Será largo, difícil y peleado, pero con el objetivo claro
Se cumple un mes del alto el fuego de ETA y es momento de hacer un primer balance de lo ocurrido en estas cuatro semanas. Ylo primero que salta a la vista es que la iniciativa de la organización armada vasca no se ha visto, al menos todavía, correspondida con la desaparición de las agresiones contra derechos elementales que un sector de la ciudadanía vasca sigue viendo conculcados sistemáticamente. En este mes en el que las FSE siguen haciendo ostentación de su fuerza armada en numerosos controles de carretera, han sido detenidas e incomunicadas tres personas, una de las cuales Ibon Meñika ha denunciado haber sido objeto de malos tratos y torturas a manos de la Guardia Civil; fue encarcelado el portavoz de la Mesa Nacional, Arnaldo Otegi, por petición de la Fiscalía dependiente del Gobierno; se han prohibido actos de Batasuna y la Ertzaintza ha llevado este veto hasta pequeñas localidades donde iban a celebrarse charlas en lugares cerrados e, incluso, no se sabe con qué base legal, se ha dedicado a filmar en vídeo a los participantes en una manifestación legal. Por lo tanto, en este tiempo en el que tanto se habla de «verificaciones», se puede verificar que los aparatos del Estado no han declarado ningún «alto el fuego», lo que resulta sumamente preocupante porque, además de la gravedad y gratuidad de muchas de estas acciones, en nada ayuda a que se pueda visualizar la apertura de un tiempo nuevo en Euskal Herria. Cuando se produjo la iniciativa de ETA, desde estas mismas páginas se advirtió de que «llegamos al inicio del partido, no al final, como algunos pretenden hacer creer», y se dejó constancia también de que eran muchos los agentes que coincidían en que el camino iniciado sería largo, difícil y duro. Ni el Estado español ni el francés van a regalar nada, por lo tanto, todo lo que la ciudadanía vasca quiera conseguir habrá de hacerlo peleando, a través de la lucha política, logrando mayorías sociales y haciendo que éstas rompan los diques de contención que se le pretenden imponer. Resulta muy importante no perder en ningún momento de vista cuál es el objetivo del proceso político abierto: ganar para todos un escenario de paz y democracia, en el que la ciudadanía vasca pueda decidir libremente su futuro y en el que todos los proyectos políticos puedan defenderse en igualdad de condiciones y de posibilidades de materializarlos. Para ello es necesario poner en marcha una mesa multipartita para la resolución del conflicto, sin límites y sin vetos. Sin embargo, el PSOE pretende dominar los tiempos y retrasar el inicio de ese diálogo alegando que ahora la prioridad es la verificación del alto el fuego e incluso se escucha a algunos de sus representantes señalar que la hora de la política llegará cuando este alto el fuego de ETA pase de «permanente» a «definitivo». Entre tanto, los firmantes del Acuerdo Democrático de Base constataron el pasado sábado que ya no hay excusas para no poner en marcha esa mesa. Muchos partidos vienen haciendo un trabajo serio para asentar las bases sólidas de esa mesa de resolución que acuerde el tránsito de la realidad actual a un nuevo escenario en el que el pueblo vasco pueda, en libertad y en condiciones democráticas, decidir cualquier estatus político o institucional. Y sería conveniente que se pudiera comprobar que ese trabajo va dando frutos. Los cimientos que pueden sustentar ese gran acuerdo están perfectamente recogidos en el documento de Ahotsak, consensuado por mujeres de todo Euskal Herria y de muy diferentes sensibilidades políticas. Por lo tanto, se dan las condiciones para que la sociedad empuje a los partidos a que intensifiquen sus trabajos hacia la constitución de esa mesa resolutiva, cuyo acuerdo habrá de ser devuelto a la ciudadanía a través de una consulta popular. -
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