En esta nueva y esperanzadora fase que se inicia con el alto el fuego permanente de ETA, lamentablemente se siguen oyendo voces por parte de algunos de los habituales representantes del radicalismo español exigiendo vencedores y vencidos como colofón al proceso de paz iniciado. Empezó el Defensor del Pueblo (del suyo desde luego) y han seguido representantes del Foro de Ermua y de la AVT y uniéndose cómo no, el PP en su expresión más adusta.

Enlazan perfectamente con aquel célebre discurso del sublevado José María de Areilza en el Coliseo Albia de Bilbao en el trágico año de 1937, que también manifestaba que en aquella guerra habría vencedores y vencidos y además para siempre. Vaya que si cumplieron su amenaza y durante los 40 largos años de terrorismo franquista hubo de todo: exilio, cárcel, tortura, represión, fusilamientos y un largo etcétera que representa la vergüenza de la historia europea de la época. Al cabo de ese siniestro periodo (1975) no hubo ni juicios ni condenas, ni cárceles, ni cierres de periódicos colaboracionistas, ni petición de perdón por parte de los terroristas. Se volvieron todos invisibles, nunca habían existido y en muy poco tiempo casi todos se convirtieron en demócratas. Hoy sus hijos ideológicos y en muchísimos casos biológicos parecen ser los depositarios de las esencias democráticas, los que reparten bulas de buenos y malos, de terroristas o demócratas, los que exigen perdones, los que dicen que vivimos en una sociedad enferma, los que nos dicen a qué tenemos derecho y a qué no; y así un largo etcétera que no merece la pena prolongar.

Pues bien, si pese a nuestros deseos de justicia y reconciliación se va a seguir hablando de vencedores y vencidos, expresemos nosotros también nuestras preferencias: Sean vencedores los que siempre a lo largo de los años del horror han sido perdedores, los partidarios de una sociedad civil respetuosa y democrática, los que aceptan las decisiones de la mayoría y por tanto el ámbito de decisión de nuestro país que ya es mayor de edad. Vencedores por fin los que siempre han tenido una impecable trayectoria democrática, respetuosa con las libertades civiles y proclive al autogobierno de los pueblos.

Pero vencidos también, y vencidos para siempre quienes propugnan la versión actualizada del franquismo, los tri- bunales de excepción dignos sucesores del TOP, los que cierran periódicos, ilegalizan partidos y organizan macroprocesos respondiendo a impulsos políticos, los militares golpistas de 1936, 1981 o 2006, los que consideran terroristas a todos los que no opinan como ellos, los jueces que consideran que educar en euskara es fomentar la incultura, aunque él sea naturalmente un paracaidista que ha aterrizado en este país sin que nadie se lo haya pedido, los generales torturadores y los torturadores que no son generales, los que cierran vías políticas y mantienen políticas penitenciarias injustas.

Punto y aparte merece la iniciativa del juez Grande Marlasca contra Arnaldo Otegi y otros cinco imputados acusándolos de «hechos delictivos contra la paz pública y el orden constitucional» por el hecho de convocar una huelga a la que tenían perfecto derecho. Estas actuaciones no sólo nos retrotraen a las cavernas del franquismo sino que significan la cada vez más fuerte presencia de las tesis de la extrema derecha en diferentes estamentos del Estado, especialmente en la judicatura.

Y por fin, aunque no sea en el capítulo de vencidos para siempre, pero como mínimo que se callen todos esos tertulianos y representantes de diversos estamentos de la España más rancia, porque si se aplicase lo que ellos piden para otros, quizás muchos de ellos hubiesen tenido que recorrer la geografía española, pero no como turistas sino para visitar en la cárcel a sus ilustres progenitores franquistas. -

(*) Profesores de la UPV