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Gara > Idatzia > Kultura 2006-05-26
FESTIVAL DE CINE DE CANNES
Los franceses aplauden a sus héroes norteafricanos 60 años después
Sesenta años después de dar su vida a una metrópoli lejana que ni siquiera guarda su memoria, los soldados de las ex colonias norteafricanas francesas recibieron ayer el aplauso más largo y emotivo brindado en el certamen de Cannes. Esta impecable película consiguió elevar el nivel de la representación francesa en la competición por la Palma de Oro.

CANNES

Tal fue el recibimiento que la Gran Sala Lumiere, la mayor del Palacio de Festivales y en la que predominaban los espectadores de nacionalidad francesa, brindó a la excelente “Indigenes”, que el francés Rachid Bouchareb consiguió devolver su buen nombre a los norteafricanos que lucharon por Francia en la II Guerra Mundial.

Esta impecable, sólida y por momentos brillante película bélica, consiguió al mismo tiempo elevar el nivel de la representación francesa en la competición por la Palma de Oro..

“Indigenes” ­titulada en inglés “Days of Glory”­, presenta una historia vívida y humana, capaz de emocionar, al tiempo que unas primorosas secuencias de guerra dotadas de ritmo y verosimilitud encomiables. Una cinta de género, pues, sin afán de innovar ni falta que le hace, porque su novedad no está en las formas, sino en el fondo: en el olvido al que los franceses han sumido a los «soldados indígenas» de sus colonias norteafricanas que, sin haber puesto nunca un pie en la metrópoli, dieron su sangre por ella para liberarla de los nazis.

Hombres procedentes de toda Africa, y en especial de países como Argelia y Marruecos, de los cuales la película sigue a cuatro de ellos y su alistamiento junto a otros 130.000 jóvenes de las colonias para luchar por Francia. Norteafricanos musulmanes y subsaharianos negros que la Historia parece haber olvidado para siempre y cuya procedencia es la misma que los jóvenes que se sienten marginados y se rebelaron en los suburbios franceses hace siete meses.

«Nunca había oído hablar sobre argelinos que lucharon por Francia en la II Guerra Mundial. Los libros de estudio nunca hablan de eso», denunció ayer Samy Naceri, en lo que coincidieron sus colegas Roschdy Zem, Jamel Debbouze, Sami Bouajila y Bernard Blancan, todos ellos magníficos actores de la película que acompañaron a Bouchareb en la rueda de prensa tras el pase.

La lucha de esos héroes anónimos «era un tabú» en el propio país por el que murieron, entre cuya población de origen norteafricano «los niños no saben que sus padres lucharon por Francia, aunque eso sea parte de la Historia, como María Antonieta o Luis XIV», agregó Nacery. Un desprecio que llegó al extremo de que, tras la descolonización francesa en Africa en los años 60, París bloqueó el pago de pensiones a los veteranos de guerra de sus ex dominios, lo cual no empezó a resolverse hasta hace tres años, como recordaba un rótulo al final de la proyección del filme, mientras la sala aplaudía emocionada.

«Soy de origen argelino, pero soy profundamente francés, por lo que «he sentido el deber de abrir este capítulo de la Historia de Francia» en la película, explicó Bouchareb, a quien algunos daban hoy como posible aspirante a la Palma.

Esta es la primera vez que aspira al premio gordo de Cannes el autor de “Little Senegal” (2001), “Poussieres de vie” (1994), “Cheb” (1991) y “Baton Rouge” (1985).

Mientras, dos veces ha competido ya por la Palma el autor de la otra película ayer a concurso, el italiano Paolo Sorrentino, que hace dos años tentó la suerte con “La conseguenze dell’amore”.

“L’amico di famiglia”, con la que acomete el nuevo intento, es poco probable que le reporte el premio, pero lo que sí ha conseguido es sorprender, lo cual ya es mucho entre la encallecida prensa especializada.

A caballo entre la estética del videoclip, el surrealismo y el puro y simple absurdo, Sorrentino (Nápoles, 1970) suscribe una obra difícilmente encasillable a partir de una anécdota argumental, para lograr una cinta de inmenso poderío visual. Así, el espectador capaz de perdonar a este superdotado del encuadre sus muchas veleidades estructurales fácilmente caerá preso de unas imágenes que ejercen como anzuelos visuales y acompañadas por una no menos hipnótica música.

Una de esas cintas abocadas a tener pocos espectadores, pero incondicionales ­lo que se llama «película de culto»­, y que deja presagiar al que puede ser un muy digno heredero de David Lynch o bien un honrado realizador de videoclips y anuncios publicitarios. Habrá que estar atentos.


 
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