REAL SOCIEDAD 2
OSASUNA 1
DONOSTIA
La Real consiguió la segunda victoria de la temporada de una manera angustiosa ante un Osasuna superior que demostró por qué llegaba a Anoeta con una amplia racha de victorias. Fue el triunfo de un gran grupo humano decidido a salvar a la entidad que ocho de los doce primeros que salieron al campo han defendido desde niños con un sentimiento y una responsabilidad que les atenaza. Eso estuvo a punto de hacerles perder los dos puntos que Aranburu consiguió en el minuto 89 en uno de los destellos de calidad individual, que unido a la ejemplar actitud del grupo, permitió a la Real hacer frente a un equipo mucho mejor, sobre todo, porque está más ensamblado y colectivamente sabe lo que tiene que hacer siempre.
Osasuna sólo perdió porque Rubinos Pérez pitó un penalti que no lo pareció y no sancionó un fuera de juego que sí se puede señalar. Y sólo perdió porque enfrente se encontró a un Bravo que tuvo un error grave en el empate, pero que realizó tres paradas de auténtico lujo, amén de la seguridad que dio al equipo al atrapar todos los balones aéreos y despejar bien los que llegaban a ras de suelo.
Osasuna es el ejemplo en el que debe mirarse la Real. Un equipo que sabe a qué juega. Esa es la palabra clave. Un equipo. Cuando un jugador rojillo empieza la presión, los otros nueve le acompañan y así consiguen recuperar cantidad de balones en posiciones avanzadas. Cuando lo hacen juegan de memoria y con ese gran juego colectivo y unas individualidades que no son uno por uno mejores que las de la Real, alcanzan un rendimiento colectivo muy superior. Ese juego de equipo le hizo ser superior casi siempre, apenas concedió ocasiones y tuvo las suficientes para golear, pero en el fútbol no siempre gana el mejor.
Rubinos Pérez, protagonista
El partido estuvo condicionado por el penalti más que discutible que Rubinos Pérez señaló a Corrales. El colegiado madrileño acostumbra a adquirir siempre un papel protagonista y desquiciante, como el que sufrió la Real en Málaga al llegar al descanso con nueve tras dos expulsiones por protestar un gol ilegal. Ayer fueron los rojillos los que se desquiciaron en la primera parte del partido, sobre todo Ziganda, que emuló a otro ex técnico rojillo como Martín Monreal al tocar un balón cuando estaba todavía dentro del terreno de juego.
Xabi Prieto transformó el penalti con la efectividad y sangre fría que le caracteriza y a partir de ahí la Real jugó como lo hace en las últimas jornadas. Como no sabe presionar en equipo la salida de balón a pesar de tener jugadores con cualidades para hacerlo, se replegó demasiado y defendió en su campo muy junta y disciplinada, sin conceder a Osasuna más que dos ocasiones. Un cabezazo de Nekouman que salió fuera por poco en segunda jugada tras un corner y un remate de Soldado que permitió a Claudio Bravo comenzar una tarde especial de espectaculares luces que no empañó su única sombra.Osasuna era superior a la Real apoyado en la gran confianza que le da su racha de victorias y en su envidiable juego colectivo. Pese a ello el equipo blanquiazul pudo encarrilar el partido en una gran contra de Aitor y Xabi Prieto en la que Kovacevic estuvo a punto de romper con su sequía goleadora con un tanto de cabeza.
Pero si no era justo el 1-0 del descanso, menos lo hubiera sido el 2-0. El empate tenía que llegar y lo hizo a los pocos minutos de que Ziganda buscara desde la grada el cambio que tan buenos resultados le dio en Zaragoza. Raúl García buscó nada más entrar un remate lejano ante el que Claudio Bravo falló en un error proporcional al gran acierto que tuvo en su extraordinaria intervención anterior en un remate de cabeza de Soldado tras un fallo de concentración de la zaga realista en el saque de una falta.
Ante la superioridad colectiva osasunista, la Real se movía a impulsos de calidad individuales de Xabi Prieto, que superaba siempre en el uno contra uno a Corrales, pero cada vez que lo hacía encontraba la ayuda de otro jugador rojillo; de Kovacevic que no supo rematar una buena jugada individual; y de Aranburu, que tuvo una buena opción de disparo con la izquierda que encontró en su camino, como siempre, un defensor osasunista y además forzó una falta peligrosa tras una jugada individual antes de su participación clave.
Como en el fútbol un equipo se impone a las individualidades y se veía más cerca el gol de Osasuna que el de la Real, Lotina hizo dos cambios que parecían dar a entender que era necesario defender un punto que de poco valía cuando la permanencia sólo puede llegar si se suma de tres en tres.
Curiosamente, con jugadores más defensivos la Real estuvo más cerca del área de Osasuna y así llegó en un impulso el dudoso gol de la victoria. Un equipo en condiciones normales gana un partido cuando se adelanta en el minuto 89, pero la situación y la falta de confianza, sobre todo de dos centrales que no pueden tenerla cuando piensan que el domingo que viene pueden estar en el banquillo, propiciaron que Webó tuviera al minuto una opción ideal para permitir a Bravo culminar el partido como se merecía. Los minutos de prolongación parecieron horas para los maltrechos corazones de los aficionados realistas, que acabaron felices con el triunfo y enfadados con el juego.
Sólo cabe lo primero. No se puede pedir ahora a la Real jugar bien. Sólo valen los resultados y la actitud del grupo para salir de la grave crisis actual. Y cuando un equipo encadena una serie de ocho partidos en los que sólo ha perdido con un gol ilegal en el Camp Nou hay que aplaudir cada gesto de buena actitud y no pitar las lógicas dudas y temores que tienen los jugadores a la hora de asumir responsabilidades.
Lo único importante para la Real es ganar y hacerlo el próximo domingo en El Sardinero permitirá que el juego mejore, aunque es difícil hacerlo con tantos cambios que impiden que ese gran grupo humano pueda ser un gran equipo como lo es ahora Osasuna.
DONOSTIA
Claudio Bravo manifestó tras el triunfo que «hice un gran partido, pero no me voy a casa tranquilo porque encajar un gol así condiciona un partido. Siempre se te va a quedar en la mente el fallo y todavía me da vueltas en la cabeza. Pese a las paradas buenas que hice, tengo en mente el gol. Por un fallo notorio, uno pasa de ser héroe a villano aunque termine siendo héroe. Es una situación compleja, pero gracias a Dios sacamos el partido adelante. Merecíamos los tres puntos».
Habló más de su único fallo que de sus muchas actuaciones acertadas: «A veces en este puesto pasan estas cosas y uno se siente cabizbajo porque vas ganando un partido y un error te condiciona un resultado. Te duele cometer errores en situaciones como ésta».
En el plano colectivo dijo que «el año empieza bien, no sólo para mí, también para todos los compañeros, que se esforzaron mucho, corrieron por todos los balones, no dieron por perdido el partido. Fue un gran triunfo y espero que el próximo domingo logremos tres puntos más. Llevamos bastantes partidos con pocas derrotas, ganando en casa sumando mucho más que antes, pero el nerviosismo está siempre presente».