GaraAzkenak - Paperezkoa - English Edition  |  Le Journal
EUS | ES | FR | ENG
 » PAPEREZKOA
  -Aurkibidea
  - EuskalHerria
- Jendartea
- Ekonomia
- Iritzia
- Mundua
- Kultura
- Kirolak
 » AZKENORDUA
 » ENGLISH EDITION
 » DOSIERRAK
 » DOKUMENTUAK
 » IRUDITAN
 » HEMEROTEKA
 » Produktuak
Gara > Idatzia > Iritzia > Txokotik 2006-12-19
Iñaki Lekuona
Niquelado

Cuando el 24 de septiembre de 1853, la libertaria, igualitaria y fraterna Francia tomó posesión de la Gran Tierra a la que el navegante británico James Cook llamó Nueva Caledonia no aplicó a sus moradores, los kanakos, ni la libertad ni la igualdad ni la fraternidad de la que tanto alardeaban entonces en la metrópoli. La colonización de Nueva Caledonia no difiere mucho de cualquier otro territorio. Primero la pólvora convenció a las flechas de la inutilidad de su resistencia. Y luego llegó eso que llaman civilización, y al paso que marcan la libertad, la igualdad y la fraternidad Francia se echó al camino que lleva al fin de la lengua y la cultura locales, a la pérdida de la propia identidad.

Tan increíble es el poder de la colonización, que llega a convencer a los colonizados de que vale la pena morir por la metrópoli. Así es como malgastaron su vida muchos kanakos en la segunda guerra mundial. Sin saberlo, perdieron su futuro por preservar para Francia la cuarta parte de las reservas mundiales de níquel.

Hoy la colonización pasa por los jubilados. Baste recordar unas palabras que el primer ministro Pierre Messmer escribió en 1972: «La presencia francesa en Nueva Caledonia sólo puede estar amenazada por una reivindicación nacionalista (Š). A corto y medio plazo, la inmigración masiva de ciudadanos franceses debería poder evitar este peligro».

Pero en 1998, la República se reconcilió consigo misma firmando el acuerdo de Nouméa por el cual concede una autonomía al pueblo kanako. Y lo que es más, le reconoce el derecho a su autodeterminación que será ejercido en la próxima década. Un gesto asombroso por cuanto procede de un país altamente centralizador.

El paso previo al referéndum de autodeterminación lo dieron los diputados franceses hace unos días con la aprobación en la Asamblea Nacional de la moción por la que se congela el cuerpo electoral con el fin de impedir el voto de los nuevos colonos. Lo dicho, asombroso.

Pero viendo lo que sucede en el otro extremo del Pacífico sur, donde las maniobras de la metrópoli han terminado por hundir el Gobierno independentista polinesio, los habitantes de Nueva Caledonia pueden comenzar a interrogarse sobre su futuro. Con una producción de más de 60.000 toneladas de níquel por año, la metrópoli no soltará amarras así como así con estos territorios de ultramar. Los kanakos tienen un porvenir brillante. Niquelado. -


Iñaki Lekuona - Artikulo gehiago [..+]
 
Inprimatu
...Albiste gehiago
Iritzia
El sentido común y la legislación especial
Kultura
«Amagatik balitz, bi semeok pasatu beharko genuen buruz burukora»
Euskal Herria
De Karrantza a Iruñea, Korrika 15 homenajeará a las mujeres vascas
Euskal Herria
Los parlamentarios se suben el sueldo un 3,5% y un 10% la dieta de desplazamiento
Kultura
«La sombra de nadie», un filme de suspense y de fantasmas
Euskal Herria
Una iniciativa jurídica pide el fin de la Ley de Partidos y de la dispersión
  CopyrightGara | Kontaktua | Norgara | Publizitatea |  rss