El síndrome del «burn out» o «síndrome del quemado» es cada vez más frecuente en el ámbito laboral. Esta afección fue descrita por primera vez en 1974 en Alemania. Es una patología sicosocial que, en la actualidad, no se encuentra reconocida como una enfermedad profesional en toda su extensión, aunque es causante de un número elevado de bajas laborales. Los organismos oficiales reconocen que el problema va en ascenso en los centros de trabajo de la Unión Europea por los altos ritmos de trabajo y por la monotonía de algunas tareas.

Los expertos explican que los jóvenes, las mujeres y los solteros son los que concentran mayor vulnerabilidad a este riesgo. Afecta a todas las profesio- nes, pero los profesores son especialmente vulnerables, por lo que es necesario que se adopten medidas encaminadas a propiciar el descanso y las mejoras en el entorno laboral que eviten graves consecuencias para la salud de los trabajadores.

Las principales causas del «síndrome del quemado» en el ámbito sicológico tienen que ver con el exceso de tensión y de trabajo, por lo que para aliviar esa carga son necesarios períodos de descanso y relajación. Los médicos insisten en que aquellos trabajadores que realizan prolongadas jornadas de trabajo y acumulan tareas «tienen también un riesgo mayor de padecerlo». Destacan que «el esfuerzo que dedicamos a realizar nuestro trabajo supone un desgaste físico y síquico. Por lo tanto, ­explican los expertos en prevención­ existe un cansancio que debemos reparar para continuar con el trabajo».

Descanso

Una recomendación para evitar ese deterioro progresivo de la salud advierte de que «cada uno debe ser capaz de descansar para poder recomenzar la labor». «Se trata de desconectar. Si lo consigues, la capacidad para realizar esa tarea mejora, al mismo tiempo que la tensión que acumula el trabajador. Es bueno para todos, porque si puedes rendir más, quiere decir que la productividad de cada eslabón de la empresa mejora», precisan diferentes estudios sobre prevención de riesgos laborales.

Junto al descanso físico nocturno, los expertos reconocen que una buena nutrición influye en el rendimiento de cada trabajador.

«Una dieta excesivamente grasa o rica en azúcares de liberación rápida puede producir un inadecuado aporte calórico y energético que repone las reservas que necesitaremos en nuestra jornada de trabajo», señalan los expertos.

Este tipo de «trastorno emocional y laboral» tiene graves consecuencias físicas y sicológicas. Está comprobado que su efecto sobre la salud provoca «agotamiento, baja autoestima, despersonalización y aislamiento profesional». También genera síntomas sicosomáticos comunes a la ansiedad o la depresión, que dan origen a numerosas bajas laborales.

En determinados casos se puede experimentar astenia y agitación al mismo tiempo ­tics nerviosos, temblor de manos­; alto ritmo en las palpitaciones; taquicardia y pinchazos en el pecho; aumento de la tensión arterial; dolores musculares, sobre todo en la zona lumbar; dolores de cabeza; problemas digestivos; trastornos del sueño e inapetencia sexual. Estos síntomas terminan invadiendo la vida social y familiar del afectado, que opta por aislarse y quedarse solo.

Entre los factores de riesgo que pueden desencadenar el «síndrome del quemado» se encuentran «el aburrimiento, la falta de motivación, los conflictos laborales y el estrés».

Por eso mismo, la estabilidad del entorno afectivo permitirá «que nos enfrentemos mejor a los pequeños fracasos que se pueden suceder en el ámbito laboral. Es importante mantener unas buenas relaciones laborales con los compañeros de trabajo y con los superiores, porque nos darán una mayor esta- bilidad y una mayor eficacia».

Lo más importante que debe hacer alguien que padezca estos síntomas es «sacar a la luz su problema» para que pueda ser atendido de manera adecuada por los especialistas en la materia. -

BILBO