GaraAzkenak - Paperezkoa - English Edition  |  Le Journal
EUS | ES | FR | ENG
 » PAPEREZKOA
  -Aurkibidea
  - EuskalHerria
- Jendartea
- Ekonomia
- Iritzia
- Mundua
- Kultura
- Kirolak
 » AZKENORDUA
 » ENGLISH EDITION
 » DOSIERRAK
 » DOKUMENTUAK
 » IRUDITAN
 » HEMEROTEKA
 » Produktuak
Gara > Idatzia > Iritzia > Ezbaika 2006-06-23
Xabier Retegi Ayastui - Presidente de Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos
Vertebrando el porvenir

El actual momento histórico se caracteriza por la amplitud y celeridad de las transformaciones, que afectan a casi todos los órdenes de la vida. La revolución tecnológica ha tenido la virtud de universalizar la comunicación y de estrechar el planeta, pero al precio de ensanchar la brecha de desigual- dades entre regiones ricas y pobres; la mundialización de la economía ha traído pareja la crisis del estado-nación, y tras doscientos años de sobreexplotación de las fuentes naturales, hoy nos enfrentamos a colosales e inaplazables retos medioambientales y de recursos.

En esta realidad cambiante y cuajada de desafíos los modelos tradicionales de gobernanza precisan de una adecuación de fondo. Las sociedades, como cualquier otro tipo de organizaciones, ya no pueden regirse como antaño por esquemas verticales, por el pasivo seguimiento a normas y reglamentos, sino mediante la adhesión activa de los individuos dentro de estructuras flexibles acordes con la complejidad real de los grupos humanos. En todos los ámbitos apreciamos que la convivencia y la colaboración entre individuos son consecuencia de una implicación consciente y activa de los sujetos. Así, los nuevos liderazgos sólo pueden ir gestándose a través de la motivación, de la identificación con objetivos avanzados, de la promulgación consensuada de nuevos principios orientadores: estrategias que dibujan modelos de gestión y de gobierno ajustados a la realidad sociológica, económica y cultural de nuestro tiempo.

Ello es índice de que nuestra civilización está abocada, seamos o no conscientes, a un nuevo «período constituyente» que deberá alumbrar nuevas reglas y normas de funcionamiento. También los vascos estamos convocados a esa cita con el futuro. Un proceso en el que, mirando hacia delante pero sin olvidar las enseñanzas del pasado ni malbaratar las conquistas del presente, hemos de ver cómo enriquecemos nuestra convivencia, cómo reforzamos nuestras señas de identidad comunes y cómo nos inscribimos ante ese porvenir lleno de sombras pero también de oportunidades y de esperanzas.

La vasca es, básicamente, una comunidad cultural y afectiva de identidades complejas y de sentimientos de adhesión plurales. Desde el Atturri-Adour a la sierra de Toloño, de las Encartaciones a la Ribera navarra, además de en América y esparcidos por todo el mundo, cientos de miles de hombres y mujeres sentimos lo vasco como raíz propia. Formamos una comunidad de pueblos o de «naciones vascas» como las llamó Zamácola, y aun de individuos y familias: un todo disperso y compuesto, heterogéneo y sentido, amalgamado por una lengua y una cultura comunes, acaso también por una forma de sentir y enfocar la vida. Nuestra naturaleza es difícilmente reductible, y éste es un dato de la realidad que siempre que en el pasado se ha ignorado ha resultado fatal.

Aceptada, pues, esta premisa insoslayable, la mejor tarea que nos cabe es ir tendiendo redes de comunicación y creando marcos de relación donde tengan cabida las variadas sensibilidades y los múltiples sentidos de pertenencia de quienes, tanto de forma exclusiva como de manera inclusiva, nos sentimos miembros del vasconum populi.

Ahora bien, cuanto más compleja sea una comunidad, más necesidad tiene de sólidos elementos integradores, cohesionadores, de comunicación y de autorreconocimiento colectivo por encima de los múltiples sentidos de pertenencia de cada cual. El euskera es, sin duda, basamento de nuestra unidad. Su politización interesada o la indiferencia ante el tesoro más valioso que hemos recibido de nuestros antepasados supone una seria amenaza contra lo que nos es esencial.

