Juanjo PEREZ «Beltza» | Representante de la dirección de Unión Artesana
«Consideramos importante que el local sea nuestro»
Los socios de Unión Artesana de Donostia ya tienen
todo preparado para inaugurar el nuevo local mañana, el primero de su propiedad.
Cuando GARA entrevistó al representante de la dirección Juanjo Pérez, estaban
decorando la sede con cuadros cedidos por pintores como Balerdi y Keixeta.
¿Qué actividades han preparado para la inauguración?
La inauguración constará de dos partes. Mañana realizaremos una presentación oficial a la que vendrán representantes de sociedades hermanadas y del Ayuntamiento de Donostia, así como miembros de la Real y del Bruesa. La Unión Artesana es una sociedad decana en la ciudad, tiene 136 años de historia y hemos considerado importante realizar un acto dirigido a personalidades y entidades públicas y sociales.
Los actos del sábado serán para los socios.
Tras la diana y el hamaiketako, haremos un alarde de todo el bagaje cultural y festivo de la sociedad. Habrá dantzaris, gigantes, cabezudos, tamborrada y comparsas de lampernas y caldereros. También estarán los Bebes de la Bulla. Después, todos los socios comeremos en el nuevo local.
En estos 136 años la sociedad ha pasado por dos locales, pero éste será el primero de su propiedad.
La Unión Artesana estuvo en la plaza Lasala hasta 1918, y luego se trasladó a la calle Soraluze. Después de estar todos esos años en alquiler, hemos comprado el local del número 7 de la calle Euskal Herria. Numerosos miembros somos hijos y nietos de socios, y consideramos que hemos dado un importante paso, porque la sede será nuestra y de los herederos. La cuidaremos mucho más y cualquier mejora que hagamos será en nuestro beneficio.
¿Cómo es la sede?
La primera planta es moderna y minimalista, tiene una decoración muy actual; la bodega es más rústica. Hemos lijado y recuperado antiguas mesas de la sociedad. En total puede albergar 140-150 comensales. Es una cantidad muy buena, ya que somos 215 socios y es impensable que coincidamos 150 personas a la vez. La cocina es una auténtica delicia, un vicio para los gastrónomos.
Sin embargo había quien no quería dejar la sede de la calle Soraluze.
Vivían cómodamente pagando una cuota de doce o quince euros, no les importaba que el local no fuera suyo, por la edad o porque el uso que hacían de él era limitado. Sin embargo, el 88% de los socios votó a favor de la adquisición de un nuevo local. A nivel anecdótico puedo decir que cuando se trasladaron en 1918 de la plaza Lasala a la calle Soraluze la mitad de los socios no fue. Les parecía que estaba muy lejos, aunque sólo hay cien metros de distancia.
¿Qué significado tiene para usted la Unión Artesana?
No es una mera sociedad gastronómica, es recreativa y tiene un poso histórico progresista y solidario. A principios del siglo XX realizaba campañas de beneficencia; fue la primera en Donostia que dejó participar a las mujeres, y peleó para que salieran en la arriada de la bandera en la tamborrada. También ha albergado a artistas de renombre como Sorozabal, Usandizaga, Raimundo Sarriegi y Chillida. A algunos socios les ha servido para aprender gastronomía; para otros ha sido un lugar de debate, una escuela de música... Estamos encantados de ser socios de la Unión Artesana y de llevar todo su bagaje histórico a nuestras espaldas. ¿Alguna curiosidad? La mayoría de las sociedades gastronómicas donostiarras tienen nombres en euskara. La nuestra es la más antigua, y se llama Unión Artesana porque en la época en que nació las sociedades solían tener nombres en castellano. ¿Qué pretensiones tienen para el
futuro? Soy optimista, y pienso que estas sociedades son la plataforma idónea para realizar numerosas actividades sociales, culturales, lúdicas y didácticas. También sirven para que los chavales aprendan a compartir las cosas. -
|
