«El mundo es una barca», Calderón de la mierda. Y es que si se es, se sè.
Tanto barca como mierda. Y eternamente se es. Digo se sè. Como, por ejemplo, le ocurrió al señor aquél de la oreja, no Jaime Mayor el español, no, sino Van Gogh, el belga. Aún presa fácil para el capricho último concedido por cualquier dama con guadaña, quien le vino a buscar a su casa invisible por primera y última vez fue precisamente su muerte descanso al que se retira el alma como cuando en hielo se convierte el agua.
Poco sé sobre él. Lo poco que contaron los locutores radiofónicos que no pillan onda cuando se encargaron de torturarnos con alevosía y sin misericordia con «La canción más bonita del mundo». Ni siquiera me digné a leer, vía internet, a los que a costa de juzgar su vida viven, ni a los que los habrá sin duda también lo maldicen.
Mas cuando unos y otros dibujan un pintor post mórtem de genio y fama indudables, en la esférica realidad en la que él se hospedaba sin que nada cuadrara, debió de deducir un mundo en el que el pintor pintaba menos que nada. Pero esta es agua pasada en la que, aunque helada, descansa un alma.
Por que al precio que están hoy en día los cuadros del susodicho coloreador de lienzos, ahora en el cielo de su podrido ataúd hará lo que le dé la gana.
Por el contrario, Txirrita, por tomarlo como ejemplo, corren rumores de que aún manda que San Pedro tome nota de los zortziko haundis que escribe por encargo de los más célebres muertos rientes. Y si en el cielo lo tratan como a Dios, porque yo estuve y lo puedo corroborar, no así en la tierra como en el cielo. Aquí no es nada más que un pordiosero. Pero él como otros cientos que como vascos que eran sólo les toca ahora el olvido en el infierno. Una calle con su nombre en arrabales de un centro comercial no oculta el desprecio con el que su pueblo trata a sus más grandes genios creadores.
Idolatrando a intelectuales españoles vivos todavía, ideólogos con rima asonante de los colonos, renegamos por completo de nuestras raíces. ¿Qué somos? Nada, si no sabemos quien fuimos.
Y os lo digo en castellano porque, si no, no me hacéis ni puto caso. Prueba irrefutable de lo que acabo de intentar haceros ver. Pero no, lasai, a vuestro rollo; el domingo a ver a Sabina y, cuando venga, al Dylan. Todo por la paz. -