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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-04-07
Carlos Mediano - Médico y responsable de la Unidad de Estudios de Medicus Mundi
¿Y quién cuidará a los enfermos en Africa?

Los medios de comunicación nos recuerdan periódicamente la magnitud y la importancia de los problemas de salud en el continente africano. A la multitud de enfermedades infecciosas que asolan el continente como la malaria, el sida o la tuberculosis, debemos añadir una mortalidad materna e infantil aún muy elevada. Si comparamos estos indicadores con los nuestros, las diferencias son abismales. Por ejemplo, en España la tasa de mortalidad infantil en el 2003 fue de 4/1000 nacidos vivos, mientras que la media en Africa subsahariana es 105/ 1000, 26 veces más.

La comunidad internacional ha buscado soluciones desde hace ya bastantes años. Ha planteado muchas estrategias que se piensan, se desarrollan... y no cumplen sus objetivos. Una de las últimas y más recientes, auspiciada por la OMS y ONUSIDA, y con el beneplácito de los países más ricos, la estrategia 3x5. Consistía en dar tratamiento a tres millones de enfermos de sida antes del 2005. Apenas se ha llegado a 1,3 millones, menos de la mitad de lo esperado.

¿Por qué no tienen mejores resultados estas estrategias? El mayor problema es sin duda la ausencia de cumplimiento de los compromisos por parte de los países donantes. Pero además, debemos tener en cuenta otros problemas relevantes. Para cumplir esos compromisos se plantea como eje fundamental una fuerte inyección económica, sin tener presentes otros aspectos que deberíamos de tener en cuenta. Y el asunto de los recursos humanos es un elemento clave dentro del funcionamiento de cualquier sistema de salud.

Medicus Mundi lleva años planteando el problema de los recursos humanos sanitarios en Africa, elemento que permanentemente se olvida cuando se plantean las soluciones a los problemas de salud en esa región. Porque en unos países con una carga de enfermedad tan importante, existe un gran déficit de personal. En España hay un médico cada 250-300 habitantes, y en Africa hay una media de un médico por 3.000. La gran carga de enfermedad y el escaso número de personal capacitado es una combina- ción muy peligrosa, casi letal, para los intereses de la salud de la población africana.

Sida y salud

La región africana es la más afectada del mundo, ya que con el 10% de la población mundial alberga el 63% de personas que viven con sida. En Botswana, un país relativamente rico, se ha alcanzado una tasa de pre- valencia del 38% de los adultos. Ante la gravedad de esta situación, el Gobierno de este país decidió hace un par de años dar tratamiento antirretroviral a todo paciente que lo necesitara, y puso los medios eco- nómicos necesarios. Sin embargo, esta estrategia no tuvo los resultados esperados, porque les faltaba el personal necesario para poder llevar a cabo esta iniciativa. La “Joint Learning Iniciative” ha calculado que se necesitan tres veces más del personal sanitario actual para poder luchar contra la extensión de la epidemia de sida en Africa. Esto supone un millón más de trabajadores sanitarios. Y eso sin contar el resto de problemas de salud de la zona.

Pero el problema de personal sanitario no es debido exclusivamente a la escasez de personal. La calidad de la formación es, a menudo, insuficiente para poder cubrir las necesidades que demanda la población. Además, todos aquellos que hemos trabajado en las zonas rurales de Africa nos hemos dado cuenta de que el personal sanitario tiene que trabajar en condiciones bastante difíciles. Falta de estructuras, medios y medicinas, salarios bajos, incluso con problemas para el cobro regular de sus nóminas, falta de estímulos, sobrecarga de trabajo y la falta de acceso a aspectos tan básicos como educación o agua potable para su familia, son algunas de las características con las que tienen que convivir el personal médico y de enfermería africanos. No es difícil entender que la mayor parte del personal sanitario se quede en las grandes capitales, mientras que las zonas rurales se quedan desabastecidas de personal, o con personal muy poco motivado para desarrollar un trabajo adecuado.

Falta de personal

Esta situación de desequilibrios en el reparto de personal se agrava al constatar que las carencias de personal se dan también en aquellos que deben dirigir el sistema de salud. Hay una falta clara de personal formado en planificación y gestión, lo cual complica más la situación sanitaria y la capacidad del sistema para rentabilizar sus recursos humanos. ¿Y qué hacemos los países más ricos ante este problema? Es curioso, pero en vez de apoyar soluciones, agravamos la situación debido a nuestra incapacidad de generar suficiente personal para cubrir las necesidades de nuestros propios sistemas sanitarios.

Esta situación nos obliga a buscar personal en otros países, a los que se les ofrece una situación laboral infinitamente más ventajosa, sin pensar en las consecuencias que eso tiene para los sistemas de salud de los países más pobres. La llamada a una vida mejor no se hace esperar: 23.000 profesionales de salud africanos dejan la región cada año. En sistemas tan frágiles como los que hay en Africa, no sólo es un problema que el personal emigre; el coste que supone la formación de ese personal es un gasto difícilmente sostenible para los escasos recursos que se destinan al sector.

Aunque su problemática se esté planteando como una de las grandes limitaciones para conseguir los Objetivos del Milenio, no parece que se estén tomando medidas urgentes para modificar en positivo la situación actual, ni por parte de los propios estados africanos ni por parte de la comunidad internacional. Es momento de acción y de reflexión, ya que es un proceso que, como todo proceso de formación, debe ser largo y deberá ser flexible para irse acomodando a las circunstancias del momento. Es necesario que para Africa se establezcan, se impulsen y se prioricen políticas muy definidas en cuanto a la formación y gestión de los recursos humanos en salud, incorporando en este apartado no sólo a personal médico y de enfermería, sino también a la denominada medicina tradicional y a los propios ges- tores y planificadores. Estas políticas deberán venir determinadas por las necesidades de salud de la población, y contar con el consen- so de todos aquellos agentes implicados, incluida la población receptora de los cuidados. Con estas premisas, los estados y la cooperación internacional deberán destinar más recursos a la salud. Por una parte apoyando una formación de calidad y cantidad, y por otra, generando las condiciones y medios necesarios que permitan al personal poder desarrollar su trabajo adecuadamente. Y es que cuando se planifiquen acciones de salud en Africa no debemos olvidar a la correa transmisora que unen esas estrategias con la población: el personal de salud. -


 
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