Jesús Valencia - Educador social
¿Quién disparó los misiles?
Todas las playas que he conocido se me antojan sugestivos parques infantiles. Y en todas ellas he visto a niños desarrollando parecidas fantasías. El eterno empeño por vaciar el mar con sus menguados recipientes. Sus frágiles construcciones de arena que a ellos se les antojan maravillas de la humanidad. Su chapotear triunfante sobre las olas, ya exhaustas, que agonizan mansamente a sus piesŠBombardear una playa donde los niños están jugando es crimen de lesa ternura. ¿Quién pudo cometer semejante ignominia? ¿Fue un accidente trágico y casual? ¿La actuación sanguinaria de algún psicópata? ¿La furia de algún dictador que ha sojuzgado previamente la conciencia de su propio pueblo? ¡Nada de eso! Fue la brutalidad perfectamente dosificada de un Ejército disciplinado que cuenta con el respaldo mayoritario de la sociedad judía. Los israelíes se incorporaron tarde al club de los países colonialistas, pero recuperaron con creces el tiempo de retraso. Barajaron distintos lugares donde establecer su Estado y al final mitología fabulada de la Sión bíblica pusieron sus zarpas en Palestina. Tierra ajena a cuyos propietarios no sólo sometieron y expoliaron como mandan los cánones coloniales, sino que incluso tratan de expulsar. Cuando los sionistas iniciaron el genocidio palestino, algún analista perspicaz lo calificó como al- nakba (el desastre). Y no le faltó razón. La ocupación de Palestina es una daga clavada en el corazón del mundo árabe; una traumática ruptura de muchos siglos de cultura compartida entre musulmanes, cristianos y judíos. La explosión de los misiles dejó al descubierto las vísceras de unas pobres gentes que disfrutaban en familia y también las entrañas malditas de un sistema criminal. Cualquier colonialismo se sustenta en parecidos pilares: ambición ciega, desprecio a las sociedades colonizadas, ausencia de reparos en el uso de la violencia y respaldo internacional. El sionismo abunda en los cuatro. Es difícil encontrar mayor desprecio que el que sienten los judíos hacia los palestinos. La ambición está más que probada. En cuanto al uso de la violencia judía, llegó a una con ellos. La primera intifada (1936-1939) se resolvió con una feroz represión ejecutada en comandita por ingleses y sionistas. Cuando el Parlamento inglés preguntó a Churchill por lo ocurrido, éste no suavizó sus palabras: «Los palestinos no pueden considerarse agraviados porque otra raza más fuerte haya ocupado su lugar». Fue un sincero hijo de perra. Hoy Europa sigue haciendo lo mismo aunque, fingimiento obliga, trata de cubrir las apariencias. -
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