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Gara > Idatzia > Kirolak > BALONCESTO 2006-04-23
- Portland tira por tierra las aspiraciones de conseguir su segunda Copa de Europa -
La deblace antoniana deja en bandeja el trofeo al Ciudad Real
·El partidazo de Sterbik no oculta las miserias ofensivas albiazules

PORTLAND SAN ANTONIO 19
CIUDAD REAL 25

IRUÑEA

Tendrá que ser para mejor ocasión. Portland dijo adiós a conseguir su segunda Copa de Europa cuando apenas se llevaba disputado el primer cuarto de hora de la final. Es el tiempo que opuso resistencia a una pléyade de estrellas balonmanísticas que ayer, además, demostraron que son un equipo conjuntado al que es prácticamente imposible batir.

O al menos es bastante improbable si se le juega de la manera en la que lo hizo el Portland. Poco, o más bien nada, se puede esperar de una escuadra que en propia cancha sólo consigue anotar tres goles en los primeros veinticinco minutos.

Los manchegos hicieron añicos el factor pista con una defensa 5-1, en la que el avanzado ­comenzó Davis y le relevó Kallman­ ahogó las pocas ideas ofensivas que hubo por parte, primero de Balic y después de Ruesga.

Se podrá decir, como así hicieron técnico y jugadores a la finalización del choque, que todavía existen posibilidades de remontar este marcador adverso, pero, vista la demostración que realizó el Ciudad Real, se antoja bastante difícil que la propia plantilla se mentalice a lo largo de la semana para obrar el milagro del siglo.

En todo momento fueron los manchegos quienes llevaron la iniciativa no sólo en el marcador sino también en cuanto al ritmo del partido. Los primeros compases lo demostraron bien a las claras: eran los entrenados por Talant Dujshebaev los que mejor gestionaban las imprecisiones del inicio ­seis dianas en el primer cuarto de hora­, poniéndose por delante en el electrónico.

El único atisbo de reacción del que pudieron disfrutar las abarrotadas gradas del Pabellón Universitario se produjo entre los minutos diez y catorce cuando sendos goles de Nikolic procuraron la única igualada del partido (3-3).

A partir de ahí, los antonianos fueron meros espectadores de lujo del acelerón del ferrari castellano. Una pérdida de balón y una falta en ataque impidieron que en ambas acometidas los navarros se pusieran por delante y ni siquiera el tiempo muerto que solicitó Zupo Ekisoain evitó la caída libre hasta un premonitorio 3-8.

Sterbik, un muro

Aunque mantenía el tipo en defensa recuperando balones y con una actuación de Kasper que cualquier otro día hubiera sido digna de elogio, Portland no carburaba en ataque. Nada menos que otros once minutos le costó anotar su cuarto gol.

La sombra de Sterbik comenzaba a ser alargada ­quince paradas fue su cómputo final, con tres penaltis incluidos­ y su magnífica actuación evitó goles que parecían cantados, pero sería injusto no reconocer que más de un lanzamiento de los antonianos careció de la selección de tiro necesaria.

A nadie se les escapa el momento dulce que vive el guardameta serbio, que fue un muro y da la impresión de detener sin apenas esfuerzo todo lo que se tira sobre su portería, pero ayer las prisas fueron las malas consejeras que acompañaron a los navarros durante los momentos decisivos del primer asalto de la final europea.

Portland era un muñeco en manos de una máquina engrasada y la dinámica no varió en la segunda parte. Ekisoain quiso aplicar la misma medicina a sus rivales y colocó como avanzado a Ortigosa, pero la polivalencia de los manchegos y su mejor circulación de balón mandó al traste la estrategia.

Diez goles de diferencia

Bastaron otros quince minutos para que el Ciudad Real doblara de manera matemática a los anfitriones (9-18). Hacía rato que los antonianos habían arrojado la toalla, impotentes ante la defensa manchega y un infranqueable Sterbik.

Como muestra un botón. Minuto 48: un rápido contragolpe manchego llevado por Stefansson permite que el islandés se plante sólo ante Kasper, el portero antoniano se gana el sueldo y materializa una de sus trece paradas, pero el rebote, gracias a la falta de tensión defensiva a esas alturas de encuentro, posibilita que el balón le caiga a las manos de Kallman, quien fusila a placer y consigue la máxima diferencia en el electrónico (12-22).

El abismo de fuerza y calidad entre ambos conjuntos se había hecho infinito y sólo la relajación en la última parte del choque de los actuales subcampeones de la competición evitó que el ridículo aún fuera de mayores proporciones.

Aparte de la inmejorable actuación de Kasper, el único jugador antoniano de pista que dio la impresión de estar a la altura de las circunstancias fue Albert Rocas. Con sus cinco goles, el extremo trató de arrastrar a sus compañeros, pero el intento fue en vano. La posibilidad de sumar una segunda Copa de Europa es historia.



Zupo Ekisoain: «No hemos tenido agresividad en ataque»
N.M.
IRUÑEA

Zupo Ekisoain asumió que su equipo no había hecho un buen partido, «sobre todo en ataque, ya que, no sé por qué razón, le hemos tenido demasiado respeto en ataque al Ciudad Real y a Sterbik».

Ahondando en la cuestión, el técnico antoniano reconoció que «ha habido muchísimas dificultades para hacer gol y esa rémora la hemos arrastrado durante muchos minutos».

Aunque aseguró que no pensaba que a la escuadra que dirige le pudiera salir un partido «tan malo», Ekisoain admitió que «no hemos podido y ellos han estado mejor, así de claro».

Entre las claves de la severa derrota, el entrenador albiazul apuntó la defensa 5-1 manchega, «en la que el avanzado impedía la correcta circulación del balón» y la escasa agresividad en ataque mostrada por sus pupilos, «la que debe tener cualquier equipo que disputa un final de Copa de Europa en su cancha».

Un generoso Ekisoain cuantificó en un 10% las posibilidades de que su equipo remontara el resultado «porque no podemos ir derrotados» a Ciudad Real, «en donde no tenemos nada que perder y sí mucho que ganar».

Por otro lado, el técnico del conjunto manchego, Talant Dujshebaev, se mostró cauto y evitó hablar de celebraciones antes de tiempo. «Antes de fiestas hay que hablar de un trabajo que tenemos que realizar durante toda la semana para no despistarnos», aclaró.

«Todo el mundo puede pensar lo que quiera, pero yo hasta que no pasen los 60 minutos de vuelta no quiero pensar que esté decidido», dijo.


 
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