MOGADISCIO
El Gobierno títere somalí, sostenido por el Ejército etíope, se vio forzado a suspender un nuevo intento de desarmar a la población y reprimió duramente las protestas contra la ocupación del país, dejando un saldo de un adolescente muerto y siete personas heridas de bala.
Durante toda la jornada, manifestaciones espontáneas y protagonizadas preferentemente por mujeres y niños, protestaron contra la presencia del Ejército etíope en el país.
«No queremos el desarme de Mogadiscio» y «No necesitamos a los etíopes», fueron los lemas más coreados en estas marchas, disueltas a sangre y fuego. No obstante, el Gobierno títere anuncio la suspensión sine die del desarme obligatorio de las milicias, después de que un intento de desarme voluntario realizado hace días acabara en un estrepitoso fracaso.
El Gobierno, instalado hasta el 28 de diciembre en la ciudad de Baidoa y que llegó a Mogadiscio en volandas de la mano del Ejército etíope, justificó la decisión por la petición en este sentido del poderoso clan Hawiye. Este clan, hegemónico en la capital somalí, formó una de las fuerzas principales de las milicias de los Tribunales Islámicos. Su concurso fue esencial para que los islamistas derrotaran en julio de 2006 a una alianza de señores de la guerra apoyada por EEUU.
Por otro lado, el Ejército etíope proseguía con su ofensiva contra el bastión islamista de Ras Kamboni, en la frontera con Kenia. Tres personas murieron en los combates, mientras el Ejército ocupante amenazó con bombardeos «hasta echarlos al mar».
Mientras el «presidente» somalí, Abdelahi Yusuf Ahmed, evacuaba visita a Addis Abeba, proliferan las señales de lo que se avecina. Dos soldados etíopes murieron el jueves por disparos con pistolas con silenciador y el viernes desapareció sin dejar rastro un camión cargado de combustible en la capital.