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Gara > Idatzia > Iritzia > zirikazan 2006-03-20
Josebe Egia
¿Trsnsacción comercial válida?

El tema de la regulación o no de la prostitución es algo que nos preocupa, como conocen quienes los lunes se asoman a este txoko. Más de una vez le hemos dedicado espacio y, como el problema va para largo, seguro que lo seguiremos haciendo. En el Estado español el tema está sobre el tapete ante la decisión de la Generalitat de regular el ejercicio de la prostitución. Al mismo tiempo, se está llevando a cabo una campaña intensa contra esta o cualquier forma de regulación, que en la CAPV la lidera Lanbroa.

En Europa, a su vez, ha saltado la alarma ante las miles de personas ­mayoría hombres­ que llegarán a Alemania el mes de junio para asistir al Campeonato Mundial de Fútbol. Entre tanta emoción, muchos buscarán momentos de relax sexual, fácil en este país donde la prostitución es legal y está reglamentada desde 2002. De hecho, según informa la agencia AFP, algunos prostíbulos están ampliando sus instalaciones y construyendo mega-burdeles cerca de los estadios. Muchos colectivos y personas representantes en el Parlamento Europeo, están preocupados porque las mafias aprovechen la ocasión para llevar a Alemania mujeres ­se habla de 40.000­ para ejercer de forma obligada la prostitución, la mayoría traídas de los países más pobres de la Europa del Este. Se puede suscribir la campaña contra el tráfico de mujeres en la página http://www.pes.org/content/ view/346?lang=es.< /EM>

Hoy ­haciéndonos eco del estupendo trabajo de Sara Berbel Sánchez “La mercantilización de las relaciones sexuales: ¿Un modelo deseable?”­ pretendemos poner el acento en una cuestión que, pensamos, debería ser fundamental antes de tomar cualquier decisión. ¿Qué sociedad construimos si aceptamos la prostitución como una transacción comercial válida entre hombres y mujeres?

Cuando un hombre compra o alquila el cuerpo de una mujer está mostrando al mundo que se trata de algo «comprable», está realizando una «cosificación», asignándolo a la categoría de objeto, más exactamente de objeto de consumo. Al mismo tiempo, reafirma el modelo de desigualdad entre hombres y mujeres al mostrar una situación en que uno es sujeto de su deseo y la otra objeto del mismo, transacción que, normalmente, acaba en unos beneficios que a su vez recoge otro hombre, el proxeneta. ¿Cómo educaremos a nuestros jóvenes en la igualdad de derechos entre mujeres y hombres si saben que, al salir a la calle, ellos podrán disponer de un cuerpo femenino mediante una operación comercial?

Por otra parte, al comprar o alquilar el cuerpo de una mujer ­al someterlo a las leyes del mercado­ ocurre el efecto, aparentemente paradójico, de sustraerle todo valor. Las cuestiones a las que la sociedad otorga el máximo valor no están en venta: son aquellas como el respeto, la dignidad o el amor. El propio cuerpo de los seres humanos se valora tanto que, aunque alguien deseara voluntariamente desprenderse de alguno de sus órganos a cambio de dinero, no está permitida su venta. Sin embargo, el cuerpo de las mujeres sí está en venta, precisamente porque socialmente no se le otorga valor.

El modelo de sociedad que defendemos aspira a la existencia de relaciones libres e iguales entre los sexos, donde todas las personas son sujetos y no objetos y donde el sexo se practica por el placer mutuo y no por necesidad. Somos, pues, partidarias de la libertad en las elecciones afectivas, de la libertad en el uso del propio cuerpo por parte de hombres y mujeres y en el mantenimiento de relaciones sexuales plenas, pero siempre voluntariamente consentidas. Pero esa libertad, tan buscada y tan añorada, sólo podrá darse si los cuerpos se encuentran en función del deseo de las personas que intervienen, lejos de las relaciones desiguales de poder que el comercio del sexo consagra.

Un amigo me dirá «no has hablado de los prostitutos, y también existen». Sí, pero en un porcentaje muy mayoritario, la prostitución es un negocio globalizado que mueve miles de millones de euros, un sistema de compraventa en donde el producto es una mujer que no tiene alternativas. A quien se extorsiona, con quien se trafica y se mercantiliza, es una mujer a la que se despersonaliza. La identidad de casi todas las mujeres obligadas a abrir su cuerpo a compradores anónimos está fragmentada. Tienen que dejar de ser ellas, de sentirse ellas, disociar su cuerpo de su mente para resistir el trauma de una violación diaria de su ser.

¿Transacción comercial válida? Mi conclusión: NO, y la indignidad es de quien compra. ¿La tuya? -

jegia@gara.net


 
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