Victoria Mendoza - Psicoterapeuta
Sueños y fantasías
Imaginemos que de pronto todas las madres y padres de familia, junto con los profesores, hacemos una multitudinaria manifestación en contra de los sistemas y programas educativos, contra las tantas horas que pasan en los colegios nuestros hijos y alumnos, contra la presión y tortura psicológica que ocasionan los exámenes, especialmente, los de selectividad; contra las clases aburridas y nada prácticas; contra los extensos deberes extraescolares; contra la absurda importancia que se da a las notas versus la nula importancia que se da a la felicidad de los jóvenes; contra la falta de actividades artísticas, actividades tecnológicas, físicas; contra la falta de talleres de danza, teatro, música, terapia, clases de liderazgo, de resolución de conflictos; contra la ausencia de clases y talleres prácticos que eviten la anorexia, la bulimia, la drogadicción, o los suicidios; contra la falta de actividades lúdicas que liberen tensiones y enseñen a nuestros jóvenes a manejar emociones y ser más sanos y felices, Imaginemos que de pronto damos espacios a los jóvenes para expresar sus opiniones, propuestas y sugerencias acerca de los problemas y posibles soluciones del mundo: guerra, miseria, explotación laboral, contaminación ecológica, inmigración, globalización, violencia, tortura, narcotráfico, corrupción, enseñanzas mediocres, racismo, violencia, delincuencia, marginación, drogadicción, programas para la infancia, juventud, para nuestros ancianos, para mujeres, para amas de casa, para personas en paro, para excluidos o marginados, para los sin techo, para los disminuidos psíquicos o físicos, corrupción, tortura, economía, educación, salud, vivienda... Imaginemos que de pronto los políticos «callan y escuchan, ven y actúan», y puede que hasta nos sorprendan haciendo caso a nuestras protestas y a nuestras propuestas, quizá hasta comiencen a hacer caso al pueblo y, asombrosamente, empiece una sociedad nueva donde opine y decida el pueblo, donde todos opinemos y propongamos, los padres y maestros entiendan a los jóvenes, los jóvenes comiencen a sentir suyos los problemas de sus padres y profesores y se involucren activamente en buscar soluciones. Imaginemos que de repente todos compartimos nuestras propias utopías de un mundo mejor. Quizá sin darnos cuenta nuestras fantasías juntas puedan conseguir más esfuerzo, más organización y es muy posible que consigamos una realidad más mejorada. Quizá deberíamos saber qué queremos cambiar y cómo cambiar lo que no nos gusta de esta sociedad, y quizá deberíamos dejar de soñar y comenzar a actuar para hacer nuestros sueños una realidad. -
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