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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-12-19
Luis Beroiz - Licenciado en Ciencias Económicas y Derecho
El ojo, la viga y la mota

Ezker Abertzalea, EA, Aralar y PNV han suscrito una proposición no de ley en contra de la tortura, ofreciendo a los afectados por estas prácticas cuanto acompañamiento sea necesario e incluyendo la solicitud de desaparición de la Audiencia Nacional. «Ostras, Txarito ­le digo a mi señora­. Lee, lee. ¡Menuda sorpresa!». Y no es para menos. Después de tanto pelear para que oficialmente se reconociera lo que para todos era evidencia, casi, ni te lo crees. Nerviosos como chiquillos ante semejante adelanto de Olentzero, atrapados por titular tan sugestivo, proseguimos, marido y mujer juntos, la lectura del remitido.

EHAK, valiente, en su línea, son la proa. EA y Aralar, al rebufo, sin perder estela, mirando a los lados. PNV, aunque a regañadientes, es, sin embargo, el que da la sorpresa, y un poco el cante, son la popa. IU ni sí ni no. Los otros dos, como siempre, a remedar al perro del hortelano. La proposición, no nos atrevemos a opinar sobre su eficacia real, sale adelante por 37 votos contra 31. Se trata, sin duda, de un hito que, al menos y por inesperado, tiene la virtud de elevarnos la moral. El tesón de la Asamblea de Torturados y Familiares ha dado su fruto. «Esto hay que celebrarlo, es- posa ­le digo, señalando la pequeña bodega». Porque no todos los días tiene uno la oportunidad o la dicha de leer cómo todo un Parlamento, en este caso el nuestro, se planta y exige, rotundo, la suspensión y archivo de todos los procedimientos judiciales donde se haya aplicado la tortura y la incomunicación a los detenidos. Es fuerte. «Hoy mismo desempolvamos la cubitera y ponemos a refrescar la botella de reserva que nos regaló Emiliano (que en paz descanses aitite) para estas ocasiones ­me dejo caer, seguro de que no me rechazará la sugerencia». «De acuerdo ­me dice». Y en eso quedamos, mientras continuamos paladeando la página que, a cuatro columnas, nos traslada la decisión recién adoptada por los parlamentarios.

Comprobamos y cumplimos con todos los requisitos. Eso está bien. También los amigos que injustamente continúan en prisión con cadenas perpetuas, los cumplen. Eso está mejor. Y si bien es verdad que no estuvimos junto a nuestros hijos en aquellas terribles noches de Arkaute, incomunicados, lo que se dice aislados y a merced de aquellos perros, sí que nos consta que estuvieron. Y si bien es verdad que Balza todavía no nos ha entregado el video del trato que allí recibieron, las idas y venidas al hospital con lesiones, el testimonio desgarrador que, mirándonos a los ojos, nos confidenciaron nuestros hijos y, sobre todo, las inculpaciones radicalmente imposibles que les obligaron a adjudicarse, nos han llevado, desde el principio, hasta la indubitable convicción de que la tortura fue, tanto física como sicológica, una constante en aquellos calabozos. Lo saben los torturados, los torturadores a cara descubierta, lo sabe el consejero y lo sabe su familia. Lo saben los electos de todos los partidos y lo saben sus electores. Todos lo sabemos.

En consecuencia, esta decisión por demás valiente que hoy adopta el Parlamento viene a suponer necesariamente la revisión automática de los juicios habidos con anterioridad y la retirada y archivo del que, aún, nos queda por afrontar y en el que están involucrados nada menos que 19 imputados por su presunta participación en una ekintza callejera. Todos ellos, tras permanecer varios días incomunicados y denunciar inolvidables torturas fueron, en su día, trasladados en furgones y depositados por la Ertzaintza en la Audiencia Nacional, cuya disolución se pide ahora. Por fin, tanta lucha, durante tanto tiempo, apoyada por tanta gente y con tanta intensidad como constancia, pare- ce haber hecho mella en los más recalcitrantes de nuestros representantes. Tarde, pero a tiempo, nuestros políticos abandonan la coletilla que acusaba a nuestros chavales de seguir consignas de no se sabe quién cuando denunciaban malos tratos. Más contentos no podía dejarnos la buena nueva.

