RACING SANTANDER 1
REAL
SOCIEDAD 0
DONOSTIA
La gran miseria del fútbol es que depende de manera exagerada de la incompetencia de unos cuantos árbitros, demasiados, que no están a la altura de la responsabilidad que tienen. La Real se juega en estos momentos su historia y su viabilidad económica y resulta desesperante verla derrotada de nuevo por culpa de un sistema que permite al más malo del espectáculo decidir más que los verdaderos protagonistas y que le dejó en el minuto 90 sin un punto que había merecido durante los 89 anteriores. No se puede pitar un penalti en un lance en el que, independientemente de que Mikel González le tocara ligeramente con el brazo, menos que el propio Zigic a Juanito en el inicio de la jugada es evidente que el serbio se tira descaradamente. Hay que tener muchas ganas de pitar un penalti, cuando el reglamento obliga a pitarlos sólo en caso de no tener dudas. Probablemente el catalán se había quedado con alguna por no haber sancionado otro lance anterior en el que Zigic se tiró al sentir el brazo de Garitano. Cualquiera sabe que para tirar a un jugador tan coordinado de 202 centímetros y cien kilos hace falta mucho, pero cuando se tienen tantas ganas de pitar a favor de corriente se cometen crímenes de esa envergadura.
Curiosamente, el único penalti que debió pitar fue el cometido por el propio Zigic al mover los brazos hacia adelante e interceptar un balón en el área pequeña en un barullo al inicio del segundo tiempo. A partir de ahí Alvarez Izquierdo, que lleva una larga relación de penaltis discutibles a favor de los equipo locales, fue lo más casero que uno recuerda con detalles que le dejan en evidencia. En la continuación de ese penalti no señaló tampoco una clara retención de un jugador del Racing que estaba sentado en el suelo.
Luego sacó una tarjeta rigurosa a Gerardo y fue alucinante la mostrada a Bravo tras una mala caída en la que que podía haber cogido daño. Pues como Zigic le tiró el balón y no podía sacar la tarjeta sólo al serbio también se la mostró al chileno. O sea, que en vez de pitar penalti debió expulsar al serbio en la jugada decisiva, con lo que eso supone para un Racing que sólo sabe jugar para él.
Pero lo más escandaloso fue su actitud con el tiempo añadido. En el 42, con empate en el marcador, señaló al cuarto árbitro que debía añadir cuatro minutos cuando sólo correspondía uno y medio por cambios. En el 43.26 señaló el penalti, no se sacó de centro hasta el 45.55 y en el 47.25 el Racing pidió la sustitución de Serrano, que perdió 50 segundos cuando estaba en la banda por la que debía salir. Nada más reiniciarse el juego, en el 48.23, pitó el final.
Eso no son errores de apreciación. Son detalles inadmisibles. Pero tiene que haber un árbitro catalán en Primera por decreto. A Llonch Andreu lo subieron dos años y lo mantuvieron unos cuantos más a pesar de que era malo con avaricia. Ahora el beneficiado del cupo es este personaje que tiene por norma alegrar a las aficiones locales. Es una pena dedicar la mayor parte de una crónica al que menos atención merece, pero él decidió el partido.
Es cierto que la Real también se vio beneficiada con el penalti inexistente pitado el partido anterior no con el gol de la victoria, porque las imágenes demostraron que Corrales hacía buena la posición de Kovacevic y Aranburu, pero no es lo mismo pitar un penalti en el minuto 19 ante Osasuna que en el 88 ante el Racing, que podía haberse convertido ayer en un rival directo y ahora queda a once puntos y con el average en contra. Salvo que Zigic se lesione de gravedad es difícil imaginar que el Racing pueda pasar apuros a final de Liga.
Un juego muy vertical
Y es que no hay un equipo que base tanto su juego en un jugador como el Racing en el serbio. Colocar a Garitano con la misión de saltar por delante de Zigic para ayudar al central al que le tocara en cada lance la imposible misión de controlarle resultó insuficiente ante su impresionante envergadura. Además tiene una movilidad y manejo del cuerpo y los pies muy destacado para un jugador que supera los dos metros.
Al Racing le basta con buscarle desde cualquier situación para gozar de opciones de peligro y en varias de ellas corrió peligro la portería de Bravo, aunque ninguna de las locales del primer tiempo fue tan clara como tres de la Real en un cabezazo de Gari a centro de Aitor y en remates de Jesuli tras una gran jugada de Aranburu y un centro del de Ibarra.
Además Prieto permitió con un cabezazo lucirse a Toño. Sin un juego elaborado y muy destacado, los dos equipos dispusieron de buenas opciones simplemente con buscar el área con balones lejanos, principalmente desde la misma banda, la izquierda de los realistas y la derecha de los cántabros, a la que caía preferentemente Munitis.Si el primer tiempo se caracterizó por un juego vertical con muchas opciones en cada área, en el segundo apenas hubo ocasiones. Al margen de las dos jugadas polémicas, el Racing sólo contabilizó un centro chut de Serrano al larguero y un cabezazo de Zigic en unos últimos minutos, en los que el Racing encontró una autopista en la izquierda con Serrano ante Gerardo, con lo que Munitis cambió de banda. En los primeros fue la Real la que dominó, pero sin ocasiones. Con todo, hizo por lo menos méritos para empatar si no llega a ser porque se encontró con un árbitro que quería nadar a favor de corriente.