Hace un año afirmábamos que no era el momento de perder tiempo en un debate ya agotado (oso sí/oso no). La realidad en la vertiente francesa superaba a la ficción, y eso hacía necesario incluir ya en nuestro Pirineo al oso pardo como una realidad en la planificación del territorio, la ordenación y gestión de los recursos...

La vertiente sur ha vivido ajena al movimiento social e institucional que la recuperación del oso generaba desde hace más de 20 en el Pirineo francés. No seremos nosotros quienes elevemos a los altares ninguna encuesta, pero las publicadas en el Estado francés coinciden en señalar que entre el 70 y el 80% de la población local pirenaica de la vertiente norte apoya la reintroducción de ejemplares para evitar la extinción del oso pardo. En el caso de Pirineos Atlánticos, el 77%. Quienes afirman que la población local pirenaica del otro lado de la muga está en contra del oso no han aportado ningún elemento objetivo para demostrarlo.

Con esos porcentajes ya no estábamos ante el típico tópico de pastores contra ecologistas. Y es en este contexto cuando además abaten la última osa autóctona. Ante la presión social, el Gobierno francés aceptó poner en marcha una segunda fase del Programa Recuperación del Oso en Pirineos. La medida fue apoyada por el Ministerio de Medio Ambiente de Madrid. La Generalitat y el Gobierno de Aragón se mostraron por primera vez a favor de recuperar el Oso. El Parlamento Navarro aprobó por unanimidad una declaración apoyando la medida e instando al Ejecutivo a la realización de varias acciones. Durante todo el año se ha realizado un proceso de Concertación (información y participación) en los departamentos pirenaicos franceses y finalmente ayuntamientos pirenaicos, población local, se han ofrecido para acoger las osas. Visto así no es muy acertado afirmar que estemos ante una iniciativa «unilateral» del Gobierno francés.

En este lado de la muga se abría un año para que hiciesen quienes tenían que hacer y para que lo hicieran en el mejor clima social posible. En nuestro caso, por competencia foral y por declaración expresa del Parlamento, correspondía al Gobierno de Navarra a través de su consejero de Medio Ambiente crear los oportunos mecanismos de información y participación de la población local «para que el proceso de reintroducción sea un éxito» (Acuerdo del Parlamento).

Un año después, nos encontramos al consejero y al Gobierno de UPN/CDN en el limbo de la ambigüedad. Nos traen sin cuidado sus peleas partidistas con el Ministerio (PSOE), y es inaceptable que los perjudicados sean quienes deben tener información puntual y periódica (instituciones y población local, sectores afectados, agentes sociales). Tenemos elementos para afirmar que el Gobierno Foral ha tenido información como para establecer mecanismos de participación y aclarar muchas dudas. Citaremos unas líneas de un informe del Departamento de Medio Ambiente de 6 de febrero: «en virtud del texto propuesto en el borrador del Memorandum, se ha instado desde esta Comunidad al Ministerio, y mantenido reuniones al respecto, tanto con representantes de otras comunidades como con representantes del propio Ministerio para agilizar la elaboración del Documento Estratégico requerido para la vertiente española del pirineo. Este Documento estratégico, a pesar de haber sido trabajado en borrador por las comunidades autónomas concernidas, ente ellas la navarra, no ha sido todavía aprobado». Juzgue la lectora o lector.

En un contexto así, son dignas de elogio por la prudencia y sensatez que conllevan las declaraciones de los alcaldes del Pirineo navarro, «ni a favor ni en contra de reintroducir osos». Demandan información y participación.

Y es que también en el Pirineo navarro (y en el aragonés y catalán), están cambiando muchas cosas, y muy deprisa, en la percepción del oso. No existe ningún motín social (lo sentimos por los «informadores» o colaboradores de medios ávidos de sensacionalismo). Unos pocos han levantado en cólera contra el oso y el mundo entero, no hay novedad. Otros, también habitantes pirenaicos navarros, se han posicionado públicamente a favor de oso y su recuperación. Eso es novedad. Como novedad es, e importante, que la Junta del Roncal haya incluido el oso como icono y símbolo en su imagen turística («Roncal de película»).

También es significativo el papel que han adoptado los ayuntamientos de los vecinos valles aragoneses de Ansó, Echo... que viendo el conflicto de intereses entre sus habitantes han adoptado una posición casi de moderadores, organizando una Jornada con técnicos, ganaderos, cazadores, ecologistas... para posibilitar información y participación.

Todos tienen, y tenemos, preocupación por la ganadería. Hay que situar la afección del oso en su justa medida y proporción; ganade- ros de ovejas y cabras. En su caso comprendemos que digan que es la gota que colma el vaso, pero no entendemos a quienes pretenden levantar cruzadas contra la gota y no contra el vaso. Y cuidado, que incluso a algunos les viene políticamente bien fijar la atención en la gota para ocultar el vaso y sus responsabilidades.

Según la Administración en torno al 2% de las bajas que sufren los ganados en el Pirineo francés son por causa del oso (sólo los perros causan 10 veces más daños). En Aragón los perros provocan seis veces más daños que los osos... seguimos esperando que el Gobierno Foral nos facilite información estadística sobre Navarra. Tenemos el dato de 100 ovejas anuales muertas por perros en el Pirineo navarro.

Durante los últimos cinco años han sido compensados en Navarra una media anual de 20 ganaderos (entre 3.000 y 9.000 euros por explotación/año) por las molestias de pastorear en zona osera. De ellos, una media anual de 5 ganaderos ha sufrido ataques (siendo indemnizados). Aunque no consuele, relativiza saber que muchísimo mayores son los daños que provocan, por ejemplo, jabalíes o ciervos (Diputación lo reintrodujo en los años 60): agricultura, silvicultura... accidentes de carretera... Y desde la lógica de minimizar los daños, prevenirlos en la medida de lo posible, nadie se plantea extinguir especies como «solución».

Con el oso, no basta compensar justamente a los ganaderos y apoyar la ganadería de montaña. Esperamos medidas institucionales que impulsen el desarrollo en los Valles. Por ejemplo; hace falta cuando menos duplicar los puestos de trabajo directos vinculados a la gestión de las zonas oseras, de los espacios naturales protegidos. Quien aspire a la calidad en los servicios, y viendo el personal que trabaja en espacios naturales de otras comunidades, sabe que cinco guardas para todo el Pirineo navarro es un cifra ridícula. Quienes afirman que los dos puestos de trabajo fijos y tres temporales contemplados en el Proyecto de Centro de Esquí en Larra son la «salvación» del Valle, ¿dirán lo mismo del oso cuando cree entre cinco y diez nuevos puestos de trabajo directos?

Es bueno que la búsqueda del consenso o de las mayorías más amplias posibles guíen la acción institucional. Para el Gobierno Foral es «condición indispensable». Tomamos buena nota de ello. Dicho esto, Sr. consejero, a trabajar. -