Y, lo que son las cosas, de no haber continuado con la lectura de la noticia, ese mediodía, habríamos descorchado y trasegado el reserva, sin decir ni anjo, sin decir ni mu. Pero, al seguir leyendo, va y mi señora me dice: «Pues aquí nosotros no veo que salgamos por ningún lado». ¿Será verdad? De dudas nos saca la portavoz de Aralar. Es precisamente ella la que nos deja todo claro cuando, en el último párrafo, declara solemnemente: «Pedimos valentía al Gobierno español para que reconozca que se tortura». O sea que, en su propuesta, para nada se están refiriendo a las torturas infligidas por su Policía autónoma, sino a las perpetradas únicamente por las diferentes policías estatales, por los otros, por los malos. O sea que en Tres Cantos sí, pero en Arkaute, no. O sea que ¡cielos! nuestros procedimientos, iniciados para más recochineo en la Consejería de Interior, ni se suspenden ni se archivan ni nada de nada de nada. No puede ser.

No puede ser, señores de Aralar, que os estéis prestando a este pérfido juego, que os hayáis sentado a jugar tan inhumana partida. ¿Es que no vais a dejar nunca de meter vuestro dedo en nuestra herida? ¿Me creéis si os digo que me estáis obligando a concluir que la reciente y frustrante comparecencia de Balza, a instancias de vuestro partido pudiera muy bien haber sido planificada, amañada y acordada entre todos, no sólo para lavarle el semblante al consejero, que ni con asperón, sino para poder presentar esta proposición, sin que os salpique a ninguno? El desconocimiento de los hechos de que hizo gala vuestra portavoz, su nula investigación del caso y su escaso énfasis cuando interpeló al consejero en aquella comparecencia acrecientan ésta más que fundada impresión que me ronda desde entonces. ¡Ay, Patxi, Patxi! Has tocado fondo y, como no te sacias, sigues cavando pozo. ¿Al encuentro o al hallazgo de qué? No tenéis remedio.

Porque, mira, si es verdad que vais a mantener nuestras imputaciones sin retirarlas, después de incomunicar y someter a salvaje tortura a nuestros hijos, mientras pedís a otros que archiven, suspendan y hagan desaparecer sus acusaciones, nos encontraremos ante el acto más repugnantemente hipócrita y rastreramente electoral a que hayamos asistido hasta ahora. Que nadie me malinterprete, pero, ¿a quién se le ocurre exigir a otros que reconozcan lo que vosotros os resistís a reconocer? ¿A quién se le ocurre pedir a otros valentía desde la propia cobardía? ¿Pensáis en serio que con esa cara dura van a tener en consideración vuestras peticiones? ¿Por quién nos habéis tomado? Y, si es verdad, como pienso, que éste es uno de esos guiños que ya presagiábamos que haríais pensando sólo en escarbar unos míseros votos allá por el mes de las flores, no sois otra cosa, perdona, que un hatajo de cínicos, una recua de criminales, para ser suave. ¿Proceso de paz con vosotros? ¡Anda, ya!

Esta proposición no de ley que presentáis al Gobierno español sólo será válida si previamente os quitáis la careta y, dando ejemplo los primeros, acordáis para vosotros la misma exigencia que habéis acordado para ellos. Sólo entonces será posible descorchar el reserva. Pero, para eso, hay que estar hecho de otro material, hay que ser un poco más hombres. Una de las pocas cosas que me llega a descomponer es que, durante años, de un sueldo honesto, el mío, se hayan detraído euros para abonar salarios deshonestos, los vuestros. Es deprimente tener que aceptarlo. -


 
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