Los Gemayel, una constante en la agitada política libanesa
El ministro libanés de Industria, Pierre Gemayel, murió, junto a dos de sus guardaespaldas, al ser tiroteado el coche en que viajaban al norte de Beirut. Con este nuevo atentado se reabre la herida libanesa, ésa que nunca cierra del todo. El político fallecido era parte de uno de los clanes familiares y políticos más influyentes de Líbano: los Gemayel. Su abuelo fue el fundador de las Falanges libanesas, Kataeb, un grupo cristiano, ultraderechista y aliado de Israel. El padre del ahora fallecido fue presidente de Líbano y su tío fue elegido para el mismo cargo, aunque un atentado le impidió llegar vivo a la toma de posesión. Los Gemayel son, por tanto, una constante en la vida política libanesa. Maronitas y pro israelíes, su visión del país les enfrenta de plano a las formaciones arabistas a las que a menudo se asocia con Damasco. Este atentado se produce en medio de una crisis de gobierno en un Líbano que se recupera de la última invasión israelí y será utilizado, a buen seguro, por el Gobierno de Tel Aviv para arremeter contra Siria, su «enemigo número uno» en la región. Tampoco cabe descartar que Israel se sirva de este ataque para relanzar de un modo u otro su campaña de hostigamiento militar a Hezbolah. -
Que Interior informe de lo de Bilbo
Las noticias vuelan en Euskal Herria, pero no cabe olvidar que apenas hace diez días el supuesto intento de quemar vivo a un policía municipal de Bilbo ocupaba grandes titulares, con airadas declaraciones de Iñaki Azkuna y condenas generalizadas. Las versiones de testigos directos negaron que hubiera habido ningún «intento de asesinato» y el tema parece haber ido diluyéndose hasta el punto de que ayer PNV y PSE prefirieron quitarse de encima una propuesta del PP en Bilbo. Sin embargo, la Ertzaintza ha trasladado un informe a la Audiencia Nacional española. Dada la trascendencia de lo ocurrido, ¿por qué el Departamento de Interior no hace públicas sus primeras conclusiones? -
ITER, un proyecto faraónico
El Elíseo acogió ayer la firma del proyecto ITER, del que participan China, Corea del Sur, EEUU, Japón, India y Rusia, además de la UE. Su objetivo es poner en marcha un reactor experimental termonuclear. Los impulsores del proyecto se presentan como abandera- dos de la búsqueda de la energía limpia, pero lo cierto es que gastarán 10.000 millones de euros y procederán a un consumo desorbitado de energía para ejecutar un programa que, en el mejor de los casos, permitiría desarrollar un prototipo de aquí a medio siglo. Greenpeace ha tachado de megalómano el proyecto e insistido en que la lucha contra el cambio climático tiene necesidades más urgentes. -
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