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Gara > Idatzia > Jendartea 2007-01-07
EEUU declara seguros los productos de animales clonados
Clonación en la granja
En la tierra del «fast food» lo último es la chuleta de ternera o la leche de cabra clonadas. Por ahora no se encuentra en los supermercados, pero en un futuro son pocos los que dudan de que lo hará. La agencia de control sanitario de EEUU acaba de calificar de «seguros» los productos derivados de animales clonados. Existen ya ejemplares «copiados» de distintas especies ganaderas, pero faltaba el visto bueno a su comercio para alimentación. Ahora lo tiene y abre la puerta a un novedoso mercado que, sin embargo, todavía deberá esperar años para competir, al menos, con los transgénicos.

GASTEIZ

En mayo de 2002, investigadores israelíes nos sorprendían con la presentación en sociedad de un pollo sin plumas, un animal, argumentaban, capaz de crecer en ambientes cálidos y de esta forma facilitar su crianza. Su imagen, a dos patas y desplumado, estremeció más de un estómago. De inmediato, surgió el debate sobre la comida que llegará a nuestros platos en un futuro, quién sabe si no muy lejano. Una inquietud que en los últimos tiempos no baja la guardia de la mano de la inacabada discusión sobre los organismos modificados genéticamente en la alimentación. Pero hace sólo unos días, la todopoderosa Agencia de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA) confirmaba de manera oficial una noticia que se barruntaba desde hacia meses y que supone un nuevo hito: la carne y la leche de vacas, cerdos y cabras clonados y sus crías es «tan segura» para el consumo como la de los animales de granja tradicionales. Un veredicto de 800 páginas tomado tras cinco años de estudios ­la Academia Nacional de Ciencias del país ya concluyó en los mismos términos una investigación propia en 2002­ y que abre la puerta a la comercialización de este tipo de productos.

La clonación de animales no es nueva. La malograda oveja Dolly no fue la primera (1996), aunque sí estrenó una nueva forma de hacer las cosas. Uno de los objetivos últimos del grupo de Ian Wilmut, uno de los padres de la famosa criatura, era conseguir que clonación e ingeniería genética se dieran la mano al objeto de producir medicamentos o productos susceptibles de ser comercializados. Es decir, aunque transgénicos y clonados no sean lo mismo, la idea es que una vez obtenido un animal modificado genéticamente, digamos una oveja o una vaca con una leche rica en caseína (proteína de la leche), ese ejemplar sirviera de molde para fabricar más ejemplares clónicos. Una opción que muchos grupos científicos están ya investigando en todo el mundo. Hace sólo unos meses, investigadores estadounidenses anunciaban la creación de cerdos transgénicos clonados ricos en omega 3, un ácido muy valorado que se encuentran en animales como el salmón o el atún.

Clonar un buen chuletón

Pero no es ésta la única puerta que esta resolución de Estados Unidos abre a la producción de ganado clonado. Enrique Ibáñez Pareja, profesor de Biotecnología de la Universidad de Granada, apunta otra no menos interesante. «Sería asegurar copias de un ejemplar que haya mostrado buenos rendimientos, de carne, de leche... La clonación evitaría que su buena combinación de genes se diluyera al cruzarlo sexualmente con otro».

Una posibilidad de mercado que no acaba ahí, ya que la clonación tendría también un campo abonado a partir de animales sacrificados cuya carne, por ejemplo, hubiera resultado de gran calidad, algo que no puede saberse antes de su muerte. ¿Se imaginan poder clonar aquella ternera cuya chuleta que tan rica nos supo en el plato? Y es que, como aseguraba hace unos meses una experta estadounidense en producción animal, un clon es «una copia de los animales que ya hemos comido».

Cada clon es una réplica genética del animal al que pertenecía la célula que se utilizó para su creación. Lo que hacen los científicos es utilizar una única célula del animal que quieren replicar, la cual es cultivada en laboratorio. El embrión resultante se transfiere al útero de un animal en el que se desarrolla una cría, copia genética del animal del que se tomó prestada la célula inicial.

Stephen Sundlof, jefe veterinario de la Agencia de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos y quien se encargó de dar la noticia el pasado 28 de diciembre, declaró que la carne de una de las cientos de vacas ya clonadas en algunas granjas del país, o su leche, o la de sus terneras, «es tan seguras como los alimentos que comemos todos los días». Y añadió, como argumento, que lo avala «la ciencia».

La decisión ya está tomada. La pregunta es ¿para cuándo pueden estar estos productos en nuestras estanterías? La moratoria impuesta en Estados Unidos acaba en abril próximo. Sin embargo, como matiza el propio experto en biotecnología Enrique Ibáñez, «como suele ocurrir con muchos avances científicos de vanguardia, aquí puede que también se hayan exagerado las posibles derivaciones prácticas inmediatas, aunque no cabe duda de que a medio y largo plazo podría encontrar numerosos campos de aplicación».

Porque lo que parece evidente es que el posible desarrollo de esta técnica de clonación en las granjas no será algo inmediato ni a corto plazo. Los costos actuales por cada ejemplar clonado se sitúan entre los 12.000 y 20.000 dólares, por lo que los supermercados pueden respirar tranquilos.

