20.000 millones en ayudas desde 1998
BILBO
Las dudas sobre el efecto positivo que tendrá la reforma laboral en relación a la reducción de la precariedad laboral son intensas. Donde no las hay es en la consolidación de las ayudas económicas que han obtenido los empresarios desde la reforma de 1997, cuyas medidas se han ampliado en la actualidad para permitir la reducción de las indemnizaciones por despido, y la potenciación de las ETT al rebajarle la cotización por contrato de puesta a disposición.Según los datos oficiales, la rebaja de cotizaciones desde 1998, por el efecto de la reforma de 1997, han supuesto un ahorro para las empresas de 17.453 millones de euros hasta 2005, a los que hay que añadir entre 2.370 a 2.500 millones del coste de la aplicación de las bonificaciones y reducciones del pago de cotizaciones por parte de los empresarios en 2006. En nueve años han dejado de pagar 20.000 millones, mientras que la precariedad laboral se mantiene en el mismo nivel que en 1997. Bajo esta perspectiva, el presidente de Confebask, Miguel Lazpiur, indicó ayer que la reforma «debería de haber ido más lejos», aunque admitió que «no será para mal».
Reducir la temporalidad
Lazpiur indicó que le hubiera gustado que ELAy LAB «la hubieran aceptado». Indicó que «servirá para hacer frente a la temporalidad», aunque justificó la aplicación de los distintos tipos de contratación actuales porque «las condiciones para salir adelante en las empresas son mucho más duras en el Estado español que en el resto de Europa», por lo que justificó que «los empresarios utilizan los instrumentos que tienen, en este caso, la temporalidad o los contratos a tiempo parcial».José María Fidalgo, secretario general de CCOO, precisó que «la reforma intenta mejorar la calidad del empleo restringiendo el fraude en la contratación e incentivando las conversiones a empleo indefinido». Cándido Méndez, secretario general de UGT, dijo que «todas las partes debemos esforzarnos para que llegue a buen puerto». La Federación de Autónomos ATA manifestó que se ha perdido una oportunidad para resolver el problema estructural del mercado de trabajo».
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