Junto a esto, atribuyo vital importancia a que sepamos aglutinarnos y proyectarnos en torno a valores. Secularmente hemos destacado como una comunidad de recia armazón ética: primero a través del cristianismo, en cuya expansión mundial desempeñamos un papel histórico, y ahora en la inmensa labor de ONGs, cooperantes, colectivos solidarios, alternativos, etc. Fomentar valores hoy es, entre otras cosas, actuar en pro del desarrollo de modelos económicos progresivos, de una mayor justicia y solidaridad en términos globales, a favor de una nueva relación con el medio natural, de la educación moral de las nuevas generaciones...

Sobre la cultura y los valores, y a partir de la aceptación de nuestra propia complejidad, será como vayamos delimitando las voluntades políticas que deberán irse expresando libre y soberanamente. Una de las más elementales reglas democráticas es la capacidad de decisión de las sociedades. Como escribí más arriba, sin participación y libre implicación no hay colectivo que funcione. Ahora bien, la propia conciencia de existencia de una sociedad no sólo está condicionada por su rica tradición histórica o por sus nexos culturales, sino por la voluntad de los actuales miembros de construir un proyecto en común por encima de los intereses privativos. Sin esa voluntad, por mucho que nos empeñemos, tampoco habrá un futuro viable.

A menudo oímos la afirmación de que los vascos nunca hemos sido capaces de ponernos de acuerdo en torno a un proyecto común, lo cual no es del todo exacto. Desde mi posición debo recordar el Estatuto General del Estado Vasco, redactado hace ahora justamente 75 años, en 1931, por Eusko Ikaskuntza. En un momento ilusionante y de cooperación, aquel Estatuto supo plasmar lo que de común había en todas las sensibilidades políticas de los cuatro territorios peninsulares, encajándolas en un estructura ampliamente confederal, sin fronteras, pero respetuosa con la libertad de cada foralidad histórica. Bien que se truncara por la lucha partidista, el ejemplo ha quedado ahí y bueno será tenerlo en la memoria. Todos los esfuerzos que desde hoy mismo se hagan por la cohesión social, de la que tan deficitarios somos, y por la vertebración territorial de las comunidades vascas, habrán de ser bien recibidos por quienes nos sentimos, simple o diversamente, vascos. Entendiendo que el esfuerzo por vertebrar nuevos modelos de convivencia está condicionado por la proyección que se quiera dar a nuestras sociedades.

El fin de la violencia y la elaboración de un marco de relación abierto y superador de los endémicos desencuentros históricos nos ofrece una plataforma privilegiada para abordar el futuro con entusiasmo e ilusión. Vascos y vascas debemos aunar esfuerzos para crear un proyecto rico y avanzado de futuro en aras a una comunidad cada vez más integrada, cada vez más consciente y comprometida con los retos globales de nuestro tiempo. Este sería, tal como yo lo veo, el objetivo último de nuestro particular «período constituyente». -


 
Inprimatu
...Albiste gehiago
Iritzia
Errauste planta edo parte hartzerik eza
Jendartea
El Pleno decide ubicar la incineradora en Landarbaso
Jendartea
Multan a Iberdrola con 300.000 euros
Jendartea
El proceso de paz, Osasuna y Volkswagen, protagonizan las pancartas de San Fermín
Euskal Herria
Gantxegi queda en libertad y el juez Grande-Marlaska encarcela a Harocarene
Euskal Herria
Osakidetzako lan deialdian euskararen ezagutza eskaera ez da %20ra iritsiko
Ekonomia
Elorrieta: «Dos de cada tres euros de la imposición directa son de rentas del trabajo»
Kirolak
Revuelta africana contra los «yankees»
Mundua
Israel anuncia que mantendrá su política de «asesinatos selectivos»
  CopyrightGara | Kontaktua | Norgara | Publizitatea |  rss