Hace tiempo leí en alguna revista que antiguamente los mejores médicos chinos eran los que conseguían que ningún paciente se enfermara, es decir, los pacientes acudían al médico cuando estaban sanos para evitar enfermarse, para evitar sentirse mal.

Todos sabemos que prevenir es menos costoso que resolver un problema, ya sea de salud, familiar o social, y me temo que hemos perdido iniciativa, imaginación y creatividad en muchas cosas, incluso hemos perdido el rumbo y la motivación.

Mejoramos programas, pero pocas veces nos atrevemos a dar cambios más radicales, tenemos miedo al cambio, somos cautelosos y procuramos ir con cuidado, esto evita algunos conflictos, pero no soluciona los problemas. Por ejemplo, en el tema de las mujeres maltratadas, debemos procurarles herramientas psicológicas para no dejarse maltratar, a los hombres maltratadores debemos atenderlos cuando sólo muestran los primeros síntomas de personalidad violenta o asesina, debemos dar terapias más atrevidas a enfermos mentales, a internos de psiquiátricos y cárceles, deberíamos cambiar radicalmente los programas educativos y enseñar a los niños a reconocer sus emociones y saber qué deben hacer con su rabia y su tristeza, deberíamos dar terapia a todas las amas de casa cansadas y con muchas frustraciones para que recuperen la alegría y las ganas de vivir, a los padres decepcionados y llenos de compromisos para que vuelvan a sentirse vivos, deberíamos pedir a las prostitutas que den orientación sexual a mujeres con miedos y tabúes sexuales para que puedan complacerse a sí mismas y tener buenos orgasmos, a los hombres para que no teman mostrarse tiernos o frágiles, terapia a los que no disfrutan con su trabajo, a los que no consiguen triunfar en la vida, a los solitarios que no consiguen tener pareja, a los enamorados celosos y posesivos, a los que viven como sonámbulos, a los que están resentidos con el mundo, a los que buscan venganza, a los que no encuentran motivaciones para seguir viviendo, a todos los que viven aburridos y cansados, a los que dejan pasar oportunidades, a los que no encuentran consuelo ni paz.

Tenemos que crear nuestras propias terapias que nos ayuden a sentirnos bien, como ir al monte, bailar, cantar, ir a nadar, escuchar o componer música, correr, ir de excursión, tomarse unas vacaciones, huir del mundanal ruido, jugar con los hijos, hacer algún taller de teatro, aprovechar más el tiempo en la auto-observación para empezar a conocernos, crear auto-terapias creativas y personales, atrevidas y sanadoras. -