La presión que ejerce el poder mediante su mastodóntica maquinaria de violencia y manipulación ideológica provoca curiosos fenómenos en capas de la sociedad críticas con él. El miedo al castigo directo, a ser salpicado por el conflicto o a que el aumento de la tensión resulte engorroso para la vida cotidiana han provocado llamativas situaciones en los últimos años. El 11-M fue el paradigma de este fenómeno, que llevó incluso a autoproclamados abertzales a desfilar en apoyo a la Constitución española, a convocatoria del ínclito José María Aznar.

Ejemplos los hay a montones. A mí se me quedó uno particularmente grabado. Allá por 2003, un grupo de personajes de la cultura vasca solicitó una tregua a ETA en un acto realizado en el Parque Martín Ugalde, justo después de que este lugar fuera profanado en dos ocasiones por la Guardia Civil. Ciertamente, podían haber elegido otro momento y lugar para efectuar su demanda. Aquella comparecencia, como tantas otras manifestaciones, no fue sino otra prueba de la eficacia del constante bombardeo de las estructuras del poder que siempre han querido instaurar la máxima de que el origen de todos los males se encuentra en la lucha armada de ETA.

Los hechos de las últimas semanas están demostrando toda esa falacia, aunque, por desgracia, a costa de que el proceso de resolución del conflicto no avance. Pese al alto el fuego de ETA, la violencia originaria, que emana directamente de la negación de Euskal Herria y la conculcación de sus derechos, sigue manifestándose sin pudor.

Aquellos que quisieron creer que una tregua de ETA era el kilómetro cero de un proceso de paz lineal e idílico se han equivocado por partida doble. De entrada, porque la decisión de ETA explicitada el 22 de marzo no llegó del cielo ese día, sino que se produjo como consecuencia de que el proceso venía ya de atrás. Y de seguido, porque, tras el alto el fuego, las dificultades no han hecho otra cosa que amontonarse, hasta encontrarnos, según aseveró ayer Joseba Permach, al borde del colapso.

Sería un buen momento para hacer muchas acciones como aquella del Parque Martín Ugalde. Para exigir que se desactiven los mecanismos represivos, para reclamar que el derecho de decisión de todos los vascos sea respetado, y para instar a los agentes políticos a que inicien el diálogo para un acuerdo justo. -