Otras noticias, en cambio, también recientes no son tan halagüeñas. En setiembre se supo que China ultima estudios para la producción masiva de cerdos mediante clonación, tras recopilar el material genético de 92 variedades porcinas del país. La intención es duplicar una cabaña que ya es la primera del mundo. También avanzaron los investigadores que han tomado muestras de yaks, bovinos y caprinos para objetivos similares.

Todo apunta, además, a que la decisión de la FDA será respaldada por informes similares. Para este mes de enero se esperan las conclusiones del Centro de Investigación Animal del Departamento de Agricultura estadounidense basado en 400 animales, más de la mitad crías de clones. Sólo en uno de ellos se detectaron irregularidades tras analizar hasta 14.000 características.

Etiquetado o no etiquetado

Pero una de las polémicas que se han suscitado de inmediato ha sido también la del etiquetado o no de estos futuros productos. La FDA defiende que dado que son seguros y que para nada se altera o elimina el ADN del animal, no es necesario un distintivo propio. Sin duda, esto es lo que más ha inquietado a los consumidores.

En cualquier caso, todo indica que mercados como el de la Unión Europea deberán legislar a futuro ante estos alimentos, ya que por ahora sólo lo ha hecho frente a los productos modificados genéticamente, con normativas mucho más estrictas que en cualquier otro lugar del planeta, y todo por el rechazo que los OMG suscitan entre la mayoría de los consumidores europeos a este tipo de productos modificados.



Cuestionamientos éticos y de ataque a la biodiversidad

GASTEIZ

Los primeros en elevar una voz crítica contra la posible futura llegada a los mercados de carne o derivados de animales clonados han sido los propios consumidores estadounidenses. Las últimas encuestas en aquel país revelan que la mayoría de los consultados no está por la labor de llevar a su mesa estos productos. Todo indica que los organismos que agrupan a los ciudadanos presionarán para que la moratoria vaya más allá de abril próximo, plazo hasta el cual los ciudadanos tienen tendrán tiempo para presentar opiniones.

Más cerca, hemos escuchado la opinión del director general de Greenpeace en el Estado español, Juan López de Uralde, quien se mostró en contra de permitir la comercialización de estos alimentos porque «supone un empobrecimiento de la biodiversidad» y «sólo es una beneficio para las grandes corporaciones».

Contemporizador se ha mostrado el presidenta de la Sociedad Internacional de Bioética, el español Marcelo Palacios, quien reclamó controles tanto antes como después de una hipotética autorización de venta al público. Defendió la necesidad de un etiquetado, de manera que el consumidor «decida si consumir o no», si bien aceptó la decisión de las autoridades sanitarias estadounidenses si todos los controles de seguridad han resultado positivos. Sí matizó que debería informarse si los animales clonados provienen de ejemplares transgénicos, aunque, a su juicio, ello no suponga tampoco un impedimento para el consumo.

María Iraburu, profesora de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Navarra, reconoce las múltiples aplicaciones de la clonación animal, desde «contar con un gran número de los animales más adecuados», a la aplicación en los aún incipientes xenotrasplantes, pasando por la ampliación de las posibilidades de manipulación genética o disponer de copias animales para investigación. Sin embargo, admite la existencia de «objeciones éticas».

Entre estos peros, detalla el impacto medioambiental y su consiguiente «empobrecimiento del patrimonio genético de las especies». En cualquier caso, la profesora María Iraburu confía en que «la propia complejidad de la clonación asegure que los animales clonados no se producirían indiscriminadamente».

No hay duda de que las reticencias éticas tendrán mucho que ver en este debate, aunque también habrá que despejar incógnitas como las de si cabe la posibilidad de que el proceso de clonación genere anormalidades genéticas y, por ende, pueda afectar a la salud humana. Pero como con los transgénicos, el principal escollo será la actitud de los consumidores.

Pie de foto

Peligra el 20% de las razas domésticas
GASTEIZ

El próximo mes de setiembre, la FAO celebrará en Suiza su primera Conferencia internacional sobre Recursos Genéticos Animales, donde presentará un informe sobre el estado de los recursos zoogenéticos del mundo. Sin embargo, no habrá que esperar hasta entonces para conocer sus conclusiones. Las ha adelantado hace sólo unos días: El 20% de las razas domésticas está en peligro de extinción, con una raza desapareciendo cada mes. Unas 60 de ellas de vacas, cabras, cerdos, caballos y aves de corral se han perdido en los últimos cinco años.

Este organismo dependiente de la ONU tiene claro que «la globalización de la industria ganadera es la mayor amenaza para la diversidad genética». La ganadería contribuye a la subsistencia de mil millones de personas en todo el mundo y cerca del 70% de los más desfavorecidos del planeta dependen en gran medida de ella. Lo que parece evidente es que la clonación animal iría en detrimento de la diversidad genética, ya que se tendería a la uniformidad, como ya sucede en la agricultura.


 
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