Estimada M. Teresa: Hace unos días defendías el “Proyecto de Ley por el que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura”. Dijiste que esta ley, «lejos de escribirse contra nadie», pretende «hacer justicia», y que supone el «reconocimiento moral a las víctimas y de sus derechos individuales». Permíteme que te diga que tus palabras me parecen pura abstracción especulativa: «los vencidos» nunca han reclamado venganza sino reparación. Parece que tu horizonte utópico, María Teresa, no es el mío, puesto que el modelo de justicia penal que yo defiendo se basa en la reparación y la reconstrucción del vínculo social. Para ello, verdad y justicia son imprescindibles, ¿no te parece? Aunque la justicia no tiene nada que ver con aquello que declaraba Mussolini: «el número es poder». Los votos no deberían ser tan importantes.

Creo que vuestra ley, esencialmente diseñada para celebrar la transición, es la ley de la memoria olvidada y de la resistencia traicionada. Estoy contigo en que no es tarea del Gobierno establecer la verdad oficial; sin embargo, a mi entender, esta ley consagra y perpetúa la lectura unanimista y partidista de quienes pactaron esa transición, por miedo a lacerantes divisiones. El propio título contribuye a una interpretación difusa del fascismo.

Quizá estuviste en aquel memorable homenaje a Veneranda García-Blanco, Federica Montseny y Dolores Ibarruri. La primera de ellas fue diputada del PSOE durante el trienio 1933-1936. Allí, yo que abandonaba la adolescencia, sentí que la herencia política y moral de cada una de ellas era inmensa. Aquel día pensé en la importancia de construir una tradición de Resistencia.

Que la llama de la memoria siga viva es tarea de quienes nos sentimos en deuda con aquellos hombres y mujeres que llevaron a cabo una rebelión existencial contra el totalitarismo, por su deseo de libertad, de autonomía y de justicia social, transgrediendo decretos y órdenes que sembraban el terror, advirtiendo: «serán pasados por las armas en trámite de juicio sumarísimo (...) serán pasados por las armas, sin formación de causa, (...)», con la bendición de obispos que proclamaban que no es una guerra sino «una cruzada contra el comunismo, para salvar la religión, la patria y la familia». Paz y Justicia en el mundo. Urte berri on! -