GaraAzkenak - Paperezkoa - English Edition  |  Le Journal
EUS | ES | FR | ENG
 » PAPEREZKOA
  -Aurkibidea
  - EuskalHerria
- Jendartea
- Ekonomia
- Iritzia
- Mundua
- Kultura
- Kirolak
 » AZKENORDUA
 » ENGLISH EDITION
 » DOSIERRAK
 » DOKUMENTUAK
 » IRUDITAN
 » HEMEROTEKA
 » Produktuak
Gara > Idatzia > Iritzia > zirikazan 2006-06-26
Josebe Egia
Mitad de la población, mitad de la solución (II)

Como decíamos la pasada semana, crece la voz y las iniciativas de grupos de mujeres reivindicando su participación en la resolución de los conflictos y en los espacios donde se negocien las soluciones para conseguir la paz.

Plantear la participación directa de las mujeres en este ámbito como algo necesario en algunos sectores y personas suscita de inmediato una inquietud, cuando no un rechazo, por mucho que la paz sea una causa de interés universal. Ante esta reivindicación de las mujeres, hay beligerantes que plantean: «peroŠ ¿qué pasa, es que las mujeres son más pacíficas que los hombres? ¿Por qué pueden contribuir las mujeres de manera específica a la cons- trucción de la paz?» El debate sobre éstas y otras cuestiones similares no cabe duda de que es un tema vivo. Hoy vamos a hablar de la primera cuestión, y ya seguiremos la semana próxima con la segunda.

No tenemos problema en mantener que las mujeres no somos ni más pacíficas ni mejores que los hombres, lo que tampoco nos impide reconocer y destacar un hecho importante: que la causa de la paz es uno de los movimientos políticos que más mujeres ha movilizado a lo largo del último siglo y lo que va de éste. De todas formas, nuestra reivindicación para participar en las negociaciones para la resolución de los conflictos siempre ha estado acompañada de la polémica de si las mujeres, por serlo, tenemos algo específico que aportar a la causa de la paz.

Berta von Suttner, que dirigía el Movimiento de Mujeres por la Paz Alemanas y fue la primera mujer que recibió el Premio Nobel de la Paz, decía: «alguna gente piensa que las mujeres son hostiles a la guerra por naturaleza. Están en un error. Sólo las mujeres progresistas, aquellas que han sido capaces de educarse a sí mismas en una conciencia social, que han tenido la fuerza de no dejarse fascinar por instituciones con centenares de años, encuentran también la energía para oponerse a ellas».

Está claro que el comportamiento de las mujeres en la historia no permite efectuar afirmaciones generalistas del conjunto de las mujeresŠ ni de los hombres. No encontraremos la explicación en la genética o en los instintos maternales, más bien tendremos que fijarnos en la socialización de unas y otros y en los valores en que se nos educa. La tradición de la cultura del cuidado y su enfoque ­que da prioridad a la vida humana­ está mucho más desarrollado entre las mujeres, lo que puede ser una gran fuente de recursos para una cultura de paz.

Volviendo al tema de debate, como queda dicho, se puede constatar que la mayoría de las acciones violentas que se cometen en el mundo las realizan los hombres, y que las mujeres han tenido un importante protagonismo en iniciativas a favor de la paz, tanto en el pasado como en el presente. Actualmente muchas mujeres en el mundo hacen esfuerzos desde la base para conseguir una convivencia en paz. Existe una gran diversidad de grupos que se oponen a los conflictos armados y que ofrecen visiones alternativas de la realidad. Su actuación se ve en el día a día, cuando son las mujeres las que se muestran más capaces de saltar por encima de las barreras y establecer lazos de diálogo y empatía entre grupos enfrentados. Ejemplo de ello son las experiencias de las israelíes y palestinas, de las mujeres de Irlanda del Norte, o las iniciativas que están surgiendo en Euskal Herria y que contábamos el lunes pasado.

Quienes reivindicamos una voz para las mujeres y su participación en la negociación de las soluciones de los conflictos, para nada negamos la pluralidad entre ellas. Factores como la alineación política, la clase social, la edad o la religión, entre otros, son variables que diversifican a hombres y mujeres. Pero esto sucede en muchos más casos y, sin embargo, se sigue apelando a los intereses y las experiencias de grupo en el juego de las relaciones sociales y políticas. Pues bien, las mujeres somos un colectivo con intereses propios y con derecho a participar en todos los ámbitos.

Derecho que, a pesar de haber pasado 10 años, no han reconocido ni Santano en Irun ni Jauregi en Hondarribia, donde el conflicto de los Alardes sigue vivo, como lo podremos comprobar el día 30. Este conflicto nunca hubiera llegado hasta aquí si desde un primer momento los políticos de turno hubieran actuado como legalmente les correspondía, lo que hubiera evitado el enfrentamiento entre la población. Suya es la responsabilidad, suya debe ser la búsqueda de soluciones. -

jegia@gara.net


 
Inprimatu
...Albiste gehiago
Jendartea
Dos muertos como consecuencia del vuelco de un todo-terreno en una pista forestal en Trapagaran
Euskal Herria
«Buscan criminalizarnos, ya sea Batasuna, Aralar o ETA»
Euskal Herria
«La batalla de Noain no ha terminado»
Ekonomia
Mittal logra hacerse con Arcelor tras elevar su oferta hasta los 40 euros por acción
Mundua
Erresistentzia Gobernura gerturatzeko asmoz «amnistia» iragarri du al-Malikik
Mundua
Israel, listo para una incursión «masiva» en Gaza tras el secuestro de un soldado
Mundua
Escasa afluencia de los italianos en el referéndum
Kirolak
Los lusos supieron obtener una mayor rentabilidad del barullo
Kirolak
El sumario desvela la implicación de 58 corredores en una compleja trama
Euskal Herria
La represión se ha disparado en 90 días de alto el fuego de ETA
  CopyrightGara | Kontaktua | Norgara | Publizitatea |  rss