Borja GARCIA DE BIKUÑA | Farmacéutico
«Un supositorio está considerado una especialidad farmacéutica compleja»
«La problemática de las EFC, una aproximación desde la farmacia comunitaria», es el título de la tesis recientemente leída en la Universidad de Navarra por el farmacéutico Borja García de Bikuña. Las EFC son aquellos medicamentos cuyo manejo requiere por parte del paciente conocer la forma de administrarlo y que aunque nos pueda parecer sencillo, la práctica constata que poner un supositorio o respirar con inhalador no es tan fácil.
Un 47%, nada menos, de personas que acude a la
farmacia desconoce cómo se usa el medicamento que se le ha recetado. Así lo
constata en su tesis este farmacéutico que regenta su botica en Deustua. El día
a día le hizo ver las dificultades de muchos pacientes a la hora de utilizar
ciertos fármacos por vía ocular, rectal o hasta oral. Colirios, supositorios,
parches... a veces no resulta nada sencillo. Dicho y hecho, diseñó un método
para identificar estos productos y, en 2002, lo bautizó con el nombre de
Especialidades Farmacéuticas Complejas (EFC). Hablamos de casi el 10% de las
14.615 referencias comercializadas en las farmacias vascas. «Es útil que alguien
que se ha detenido en conocer todas, una por una, desmenuce el trabajo y lo
ponga a disposición de aquel compañero que tenga interés», afirma. Esta
iniciativa suya se ha traducido ya en que este documento esté disponible en unas
2.000 farmacias en tofo el Estado español, además de tener previstos 44
cursos-taller durante este año.
Antes de nada, ¿qué son las Especialidades Farmacéuticas Complejas y por qué ese nombre?
Las Especialidades Farmacéuticas Complejas son aquellas que requieren, para una correcta administración, que el paciente aprenda una técnica de administración, haga una preparación, o bien ambas cosas. Un inhalador, una pluma de insulina, un jarabe que hay que preparar, un supositorio, o un parche, están consideradas como EFC. Hace años se hablaba de «medicamentos de difícil manejo». Se me ocurrió el término EFC porque me pareció que reflejaba la realidad del grupo, y las iniciales se recordaban fácilmente. Hoy, es un término que utilizan muchos farmacéuticos y algunos médicos.
¿Estamos ante un problema generalizado? Es un problema a nivel mundial De hecho, hay
artículos publicados sobre este tema en revistas científicas a nivel mundial.
¿Cómo surge la idea de investigar en esta línea?
La idea venía de hace ya muchos años. Siempre me habían preocupado los problemas a los que tenía que hacer frente el paciente para poder utilizar correctamente los medicamentos. Cuando en 1999 comencé con mis estudios de doctorado en la Universidad de Navarra, le propuse el tema a mi director, y nos pareció una buena idea. Era algo muy sencillo, pero original y práctico del día a día en el trabajo de una farmacia.
-¿Dónde radican los inconvenientes de estos fármacos?
El problema es que el paciente necesita aprender una técnica de administración o de preparación. Para él es algo novedoso, se lo han explicado pero estaba nervioso o no ha hecho mucho caso, y si nadie le dice nada se las tiene que ver él solo con la simple ayuda del prospecto y del sentido común.
¿Las farmacéuticas, los propios médicos, incluso los mismos farmacéuticos, dan demasiado por supuesto que la administración de los medicamentos es asumible, sencilla?
La frase mágica es: «Los profesionales pensamos que es obvio lo que en realidad no lo es». Esta frase es de un cardiólogo americano que descubrió que un paciente suyo se tragaba unos parches de nitroglicerina que le había prescrito. La labor de informar sobre estos medicamentos no es exclusiva. Todos los profesionales sanitarios debemos implicarnos con las EFC. El farmacéutico debe reforzar el mensaje que ha dado el médico, por si no hubiera quedado claro, y debe cerciorarse de que el paciente sale de la farmacia sin dudas.
¿Qué propuestas hace usted para facilitar el uso de este tipo de medicamentos?
Que todos nos concienciemos del problema. Primero, médicos y farmacéuticos que informen, pero para ello deben estar previamente formados. Segundo, la industria debe disponer de material para los profesionales y para los pacientes de cara a conseguir que las EFC se utilicen correctamente. Y, tercero, la administración sanitaria podría pedir al fabricante que estas especialidades lleven una marca en el cartonaje que recuerde tanto al farmacéutico como al paciente que se encuentra ante una EFC.
Imagino que conocerá multitud de anécdotas de las cuales nos reiríamos, pero que usted ha constatado que son la vida misma, el día a día.
El caso este de los parches que se tragaba es para mí una referencia importante. Pero hay quien se ha comido los supositorios, o ha administrado al enfermo un jarabe de amoxicilina sin preparar, vamos, el polvo a cucharadas. -
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