisuales. Por ejemplo, «0» recursos en el Artium, «1» ­escasamente documentado y sin etiqueta­ en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Me paro aquí. Sólo se salva el KM de Donostia. Vosotros diréis.

En fin, después de todo, me quedo ante el poema de Julia Otxoa, “Prentsa irakurtzen zuen emakumea”, (La mujer que leía la prensa), inspirado en la mujer de Oteiza, Itziar Carreño, que no sé por qué ha hecho brotar la esperanza de que esa hemerografía completa, ausente para el público general, interesó e interesa a muchos hoy día, y ya existe en algún lugar cercano, en un lugar humano cercano al compromiso con la palabra y obra de Oteiza. -


 
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